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Por los derechos perdidos

Juan Nucci, el líder de los empleados judiciales, analizó la celebración de mañana en el marco de la defensa de las políticas del gobierno nacional y de la existencia de una central única de trabajadores.

Juan Nucci, el líder de los empleados judiciales rosarinos, se autodefine como “una construcción del MTA (Movimiento de los Trabajadores Argentinos)”, donde empezó a militar en 1994, de la mano de Saúl Ubaldini, “uno de los dirigentes más grandes que ha tenido el movimiento obrero en la Argentina”, con quien había integrado el Grupo de los 25 durante la dictadura. Es por aquellos años 90 donde –dice– se formó “el perfil dirigencial actual” expresado en el liderazgo de Hugo Moyano y el acompañamiento a las políticas de la presidenta Cristina Fernández: “Nosotros creemos que este modelo, sin la profundidad y la velocidad que quisiéramos, nos está permitiendo a los trabajadores recuperar derechos. Por eso esta celebración del Día del Trabajador no podemos dejar de analizarla bajo la óptica de los últimos 30 años que vivimos los argentinos. El modelo neoliberal y la desaparición de tantos compañeros implicó arrasar derechos y conquistas de mucho tiempo, que empezamos a recuperar a partir de 2003, aunque estamos seguros de que todavía falta mucho para reconquistar todo lo que el liberalismo, tanto desde el baño de sangre de la dictadura como de las democracias formales, nos quitó”.

—¿Qué se logró y qué falta?

—Se logró la posibilidad de discutir salarios, en comparación con las décadas en las que estuvimos sin paritarias ni discusión salarial en el Estado. Otro logro es la reducción de las tasas de desocupación. En cuanto a lo que falta, creo que la gran batalla de toda la clase trabajadora argentina es la inclusión, en función de que hay muchos compañeros nuestros que hoy están fuera del mundo del trabajo o trabajando en negro, que es una forma de exclusión.

—El fallo de la Corte sobre libre afiliación, ¿fue un avance o un retroceso?

—Si bien tenemos visiones idénticas y solidarias con muchos compañeros que militan en la CTA (Central de Trabajadores Argentinos) y tienen una legitimidad absoluta de representación, creemos que en momentos donde las patronales se van integrando lo ideal es que también los trabajadores nos integremos. El escenario ideal para los trabajadores es una central única que nos contenga a todos. Yo provengo de un sector que planteó la disidencia en los 90. Cuando se conformó la CTA nosotros planteamos una experiencia sindical también novedosa, con absoluta diferenciación de esa conducción entreguista que estaba al frente de la CGT en los 90, aliada con quienes estaban destrozando derechos, pero sin dejar de ver la necesidad de sostener el modelo único de trabajadores. Eso permitió que hoy la CGT tenga a la cabeza a Hugo Moyano.

—¿Cuáles son los perjuicios?

—Yo entiendo que varias representaciones ante una misma patronal implica una selección de negociación que debilita al trabajador. El desafío es integrar distintas visiones en función de un principio elemental: que los enemigos de los trabajadores no están entre los trabajadores que piensen distinto, lo que es una cuestión central a discernir. Por eso ante patronales centralizadas yo creo que la división es una debilidad, tanto para la lucha como para la negociación.

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