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La artista y fotógrafa Andrea Ostera, será una de las pocas artistas argentinas participantes internacionales de la feria de arte contemporáneo ARCOmadrid, una de las ferias más relevantes del arte contemporáneo, que se desarrollará en la capital española del 22 al 26 de febrero. Su participación será presentada por la galería Diego Obligado de Rosario, la primera de la provincia de Santa Fe en ser invitada a este prestigiosa gala de arte internacional.
ARCOmadrid este año celebra su 42ª edición, y la muestra rosarina forma parte de la sección “Nunca lo mismo. Arte latinoamericano”, con curaduría de Mariano Mayer y Manuela Moscoso. Bajo la instalación llamada “Doble exposición”, un solo show, la muestra se configura a partir de tres conjuntos que exploran la sensualidad de la superficie fotosensible.
Desde comienzos de los noventa, Ostera aborda material fotográfico que alcanzó su fecha de vencimiento, y “Doble exposición”, un solo show propone una obra viva, ya que varía a cada momento, cambian sus colores, evidencian en modo acelerado lo que ocurre inevitablemente con todas las cosas: reaccionan a la luz y cambian.
“Es una obra viva que sigue mutando desde que fue creada, ya que fue creada sin fijadores, y por eso los colores rosa, celeste y negro mutan a los amarronados con el correr del tiempo”, dijo la artista a al portal Mirador Provincial.
Ostera contó que en noviembre del año pasado la galería Obligado la convocó para acercarle su obra a ARCOmadrid, “una feria muy grande, en dimensiones es unas seis veces ArteBA según alguien me referenció”.
“Es un buen pretexto participar de ARCO y ver también todo lo que producen cientos de otros artistas. Tengo mucha ilusión porque dicen que hay gran calidad, son obras de muchos países y de habla hispana”, añadió.
La obra entera fue realizada bajo la técnica Lumen, con papeles antiguos, vencidos. Sobre cómo es esa técnica, la artista rosarina explicó: “El proceso es fotosensible, similar a cuando una persona toma sol, que la piel tiene una reacción. Pongo un papel al sol con otro papel adelante, durante días u horas. La luz va produciendo una imagen, sin sacar fotos con cámara, pero es una foto igual: me interesa rescatar esa idea de que haya fotografía sin necesidad de una cámara”.
Detalló que se trata de un sistema muy básico que está en el origen de la historia de la fotografía: “La técnica nació en los tiempos del daguerrotipo, en la década del treinta, de la mano de Talbot, quien empezó con dibujos fotogenéticos en papel sensible, poniendo flores adelante que se imprimían”. Y agregó que “eso era un método inestable, que desaparecía en el tiempo. La técnica mejoró con los años, y sumando el uso de un fijador”. En este caso, Ostera decidió no usar fijador, generando que la obra vaya mutando en el tiempo con su deterioro.
Su obra pasa por exponer el material crudo. Para la fotógrafa, su búsqueda “es una especie de respuesta, con énfasis en el peso del material fotográfico”. “Un recordatorio de mi generación sobre la materialidad, ya que las nuevas generaciones no conocen de la espera, del rollo que duraba muchos días, esperar el revelado y ver las sorpresas que salían, con esa expectativa que se esperaba”, sostuvo. “Esto cambió con la fotografía digital primero, y ahora con la imagen reproducida en la pantalla del celular. Alimentamos al monstruo infinito de imágenes”, concluyó.
Andrea Ostera es una artista visual y fotógrafa. Forma parte del Colectivo de fotógrafas rosarinas Camaradas, y es docente de fotografía analógica en la Escuela Municipal de Artes Plásticas Manuel Musto, así como en su taller particular.
Nació en Salto Grande en 1967. Completó sus estudios de grado en la Universidad Nacional de Rosario y en 1992 se mudó a Nueva York (Estados Unidos) para participar del programa de Estudios Generales en Fotografía, en el International Center of Photography. Tras esa experiencia regreso a Rosario y comenzó a trabajar en un proyecto de largo alcance en el que prescindió de la cámara, experimentando con copias de contacto y proyecciones de objetos sobre material sensible.
En la muestra Ritual de lo habitual (Centro Cultural Bernardino Rivadavia, 1994) presentó las primeras obras de este proceso. Por este trabajo fue convocada como parte del envío argentino a Les Rencontres Internationales de la Photographie, Arles (Francia), en 1996, y a la Primera Bienal del Mercosur, Porto Alegre (Brasil), en 1997. En el mismo año, obtuvo un subsidio a la creación de la Fundación Antorchas y la primera mención en el Premio Braque. En 1998 realizó dos muestras individuales: Fotogramas en la Fotogalería del Centro Cultural General San Martín, en Buenos Aires y Conciso, sucinto, preciso en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia local.
Entre 1997 y 1999 participó de la Beca Kuitca. Poco después viajó a los Estados Unidos para realizar estudios de posgrado en Bellas Artes en la Universidad de Nueva York, subvencionada por la beca Fulbright/Fondo Nacional de las Artes. En 2001, regresó al país, donde luego recibió el Diploma al Mérito de la Fundación Konex.
La investigación sobre el medio fotográfico, sus condiciones, límites y posibilidades ha sido el eje principal de sus proyectos. Persona (CCK, Buenos Aires, 2018), Affaire (Centro Cultural Ricardo Rojas, Buenos Aires, 2017), +room (Museo de Arte Contemporáneo, 2016) y Capturas de Pantalla (Mal de Archivo, 2016) se cuentan entre sus muestras individuales más recientes.
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