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Por la autopista de la ciencia

Julio Bárbaro acaba de publicar un nuevo libro: “Hablemos de Política (De una vez por todas)”.

Julio Bárbaro acaba de publicar un nuevo libro: “Hablemos de Política (De una vez por todas”. Muchos adjetivos podrían utilizarse para ponderar el trabajo de este peronista que intenta que los políticos se vuelvan a enamorar de la política. A mi criterio lo más impactante del libro lo narra el autor con una naturalidad que el episodio no tiene y que a mi entender, refleja como pocos la situación política en la que hoy se encuentra Argentina. Bárbaro en la página 40 cuenta que hace poco se cruzó en la calle con un funcionario kirchnerista, otrora su amigo. Cuenta Bárbaro el siguiente diálogo: mi amigo me dijo “no te invito a casa porque me da vergüenza”. “Es para tanto?-le pregunté. “Sí –me respondió- la verdad es que me excedí”. Previo a este diálogo describe al autor que hoy en el poder hay un club privado donde hay un pacto no escrito para no permitir el ingreso de testigos ingratos, es decir aquellos que no se enriquecieron con el poder. El club está integrado por quienes han dado un salto económico haciendo un culto de la impunidad y el todo vale. Julio Bárbaro dice “yo recuerdo haber dejado de ver a amigos en los 70 cuando pasaban a la clandestinidad para asumir la lucha armada, pero nunca me imaginé que desde Menem en adelante demasiadas relaciones dejarían de verme o invitarme a su casa para evitar que calcule sus riquezas”.

Lamentablemente en estos treinta años de democracia la naturalización de la corrupción en todos los niveles, nos encuentra con una Argentina que va perdiendo su escala de valores. Empresarios, sindicalistas, políticos y la propia ciudadanía admiten en un código no escrito la tolerancia a la alteración de la ley. Así es como se admite y justifica la militancia rentada, se admite y justifican los sobresueldos. Se admite y se justifica que los medios se pongan el traje del mejor postor y no del que ideológicamente “les cabe”, se admite y se justifica que muchos políticos vayan de partido en partido, sin pudor alguno, representando a los famosos candidatos ni ni: ni saben, ni quieren, ni les interesa abocarse a ninguna otra cosa que no sea mantenerse en el poder. Este es el tema central de la Argentina actual que al no resolverse quedará maniatada en un presente continuo, no podrá acceder a proyectar su futuro. Si observamos el discurso de los candidatos advertiremos que no hay futuro en sus planteos, sus discusiones son todas de ayer. Este presente está tan encadenado a ese pasado que asfixia. Inclusive aquellos que pueden tener autoridad moral para plantear el gravísimo problema de la corrupción, han quedado atrapados en mezquindades y vanidades que les imposibilitan invitar a soñar el futuro. ¡Cómo soñar el futuro si en el barrio Itatí de Rosario, hay personas que deben realizar sus necesidades fisiológicas en un balde para luego volcarlas a unas cuadras en un contenedor de basura! El pasado pisa tan fuerte que nos inhibe de soñar.

Si hemos llegado a esta degradación democrática, la corrupción lo es, es porque los partidos han sido vaciados ex profesamente para impedir debate y cuestionamiento. A los jóvenes se los entretiene anestesiando sus mejores rebeldías. Los partidos en funcionamiento forman cuadros capaces de llevar adelante un gobierno. Hoy estamos ante la triste realidad de gobierno sin equipos. O equipos alquilados. La ideología (que viene ausentándose con aviso) no se alquila.

Como soy enemiga de la masificación de los conceptos, sigo hurgando para encontrar una Argentina que conecte con su futuro. Todo indicaría que el transporte que nos llevará a él tiene que ver con la política científica. Gottingen tiene a partir de esta semana cuarenta y seis premios Nobel, pero un equipo argentino encabezado por el Dr. Claudio Fernández realizó el trabajo previo y posibilitador del descubrimiento que terminó galardonando a Rothman, Schekman y Sudhof. Este trabajo y esta continuidad de trabajo llevan a que el Instituto Max Planck de donde surgieron los 46 premios nobeles tenga seis laboratorios fuera de Alemania, de las cuales 2 están en Argentina.

Claudio Fernández sueña y siente que está muy cercana la posibilidad de elaborar fármacos para tratar enfermedades tales como el Parkinson, el Alzheimer, como así también el cáncer, la tuberculosis, el chagas, el dengue, la malaria, la leishmaniasis,. Y fundamentalmente habla de su compromiso social para que los medicamentos no sean sólo accesibles a quienes lo puedan pagar. Para sorpresa y expectativa de una Argentina con futuro el visitar la página web del Conicet implica encontrar réplicas de Claudio Fernández.

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