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Polémica muerte por una transfusión que no pudo ser

El paciente era Testigo de Jehová y su esposa presentó un escrito en el que se negaba a esa práctica. El hombre falleció esta mañana en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez.

Falleció esta mañana un hombre de 36 años que se encontraba internado en el Hospital de Emergencia Clemente Álvarez (HECA), tras sufrir graves heridas en un accidente de moto. La esposa de Camilo Orlando Zampini -el accidentado- presentó un documento en el que la víctima se negaba a recibir transfusiones sanguíneas por cuestiones religiosas. Por lo tanto, los médicos no pudieron realizar las cirugías necesarias.

La compleja situación se vivió el fin de semana en el HECA, cuando Zampini ingresó al efector. Si bien lo primero que hicieron los médicos fue tratar de descomprimir un coágulo que le aprisionaba su cabeza, después de ello aconsejaron una transfusión. Pero su esposa, que profesa la religión Testigo de Jehová al igual que él, impidió esa práctica y llevó un escrito en el que la víctima también se negaba a ser transfundida. La hermana del herido no estuvo de acuerdo, y presentó un amparo judicial para que se le practicara la transfusión, pero cuando la Justicia autorizó el trámite ya era tarde, ya que la víctima tenía muerte cerebral. El secretario de Salud Municipal, Lelio Mangiaterra, explicó que en estos casos, cuando los adultos se niegan a ser transfundidos, la ley los avala. Y desde el Estado intervienen mediante amparos sólo cuando se trata de niños, porque se supone que no están en condiciones de decidir, algo que hasta el momento la Justicia avaló.

Libia Zampini tiene 35 años. Ayer se encontraba en el Heca esperando un milagro que salvara la vida de hermano, Camilo Orlando, de 36, que está casado y es padre de dos hijos.

Según relató Zampini a El Ciudadano, el viernes 11, cerca de las 15, su hermano circulaba en moto por Ovidio Lagos al 3600, cuando al parecer se cruzó con un perro y chocó. El siniestro, que es investigado por agentes de la comisaría 13ª, lo dejó muy malherido, por lo que el hombre terminó en el Heca.

Según explicó Zampini, en el hospital le abrieron la cabeza y lograron descomprimir el cerebro, y ante la pérdida de sangre los médicos sugirieron transfundirlo.

Pero no fue posible, ya que la esposa de Zampini, Claudia, de 35 años, presentó un escrito en el que el hombre aseguraba que no quería transfundirse.

Libia Zampini sostiene que el papel es confuso, que tiene distintos colores de tinta, espacios en blanco, y es poco legible, y asegura que no se acredita la firma de él.

Por esos motivos, la mujer presentó en Tribunales, pero el juez correccional que estaba en turno se declaró incompetente y la causa pasó al juzgado civil de Paula Sansó.

La magistrada ordenó que los peritos forenses evaluaran la situación de Zampini y autorizaran la transfusión, pero según explicó la hermana de la víctima el estado de salud de su hermano ya se había tornado irreversible.

En medio de los nervios, la situación se tornó compleja en el hospital para Libia, ya que según contó a El Ciudadano y en la comisaría 13ª, varios Testigos de Jehová comenzaron a amenazarla y agredirla.

La ley los avala

El secretario de Salud municipal, Lelio Magiaterra, explicó que en casos como los de Zampini la ley es clara. Es que en la segunda mitad de 2009 fue promulgada la norma de protección a los pacientes, que otorga autonomía y decisión al enfermo. “Si ellos en uso de sus facultades indiscutibles, en un momento previo a una enfermedad, hacen una declaración ante escribano en la que consta que no quieren recibir transfusiones, queda vedada la posibilidad, sobre todo en adultos”, destacó Mangiaterra.

“En los menores es distinto: como dependen de un mayor, nosotros lo que hemos hecho cuando los padres se niegan a tratarlo es un amparo ante la Justicia, que siempre ha sido favorable”, dijo Magiaterra, aunque aclaró que este tipo de casos no son frecuentes.

“En el caso de los adultos, nosotros no podemos hacer nada, pero algún familiar puede hacer un amparo y el juez es el que decide”, explicó.

“Es similar a los pacientes que tienen una enfermedad terminal y piden ante escribano que no se haga más nada. Es ley y tienen derecho a ejercerlo”, destacó.

Sobre el caso de Zampini, el funcionario explicó que la mujer profesaba la misma religión que su marido y avaló que no fuera transfundido. De todos modos aclaró que el estado del paciente siempre fue muy grave.

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