La Cazadora

Otra mirada

Pioneras y actuales: productoras, guionistas y directoras que dejaron y dejan su sello en el cine

Las películas hechas por mujeres muestran un empeño por reinventar los roles en la sociedad. Para cerrar este 2022, un breve repaso por la historia de la participación de la mujer en el séptimo arte con algunas recomendaciones de títulos imprescindibles para sumar a nuestra cinemateca


La Ciénaga (Lucrecia Martel, 2001)

El aporte de las mujeres en el cine ha sido clave, aunque con mucha frecuencia se pasa por alto. No solo en estar frente a la cámara, sino también detrás de ella. En América Latina no son pocos los nombres ni las conquistas alcanzadas por mujeres: la pionera brasileña Carmen Santos, las chilenas Alicia Armstrong de Vicuña, Gaby Von Bussenius Vegas, así como las mexicanas Mimí Derba, Cándida Beltrán Rendón y Adela Sequeyro. Todas mujeres productoras, guionistas y directoras del periodo del cine mudo –desde 1894 hasta 1929– que lograron progresar gracias a su tenacidad y su necesidad de expresión creativa.

La venezolana Margot Benacerraf obtuvo dos premios en Cannes por su película Araya (1958); la argentina María Luisa Bemberg fue nominada a dos Oscar por Camila (1984); la también venezolana Fina Torres logró fama internacional con su ópera prima, Oriana (1985); la brasileña Suzana Amaral fue reconocida por La hora de la estrella, que recuperó la tradición del Cinema Novo y obtuvo el Oso de Plata a la Mejor Actriz en Berlín en 1986.

Chocolat, dirigida por Claire Denis (1988)

La mayoría de estas cineastas vivieron las grandes reconstrucciones sociales y los proyectos políticos de los ‘60 y ‘70, cuando se abrió un amplio espacio para los movimientos feministas que se manifestaron en colectivos de cineastas mujeres, muchas veces orientados al género documental. En el camino, algunas posiciones radicalmente feministas se movieron de lugar y es así que encontramos visiones comprometidas con lo social y la innovación creativa, pero despojadas de una atadura feminista.

Hoy las mujeres ya no tienen que demostrar que manejan las artes del oficio cinematográfico: los éxitos internacionales, las innovaciones estilísticas y los recursos narrativos originales que han aportado así lo demuestran.

Camila, de María Luisa Bemberg (1984)

Es por esto que quiero cerrar el 2022 con un breve repaso por la historia de la participación de la mujer en el cine con algunas recomendaciones de películas dirigidas por mujeres que es imprescindible ver. Films con historias que tienen que ser difundidas para lograr conexión con la práctica fílmica actual y así revalorar el trabajo de las mujeres en el cine y sus significativas contribuciones en las áreas de la producción, guion, edición y dirección. Cleo de 5 a 7 (Agnès Varda, 1962), Chocolat (Claire Denis, 1988), La Ciénaga (Lucrecia Martel, 2001), La teta asustada (Claudia Llosa, 2009), Pelo Malo (Mariana Rondón, 2014), El verano de los peces voladores (Marcela Said, 2014) y Mustang (Deniz Gamze Ergüven, 2015). Todos estos primeros títulos son ideales para empezar este viaje de reconocimiento al cine hecho por mujeres, un giro de pensamiento menos monolítico, más nutrido de la variedad de seres que somos, y también de aquellos que queremos seguir inventado dentro y fuera de la pantalla.

Las recomendadas

 

La noche de las nerds (Dir. Oliva Wilde, 2019)

La ópera prima de la actriz norteamericana Olivia Wilde, se propone destruir clichés, y lo hace sin manifestar abiertamente denuncias. Esta comedia resulta inteligente porque se muestra revolucionaria a la vez que mantiene algunas marcas del cine comercial que le permiten entrar en el circuito del entretenimiento. Se ríe del mito de la pérdida de la virginidad como conquista, habla con frescura de la masturbación femenina a través de unos personajes humanizados, agudos y chispeantes, sin burlas que alimentan una perspectiva simplificada o denigrante con una inteligencia brillante.

 

 

 

La Asistente (Dir. Kitty Green, 2019)

En la primera película de ficción de la hasta aquí documentalista australiana Kitty Green, no se ve ni se nombra a Harvey Weinstein. Tampoco se muestran escenas de abusos. Sin embargo, todos los indicios apuntan a él y a su estilo de depredación sexual. Green nos adentra al quehacer cotidiano de Jane, la joven becaria que debe navegar en un clima tensionado por las dinámicas de poder de la industria cinematográfica. La reserva y contención de su día a día coincide con la discreción con que opera la violencia que debe soportarse en un sector altamente masculinizado.

 

 

Canela (Dir: Cecilia del Valle, 2020)

Áyax Grandi fue un arquitecto de la ciudad de Rosario. A los 48 años decidió ser Canela. Esta película narra el paréntesis en la vida de Canela donde ella se debate entre operarse o permitirse habitar ese lugar intermedio que podría no ser de tránsito. Hoy, a los 62 años, atraviesa un momento de declinación fisiológica, no es andropausia ni menopausia, es simplemente la consciencia de su crédito vital y la cercanía de la muerte. Y es esa inquietud la que la hace preguntarse si quiere seguir postergándose en pos de los demás o si es hora de tomar las riendas de su deseo.

 

 

Una joven prometedora (Dir. Emerald Fennell, 2020)

Nos topamos con la electrizante venganza de una mujer de uñas color arcoíris, Cassie, quien se enfrenta trágica pero enérgicamente al modus operandi de la pseudoconquista masculina. Nuestra protagonista combate contra ese tipo de seducción que se ve facilitada por la nocturnidad, la cuadrilla de amigos y la valentía que se adquiere en sentido proporcional a los grados de intoxicación de la mujer.

 

 

 

 

Nunca, rara vez, a veces, siempre (Dir: Eliza Hittman, 2020)

Este film es un objeto infrecuente en el panorama del cine de autor contemporáneo. Nunca, rara vez, a veces, siempre no es canchera ni caprichosa, no es sólo para iniciados y tampoco peca de mero narcisismo esteticista. Se trata, por el contrario, de un film seco y económico, de pocas palabras y un drama que queda fuera de lo visible. De él solo se perciben signos, indicios, leves turbulencias. Y ofrece otra rareza: no está protagonizada por cineastas, guionistas, artistas o escritores jóvenes sino por gente de clase media-baja. Gente que además no vive en Nueva York, Los Ángeles o Chicago sino en una ciudad periférica del estado de Pensilvania.

 

Titane (Dir. Julia Ducournau, 2021)

¿Qué es su protagonista? ¿Chico, mujer o máquina? La película disuelve los límites del cuerpo humano en una vertiginosa trama de acción y violencia que se inspira en el cine de transformaciones corporales y alucinaciones al estilo David Cronenberg.

 

 

 

 

El poder del perro (Dir. Jane Campion, 2021)

Campion está en mi top 10 de directoras favorita del mundo, y es por esto que siempre busco la ocasión para recomendarles alguna peli de ella. En este film, la directora neozelandesa transita por los parajes habituales del western clásico, aunque su Oeste, como el de Los hermanos Sisters, es uno moderno en el que hasta se puede estudiar en una universidad de élite. Como ya sucedía en la novela de Thomas Savage, a medida que avanza El poder del perro, la película va adquiriendo trazas de thriller que Campion distribuye con enorme sutileza. Casi sin acción, apoyándose en sus personajes y en las finísimas interpretaciones de los actores que los encarnan, logra componer una de las historias más deliciosamente perversas de los últimos años.

 

Canción sin nombre (Dir. Melina León, 2021)

En medio de la crisis social y económica de finales de los años ‘80 en Perú, la joven madre Georgina Condori busca la verdad sobre la desaparición de su hija recién nacida. Con la ayuda de un periodista, descubre que su caso no es un incidente aislado. El debut cinematográfico de Melina León desarrolla una historia desgarradora en la que vemos a una mujer sola ante el dolor de perder a su hija y saberse desamparada e indefensa ante las instituciones que deberían protegerla.

 

 

 

Una historia de amor y deseo (Dir. Leyla Bouzid, 2021)

La tunecina Leyla Bouzid, que se instaló en París para cursar Literatura en La Sorbona, ahonda en sus propias raíces a través del romance  post adolescente de Ahmed, un francés de origen argelino, y Farah, una chispeante tunecina recién llegada a la capital. Dos recorridos vitales, dos culturas entrelazadas y un deseo que se resiste a consumarse con un hilo conductor de lo más sugerente: la sensual literatura que dio origen al seminal libro Las mil y una noches, entre otras lecturas igual de estimulantes.

 

 

Cerdita (Dir. Carlota Martínez Pereda, 2022)

Sara, una adolescente obesa, es el hazmerreír de los habitantes de un pequeño pueblo infectado por la gordofobia y sufre estoicamente día tras día las crueles burlas de sus compañeras. La venganza se le presenta en bandeja cuando un sanguinario desconocido secuestra a las chicas que tanto se han ensañado con ella. Sara deberá decidir entre el instinto y la moral, pues de ella dependen las vidas de las secuestradas.

 

 

 

La mujer rey (Dir. Gina Prince-Bythewood, 2022)

Nada más anunciar su título comienza a generar una controversia difícilmente evitable:  mujeres africanas que por medio de su espada buscan liberarse de las cadenas del hombre opresor y colonialista. La mujer rey es la extraordinaria historia de las Agojie, una unidad de guerreras formada únicamente por mujeres que en el siglo XIX protegieron el reino africano de Dahomey con unas habilidades y una fiereza nunca antes vista en el mundo. Inspirada en acontecimientos reales. Hay cosas por las que vale la pena luchar.

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