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Presidentes en crisis: en 1929 Herbert Hoover, en 2019 Mauricio Macri

¿Pero qué pasa con estos presidentes que son los responsables de la tormenta y no supieron guiar el barco a buen puerto? Hablamos de presidentes en crisis. Mauricio Macri es uno de ellos y su segura despedida con una fuerte derrota electoral


Gabriel Rafart

En las democracias presidencialistas no hay, en quien conduzca sus destinos como autoridad política, algún momento de su mandato en que no enfrente una crisis. Desde ya las crisis pueden ser de grado diferente: cuantas mayores, más exigencias tiene esa jefatura política. Algunos de esos presidentes pueden considerarse auténticos pilotos de tormentas y estar en condiciones de corregir el rumbo de una nave a la deriva. En nuestro país, presidentes como Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner fueron formidables pilotos de tormenta, aun cuando su legitimidad siempre fue cuestionada porque en algún punto fallaron los recursos disponibles de la democracia electoral.

Seguramente quien llegue a la presidencia después del 27 de octubre se sumará a este listado. La Argentina de hoy vive una fenomenal crisis. Sólo los tiempos venideros dirán si tendrá la magnitud de otras pasadas. La Presidencia de hoy es de crisis, pero no por ello está en condiciones de superarla. Todo lo contrario: ha sido quien ha trabajado para que se desate.

¿Pero qué pasa con estos presidentes que son los responsables de la tormenta y no supieron guiar el barco a buen puerto? Hablamos de presidentes en crisis. Mauricio Macri es uno de ellos y su segura despedida con una fuerte derrota electoral promete dejarlo a la intemperie como político profesional. Es cierto que el final de su carrera política debe esperar un tiempo, pero queda claro que hay mucho por escribir acerca de por qué no pudo transformarse en un piloto de tormenta como los del ciclo 2002-2007. Mucho se ha dicho de su cerrazón ideológica. Otro tanto de su escasa cultura política. También de su maquiavelismo de empresario. Otro tanto de una inestable psicología política que también es psicología a secas.

Ese presidente en crisis que es el Macri de hoy se parece mucho a otros de épocas no muy lejanas y dentro de esquemas institucionales similares al nuestro. Hasta ciertas cualidades resultan comunes. Sólo tomar nota de lo que un gran estudioso de otros presidentes en épocas de crisis. Aquí, la cita del historiador norteamericano Richard Hofstadter, refería a un presidente de su país: “Psicológicamente estaba mal dotado para las exigencias peculiares de la vida política. Todavía era tímido, estaba lejos de tener facilidad de palabra, y era cualquier cosa excepto una figura pública dinámica”. Hasta aquí la cita refiere a un presidente sin oportunidades para el liderazgo de un país. Sin embargo, de quien nos habla llegó a ocupar la titularidad de la Casa Blanca por cuatro años.

Pero no se queda sólo con la timidez o las dificultades en el habla y su vocabulario escaso. “Detestaba la política y sus incontables indignidades tontas, era propenso a preocuparse y sensible a la crítica. Por estar poco dotado en las artes que facilitaban las relaciones humanas, habría encontrado difícil su posición incluso en tiempos prósperos. No debe asombrarnos que al final de su periodo haya rezongado: este puesto es el infierno mismo”. Hofstadter se refería a Herbert Hoover, el presidente norteamericano de los años de la crisis de 1929. Es sabido que Franklin Roosevelt será quien se convierta en un gran piloto de tormenta para ese dramático momento y para la nueva tormenta que estaba llegando con el advenimiento de los fascismos en Europa y una nueva guerra mundial.

La cita sobre las cualidades personales y políticas de Hoover parece adecuarse en mucho a las cualidades de Mauricio Macri. Aún más: ambos venían del mundo empresario, además contar con el título de ingeniero. También se diferenciaban en mucho. Hoover trabajó como ingeniero. De joven estuvo metido en muchas galerías de las minas de carbón ubicadas en los Apalaches, como un trabajador más. Hoover carecía de fortuna familiar, siquiera que le permitieran cursar sus estudios universitarios. Más adelante forjó una importante fortuna por medios propios, recurriendo, eso sí, a la disciplina y conducta algo salvaje del individualismo empresario con que muchos norteamericanos contemporáneos hicieron grandes negocios. Por si fuera poco, vivió en más de una docena de países para dirigir sus propias empresas. Algo de altruismo hubo en su biografía cuando coordinó la ayuda alimentaria para más de 30 millones de personas hambreadas en las naciones que fueron devastadas durante la Primera Guerra Mundial.

Desde ya en Hoover hay una biografía inmensa, que se aleja de los pocos puntos en común que tiene con el actual presidente argentino. Sin embargo, comparten tiempos de crisis. Y ambos se mantuvieron en su consistencia ideológica de liberales poco progresistas. También fueron presidentes que colaboraron en el desarrollo de las crisis que sus países. Y cuando pidieron un tiempo extra –reelección para cuatro años más– la sociedad les dio la espalda.

Seguramente dentro de un mes el país electoral consagrará a un presidente que será un piloto de tormenta. Lejos estará entonces de uno en crisis como el actual. Desde ya que el nuevo jefe del Estado contará con la legitimidad electoral que le faltó a quienes le precedieron, lo que le permitirá disponer de un mejor timón para enfrentar la gran tormenta que agitó un presidente que no supo actuar como timonel.

Historiador. Profesor de la Universidad Nacional del Comahue. De vaconfirma.com.ar

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