Observatorio

Nada para envidiar

Pobres en California: niños sin útiles y adultos sin un lugar donde dormir

Pese a que no se conoce tanto, la pobreza en algunos lugares de Estados Unidos tiene cifras alarmantes y las víctimas son familias enteras y sus hijos, que padecen situaciones extremas


Una pregunta que cada tanto cualquiera se hace: ¿existen los pobres en Estados Unidos tal como se conoce esa situación en el resto de América del sur? Audiovisuales en la web, circulando por las redes que muestran calles de muchas ciudades norteamericanas con gente durmiendo en las entradas de los edificios, con sus carritos con sus pertenencias como evidente muestra de que es lo único con lo que cuentan, de manera que esa pregunta estaría saldada de antemano pero es poco lo que trasciende por fuera de esas muestras de pobreza, por ejemplo cuáles son las ciudades donde más se da y quiénes son los que más la sufren.

Niños sin techo

“Comida, un lugar donde dormir, algo que vestir: son cosas por las que un niño de 7 u 8 años no tendría que preocuparse”, dice José Razo, director de una escuela primaria en los suburbios de Los Ángeles, California. A esa escuela asisten niños con mirada preocupada y cuando se les pregunta donde viven, todos lanzan respuestas vagas. Al menos uno de cada cuatro alumnos de Razo es considerado un “sin techo”. Construida en 1945 la escuela primaria Telfair es una de las escuelas del distrito de Los Ángeles con la mayor población de niños en esta condición. El 98% de los jóvenes que asisten son de origen latinoamericano. Y ante la falta de recursos, más de la mitad de las familias de estos alumnos se apiñan en viviendas compartidas con otras personas de su misma condición. “Cuando eres madre soltera y ganas el salario mínimo –doce dólares la hora en Los Ángeles–, apenas te alcanza para alimentarte y mucho menos si tienes hijos”, explicó Razo. Las estadísticas de ese estado norteamericano han relevado que alquilar una habitación es muy difícil y a veces las familias se amuchan en una sola habitación con dos o tres hijos. También se supo que un 30% de esos alumnos sin techo viven en garajes, no siempre equipados con sanitarios, una realidad que, según dijo este docente, viene desde los lejanos 80. Él mismo sabe que algunas familias cuyos hijos son sus alumnos van de motel en motel y otras duermen en casas rodantes, en autos o en albergues, lo cual para estos niños se torna una situación muy complicada ya que, a veces, hacen sus tareas escolares en un baño, el único lugar ciertamente tranquilo.

Sin hogar establecido

En la escuela Telfair, cerca de 160 estudiantes entran en la categoría de “sin techo”, pero se estima que entre 10% y 15% no respondieron cuando se los encuestó por sentir vergüenza de su situación de calle. De cualquier forma, esta escuela no es un caso aislado: el distrito escolar de Los Ángeles calcula que 18 mil niños no tienen un hogar establecido. California aparece como la quinta economía del mundo, pero ostenta un primer lugar en la tasa de pobreza de Estados Unidos, sobre todo si se toma en cuenta el costo de vida. Para Razo, escapar de la pobreza comienza por ir a la escuela y ese es el mensaje que les repite sin parar a sus alumnos para intentar detener la deserción que a veces es alta.

“Puedes perder tu casa, puedes perder tu trabajo, pero hay dos cosas que nadie te puede quitar: tu voluntad y tu diploma”, suele afirmar Razo.

En esa escuela se provee a los niños de tres comidas durante el día y también el equipo educativo invierte tiempo y dinero para ayudar a los niños. “Los maestros son también trabajadores sociales, enfermeras, psicólogos y padres”, dijo Razo, destacando que a veces trabajan hasta doce horas al día. Estos espacios educativos a veces reciben ayuda de algunas ONG, que les entregan mochilas, ropa, zapatos y libros, que los niños reciben muy contentos. Como en otras partes del mundo, estos niños hacen un esfuerzo para continuar con sus clases, ahí donde el Estado suele estar ausente y dependen más de la gente que los educa.

En una oportunidad, algunos de los alumnos faltaron varios días porque estaba lloviendo pero al tratarse de una lluvia no tan intensa surgió el interrogante de por qué pasaba esto. Poco después las autoridades se enteraron que era porque esos chicos tenían un solo par de zapatos y estaba agujereado.

Gente que vive en sus autos

Muchas de esas familias a las que pertenecen esos niños, como se mencionó más arriba, viven arriba de sus autos –y aquí se ve una diferencia muy marcada con Latinoamérica, donde no es tan fácil hacerse de un vehículo– y pagan estadías en estacionamientos al aire libre –mucho más baratos– mientras los padres trabajan en alguna cosecha frutihorícola cuando la consiguen y el o los niños asisten a clase. Por lo tanto, a la noche duermen sobre los asientos de los automóviles, que generalmente no están en las mejores condiciones. Las familias que viven en los estacionamientos consideran a estos lugares mucho más seguros que cualquier otro porque aseguran que allí pueden dormir tranquilamente sin tener que estar mirando todo el tiempo a cada lado. Y además porque no tienen un costo muy alto tampoco y luego puede usarse el auto para ir a trabajar. Durante las noches frías de invierno muchos vehículos, algunos con niños, comienzan a llenar este tipo de estacionamientos que van sumándose a lo que comienza a conocerse como “estacionamientos seguros”, sobre todo en California pero también en otros estados de Estados Unidos para ofrecer a personas sin techo un lugar donde poder dormir.

Algunas organizaciones de ayuda lograron que media docena de estos estacionamientos ofrezcan gratuitamente, al menos por 12 horas, un lugar seguro a las cerca de nueve mil personas que viven en la ciudad en sus autos o, cuando son más afortunadas, en casas rodantes. Baños químicos y lugares para lavarse las manos y la cara están disponibles para los usuarios, que deben llenar una solicitud previamente para ser admitidos. La gente se siente más segura en estos lugares al no estar tan expuesta durante las noches.

Punto de ruptura

Programas similares fueron implementados en otras ciudades de California –incluida el área de la bahía de San Francisco–, donde los disparatados precios de las viviendas están haciendo que muchas personas de bajos ingresos terminen en la calle, volviendo a repetirse la historia de los noventa cuando la burbuja inmobiliaria generada por los capitales especulativos dejó en la calle a decenas de miles de estadounidenses. Para las organizaciones de ayuda, los que tienen un vehículo aparecen como unos privilegiados ya que en el estado de California vive la cuarta parte del más de medio millón de personas que viven en la indigencia en Estados Unidos. Este estado, con una economía con peso específico propio a escala mundial, tiene además la tasa más alta de indigentes sin refugio, es decir, personas que viven en sus autos, en edificios abandonados y en parques. Sólo en el condado de Los Ángeles, hay 53 mil indigentes, un gran incremento respecto de los 38 mil que había en 2010, según datos del Instituto de la Vivienda estadounidense. A partir de la gestión de la administración Trump, los alquileres subieron vertiginosamente y dejaron atrás los ingresos de la gente, que dejó a miles en situación de calle, conformándose como un problema acuciante para el gobernador del Estado, el demócrata Gavin Newsom, que ya ha tenido cruces ríspidos con la administración central. El sueño americano hoy tiene estos ribetes, por lo que podría tranquilamente hablarse de pesadilla americana.

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