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Plus médico: una práctica habitual que nadie toca

Sigue siendo una exacción que realizan profesionales e instituciones privadas por la cual no entregan recibo. Afip empezó a cruzar datos con obras sociales ya que por esos ingresos no se tributa.

En las últimas semanas ingresaron presentaciones escritas a la Cámara de Diputados de la provincia, la Oficina Municipal del Consumidor, la Defensoría del Pueblo y el Concejo Municipal en las que se requiere a las autoridades que de una vez por todas intervengan para terminar con el cobro del plus médico o sobreprecio a afiliados de obras sociales a la hora de atender una consulta o realizar prácticas y cirugías. Las cartas llevan la firma de Francisco Ferrari, un empleado público jubilado que en el plano personal batalló toda su vida contra médicos y sanatorios cada vez que le exigieron una exacción por la cual, además, se niegan a entregar una constancia escrita o recibo. Harto de estar harto, ahora decidió sumar voluntades. Ferrari reafirma algo que todos saben: que la actividad está naturalizada, la realizan todos los profesionales privados, constituye una ambición recaudatoria no fiscalizada por el Estado y, por ende ilegal desde su punto de vista. En tanto, la regional Santa Fe de la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) acordó esta semana con distintas obras sociales –Iapos y Pami entre otras– un trabajo en conjunto para fiscalizar el plus médico y los encuadres fiscales de los profesionales. En Rosario se implementará una vez que se conozcan los resultados de la experiencia en la capital provincial (ver recuadro). El Colegio de Médicos de Rosario, por su parte, defendió el cobro como “consecuencia directa del no reconocimiento económico de la profesión” por parte de obras sociales, sistemas de medicina prepaga y mutuales (ver aparte).

En diálogo con El Ciudadano, Francisco Ferrari, jubilado de 66 años del Ministerio de Trabajo de la provincia de Santa Fe, oriundo de zona sur de la ciudad, explicó: “Muchos años lo vengo sufriendo este agravio. Era un asalariado y toda mi vida dependí de la obra social para mi bienestar y el de mi familia. Llegó un momento en que era imposible acercarme a un médico –no importa su especialidad o lugar de trabajo– sin pasar previamente por un filtro, que es el plus médico, prohibido por las obras sociales”. Yo me rehusaba a pagar, discutía y me iba a buscar alguien que no cobrara plus. Por supuesto, no pude escapar, porque esto es un sistema generalizado, desde el médico barrial hasta el especialista de un sanatorio de bulevar Oroño”. Así comenzó el relato de su experiencia, que se batió entre historias personales y de conocidos, más respuestas sobre los por qué y cómo de la actividad.

Según Ferrari, el cobro extra que realizan los médicos privados en la ciudad tiene dos modalidades: abono por consulta y por práctica médica. “Por consulta más la orden de la obra social, si es necesario, un monto de entre 20 a 50 pesos. Y por el otro, las prácticas médicas, donde también cobra hasta el anestesista, por ejemplo. Aquí los montos varían a partir de la complejidad de la tarea a realizar, pero puede llegar a valores elevadísimos”. De acuerdo con el jubilado, un familiar suyo se operó de próstata hace varias semanas y el médico de “un sanatorio ubicado sobre bulevar Oroño le cobró 9 mil pesos de plus médico”.

Sobre el accionar de los médicos privados en asociación con “todas las obras sociales que funcionan en Rosario”, Ferrari indicó que, excepto algunos “heroicos”, todos los médicos de la ciudad lo hacen. “Algunos que trabajan en su casa no lo cobran. Los que están en un sanatorio o consultorio cualquiera, según ellos, pagan el lugar, no son empleados de los institutos. Dependiendo del lugar, donde te atienden sube el precio. Si es una clínica de prestigio, siempre es alto el costo del plus”, detalló.

En negro

La precarización de los trabajadores y la evasión fiscal a la hora de declarar ingresos corresponde al paradigma de estar o hacer “en negro”. Esto significa realizar una actividad económica sin el control del Estado. El dinero del plus médico no puede ser reclamado a la obra social u otra entidad por una sencilla razón, explicó Ferrari: “No emiten ningún tipo de constancia o recibo por la «transacción». Esto les permite no declarar la plata”. Sobre los diferenciales entre obras sociales, aseguró: “Hasta la más cara y que brinda mayor cobertura te desprotege frente al plus médico que exigen. Somos cautivos de este sistema de recaudación generalizado”.

La falta de recibo de cobro imposibilita radicar una denuncia judicial, según el hombre. “Es mi palabra contra la del médico. Ahora, es fácil darse cuenta de que esto ocurre. Un fiscal, un representante de una obra social, levanta el teléfono, llama a un consultorio para pedir un turno y le van a preguntar por la obra social y le dirán: «traiga la orden y tanto dinero». No hay prueba más fehaciente que esa”, desafió Ferrari.

Pero para el ex empleado público, no existe voluntad política ni periodística de combatir el flagelo. Y así, apuntó a “las obras sociales, los sindicatos, el Colegio de Médicos de Rosario, la Afip, la DGI y los representantes políticos que se hacen los tontos frente al tema”. “No quiero enfrentar una señora enferma con un médico. Quiero que los responsables, léase el Colegio Médico y las distintas obras sociales más el Estado, reconozcan la práctica y la combatan como lo que es: un delito”, disparó.

Interacción médica

Consultado sobre cómo justifican los médicos la imposición del pago extra, Ferrari disparó: “Si te gusta bien y si no también”. Luego, siempre según el jubilado, comienza la negociación y los planes de pago en cuotas.

Sobre la posibilidad de que los médicos, apremiados por un sueldo encarecido y las obligaciones para con los institutos médicos, se ven obligados a cobrar el plus, Ferrari respondió: “Es ambición por ambición. Ven que no pasa nada y lo hacen. Si no les alcanza deben reclamar desde su sector (privado) una recomposición salarial o cambiar de sanatorio. Pero es la ley del menor esfuerzo”.

Apremio personal

“Mi mujer estaba embarazada de 8 meses y 29 días con los mellizos. Me pidieron el plus médico para atenderla en la última etapa del embarazo, me rehusé y, con el parto encima, la llevé a otro lugar. Es una cuestión de principios. Yo soy medio loco también. Otra vez, a mi mujer le diagnosticaron sarcoma –cáncer– y prácticamente cuando estaba entrando a operarla con la camilla, el médico me «apretó» para pagar el plus. A la fuerza de encontronazo, la operó”, narró Ferrari. El jubilado apuntó así a una de las variables centrales en la problemática: el apremio ante la necesidad de salud personal o de un familiar. Consultado por la naturalización de la práctica por el “cliente”, Ferrari aseveró: “Si tenés a tu viejo enfermo, que se está muriendo, ¿no lo pagarías?”.

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