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Por que se vea, o no, por tevé

Las transmisiones del fútbol que ahora ostenta Canal 7 generan opiniones diversas. Están los que cuestionan la democratización porque las repetidoras no funcionan y los que dicen que es lo mejor que podía pasar.

Por: Daniela Barreiro

El fútbol es el deporte que más moviliza a los argentinos. La pasión que despierta puede verse en las canchas, los bares en los que los aficionados se reúnen a ver los encuentros o en los hogares. Hasta hace un tiempo esta última opción no era la más utilizada ya que los partidos, al menos los más importantes, se transmitían por canales codificados a los que no todos tenían acceso.

En la actualidad, esta situación parece haber cambiado ya que las nuevas normas de trasmisión de este deporte, llamada por el gobierno nacional como “Fútbol para todos”, permitiría a los aficionados, a través de Canal 7,  ver sus partidos favoritos de manera gratuita y accesible, pero, ¿qué hay de verdad en esta democratización del fútbol? ¿Tiene todo el mundo acceso a las transmisiones?

Estas y otras preguntas surgen a la hora de hablar de esta decisión del gobierno. Hay quienes se pronuncian a favor de la medida oficial, y quienes sostienen que el negocio del fútbol sólo ha cambiado de manos. El asunto comenzó a despertar polémicas de distinto signo a poco más de un mes del Mundial de fútbol. En lo que sigue, el cantautor  y columnista de fútbol Adrián Abonizio y el periodista deportivo Luis Alberto Yorlano echan una mirada al asunto.

 

¿Para quién es el fútbol?

El “Fútbol para todos” es el traspaso de los derechos de televisación del fútbol, desde la cadena privada TyC Sport al Estado nacional. Desde que estos derechos fueron adquiridos, los partidos de fútbol pueden verse por Canal 7, la Televisión Pública.  

Esto aparentaría una democratización de dichas trasmisiones ya que anteriormente era necesario abonar un servicio de televisión por cable para acceder a los partidos de primera división. Pero este panorama alentador comienza a desdibujarse cuando muchos de los usuarios que intentan ver los partidos por la señal de aire no pueden hacerlo porque ésta no llega a buena parte de los ámbitos domésticos.

En Rosario existen zonas en las que la visualización del canal estatal es prácticamente imposible y entonces ya no existe la opción real de ver los partidos. “Esto no es fútbol gratis porque no se puede ver en todo el país, entonces la gente lo sigue viendo por el cable. No entra por antena como en un principio; antes la señal estatal podía verse con una papa y dos escarbadientes y hoy ya no es así. El día que pongan repetidoras va a ser diferente, pero van a pasar años para que ocurra esto”, opinó  Luis Alberto Yorlano.

Pero las opiniones pueden ser encontradas y las conclusiones, diversas; la no llegada del canal a todas las localidades no es sopesada del mismo modo por todos. “Si Canal 7 no se ve es por un problema local de antenas o porque hay quienes no quieren que se vea. No hay que olvidar que hay gente para la que Canal 7 se ha trasformado en el diablo. Pero lo que no se sabe es que para derrotar a Canal 7 se tiene que mejorar los productos que las otras señales emiten. De hecho, con poco, Canal 7 molestó a todos, más allá de que tenga el fútbol de su lado no hay que olvidarse que también hay programas de calidad y de cierta ética periodística y que esto no tiene necesariamente que ver con que venga de un canal oficialista. No podemos pensar que estamos viendo el canal de Mussolini, es un canal democrático, un canal dirigido por gente que fue elegida para gobernar”, señaló Adrián Abonizio, un entendido de este deporte.

Sin duda las falencias técnicas que rodean a la trasmisión del 7 son reales y están siendo contempladas tanto por el gobierno nacional como provincial. En los últimos días surgieron propuestas con la intención de los distintos estamentos gubernamentales para solucionar estas vicisitudes. Según trascendió, el gobierno nacional planea poner en funcionamiento el nuevo formato de televisión digital y el primer canal que transmitiría en este formato sería Canal 7. Por su parte, el gobierno provincial tiene planes para renovar las antenas de retransmisión de esta señal, ubicadas en el parque Independencia, para favorecer la recepción por aire de este canal.

Cambio de relato y de costumbres

El cambio de manos en lo que refiere a la administración de las trasmisiones de fútbol trajo aparejadas modificaciones y, sin duda, el periodístico es uno de los más visibles ya que las caras o las voces que los aficionados estaban acostumbrados a escuchar, se movieron de lugar. “Con el fútbol en la televisión abierta uno descubrió periodistas menos cancheros, no tienen ese tonito pedante que tenían antes, que denotaba que son una especie de comunidad de castrados que hacían chistes con doble sentido. Con el fútbol abierto uno pudo ver otra clase de periodismo, un periodismo más simple, más llano, más humano que el que había antes y con mucho más respeto a la audiencia, son más pudorosos. Ahora ya no te cuentan, como pasaba antes, que la noche anterior vieron a un jugador en tal o cual boliche, interfiriéndote la visión del partido. En cambio, ahora ves un periodismo deportivo que no se detiene en estas cuestiones. Son más moderados y te dejan ver el partido”, asegura Abonizio.

Casi en un sentido inverso, el conductor de Fútbol sin trampa explica: “Para mí no hay diferencia en lo que respecta a las transmisiones. La parte técnica es la misma porque la hace Ramiro Nieto, que es el mismo que la hacia en Torneos y Competencias. Los periodistas no se pueden lucir porque hay un partido detrás del otro y los otros periodistas tenían mucha más gimnasia en cuestiones de trasmisión. Sin embargo, hay algunos que lo hacen muy bien, por ejemplo la dupla principal, Marcelo Araujo y Julio Ricardo, que tiene una vasta experiencia, son periodistas serios. Los chicos de Rosario andan bien pero hay otros que están muy lejos de lo que es el seguimiento de un partido por televisión”, aseguró.

Además de la modificación de las caras visibles en la transmisión, se produce una modificación en los hábitos de los usuarios. Antes, ver un partido de fútbol implicaba algún esfuerzo, una movilización y una averiguación exhaustiva acerca de los medios que lo trasmitían, ahora las cosas parecen haber cambiado un poco. “El mayor acceso trae aparejado un cambio cultural importante que tiene múltiples lecturas. La primera tiene que ver con la práctica, todo el mundo tiene ahora acceso a lo que antes estaba vedado. Por otro lado está la exageración de esa práctica, por ejemplo con el tema del Mundial se anticipan las fechas y por esa razón se levantan programas que uno sigue solamente porque juegan dos equipos cualesquiera. Aparentemente el fútbol ocupó un lugar de demasiada importancia, un lugar que ya tenía pero por el que había que pagar. Ahora es gratis y es peor, es como vender cocaína en un lugar para adictos. Como soy futbolero me gusta que sea accesible pero me condiciona mucho, ahora dejo de hacer cosas porque están trasmitiendo un partido. Antes, como no tenía acceso, era más emocionante la vida, porque había que estar pidiendo que alguien te diga como va tal partido, ahora es un poco más fácil”, describió algo irónico Abonizio.

 

El fútbol, un negocio millonario

Sin duda, otra de las cuestiones que se pusieron en tela de juicio respecto del “Fútbol para todos” fue la económica. Tras la compra de los derechos de las transmisiones de fútbol, las sumas de dinero manejadas en este tipo de negocios comenzaron a circular y dejaron a la vista el potencial de este negocio.

“Si el fútbol no fuera negocio no se les podría pagar a los jugadores o se cambiarían de equipo o se irían. Entonces para tener un nivel competitivo hay que hacer un negocio, hay que hacer plata, hay que venderlo a la televisión o a quien fuere. Además el fútbol provoca un fenómeno social como pocos, me parece que creció la popularidad del gobierno a partir del fútbol para todos. Eso pasa por la gran llegada a la gente que tiene este deporte”, dijo Yorlano.

“Estoy de acuerdo en que el fútbol no quede en manos privadas, en donde uno no solamente compra un espacio sino que dentro de ese espacio hay publicidad con la que uno ideológicamente no está de acuerdo. Lo mismo pasa con el canal oficial, solamente que en ese caso uno lo toma diferente. Son dos desvíos distintos, solamente que en lo personal me quedo con este desvío por el que, al menos, no tengo que pagar”, aseguró Abonizio.

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