Search

Postulan al Equipo Argentino de Antropología Forense al Nobel de la Paz

El Equipo Argentino de Antropología Forense nació en 1984, cuando el antropólogo forense Clyde Snow viajó al país y convocó a arqueólogos, antropólogos y médicos para comenzar las exhumaciones y análisis de restos utilizando las técnicas de la arqueología tradicional y la antropología forense

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) fue postulado al premio Nobel de la Paz por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), y la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). La iniciativa, presentada por Karina Batthyány, secretaria ejecutiva de CLACSO, y Alejandro Villar, rector de la UNQ, se fundamentó en “la tarea del EAAF en el ámbito de la ciencia aplicada a conocer la verdad y colaborar con la justicia”.

“Estamos muy agradecidos por la postulación, que nos tomó por sorpresa. Si llega a prosperar vamos a compartirlo con todo el movimiento de derechos humanos en Argentina”, afirmó a Télam Luis Fondebrider, fundador y director ejecutivo del EAAF.

Fondebrider agregó que su organización “forma parte de una sociedad civil”, que su trabajo forma parte del trabajo por “Memoria, verdad y Justicia” desarrollado, y que toman la postulación con calma porque están “con los pies sobre la tierra”.

El EAAF es una organización científica, no gubernamental, sin fines de lucro, fundada en la Argentina en el año 1984, y su creación fue alentada por los organismos de Derechos Humanos locales para buscar, recuperar, identificar y restituir a las víctimas de desaparición forzada del país entre 1974 y 1983.

El EAAF “conformó un grupo pionero de especialistas que desarrollan técnicas científicas en el campo de la Antropología Social, la Arqueología, la Antropología Forense, la Informática y la Genética”, explicó CLACSO a través de un comunicado de prensa.

La organización ya trabajó en más de 60 países con víctimas de desapariciones forzadas, violencia étnica, política, institucional, de género y religiosa; desapariciones actuales; narcotráfico; trata de personas, crimen organizado, procesos migratorios; guerras y conflictos armados; accidentes y catástrofes.

Su labor se sustenta en los principios de los Derechos Humanos, del derecho humanitario internacional y, fundamentalmente, en el respeto por el derecho individual y colectivo a la identidad, la verdad y la justicia.

El presidente del Equipo, Luis Fondebrider, sostuvo en una entrevista con Tiempo Argentino que la tarea de recuperación e identificación de los restos de los desaparecidos de la dictadura cívico-militar fue la primera que emprendió el Equipo en 1984 y que aún continúa. Pero ese conocimiento se expandió a otros sitios del planeta asolados por tragedias de la humanidad. “Es parte del trabajo hacer que ese carácter trágico se torne en un carácter por la verdad y la justicia”, reflexionó Fondebrider sobre la tarea del Equipo, que este jueves festejó el año pasado sus 35 años con una conmemoración en el Polo Científico de Palermo.

Fondebrider sostuvo que el equipo nació con la idea de la aplicación de la ciencia para algo que tiene que ver con verdad, justicia, memoria y reparación en Argentina. En un sentido un poco más amplio es poner la ciencia y el conocimiento al servicio de los familiares de personas que han sufrido violencia en diferentes partes del mundo. “Es un aporte que en nuestro caso lleva 35 años y que nos permitió trabajar teniendo a los familiares como centro de nuestra actividad, desde la justicia, desde la memoria, de alguna manera reconstruyendo estas historias micro que son las historias de cada familiar para una construcción colectiva, mucho más amplia, para dar una visión de lo que pasaba”, destacó.

Aclaró que en el trabajo que realizan se mezcla lo social y lo científico. “Desde el principio decidimos hacer ciencia con los familiares y no para los familiares. Y eso fue un poco diferente en cómo se venía haciendo ciencia forense”. Y agregó: “ Tratamos de hacer una ciencia, sacarla del foco cerrado del expediente judicial para hacerla transparente, más clara para el familiar, que se le explique cómo se hacen las cosas, por qué, atendiendo sus dudas, sus incertidumbres y así avanzamos”.

El Equipo Argentino de Antropología Forense nació en 1984, cuando el antropólogo forense Clyde Snow viajó al país y convocó a arqueólogos, antropólogos y médicos para comenzar las exhumaciones y análisis de restos utilizando las técnicas de la arqueología tradicional y la antropología forense. “Él nos formó y nos acompañó en los primeros años”, recuerda Fondebrider en la sede que el EAAF tiene en la ex Esma. Tres décadas y media después, son 65 los científicos del equipo y restituyeron los restos de casi 1000 desaparecidos en la Argentina  –todavía tienen más de 600 restos por identificar por lo que lanzaron una campaña para recibir ADN de familiares– y trabajaron en casos resonantes como la identificación de los restos del Che Guevara o los 43 de Ayotzinapa, en Centroamérica, en Vietnam o en Timor Oriental, y también en la Argentina en Malvinas, la AMIA o La Tablada. “Tanto la investigación de casos como la formación son dos puntos muy importantes para nosotros y así hemos trabajado hasta el día de hoy en unos 50 países que nos han pedido este trabajo y seguimos avanzando”, resumió Fonderbider.

10