Policiales

Juicio oral

Piden perpetua por saga de crímenes en barrio Santa Lucía

Uno de los acusados es Nego, quien estuvo sindicado por golpes en zonas rurales, a quien le achacan el crimen de Julio César Pereyra. También le endilgan, junto con su cómplice Willy, el asesinato Facundo "Topo" Acosta, y encubrir un doble homicidio, todos en 2015. Este viernes empezó el debate


Los vecinos de Santa Lucía sufrieron durante el primer lustro de esta década los enfrentamientos entre dos gavillas por el liderazgo del territorio: la banda del Santa contra la de La Palmera. Ya para 2015 el panorama era distinto: diezmados los primeros, los segundos comenzaron a enfrentarse con otro grupo asentado en la zona semirrural, conocido como la banda del Mafia. Tras una decena de homicidios y baleados en esta nueva saga, la Justicia ordenó una serie de allanamientos donde hubo varios integrantes de las pandillas detenidos. Entre ellos se encontraban Omar “Nego” González, de 38 años, y Raúl “Willy” Oviedo, de 41. Ambos comenzaron a ser juzgados este viernes por el asesinato de Facundo “Topo” Acosta y por el encubrimiento del doble crimen de Julieta Sosa y Diego Durán. A su vez, Nego también fue acusado como autor del asesinato de Julio César Pereyra. La Fiscalía, representada por Miguel Moreno y Florentino Malaponte, pidió para la dupla la condena a prisión perpetua por el crimen de Topo, mientras que por la causa de Pereyra solicitó una pena a 20 años para Nego.

Los fiscales hicieron la presentación de los casos y el pedido de pena en el juicio oral comenzó este viernes ante el tribunal integrado por los jueces Alejandro Negroni, Juan Carlos Curto junto a la magistrada Mónica Lamperti, y la defensa de los imputados está representada por el abogado Ariel González Zevallos.

El homicidio de Pereyra

El 23 de mayo de 2015, Julio César Pereyra, de 44 años, estaba por bajar de su auto en la puerta de su casa de pasaje 1756 al 2200, en pleno Santa Lucía, cuando advirtió la presencia de dos hombres que caminaban hacia él. Uno de ellos sacó un arma de entre sus ropas y comenzó a dispararle. El verdugo tuvo muy mala puntería: ocho proyectiles pegaron en el vehículo, pero el restante logró hacer blanco. El plomo se le incrustó en el tórax de la víctima, que falleció poco después. Según la declaración de la pareja de Pereyra, el pistolero era Nego, quien fue apresado el 29 de diciembre de ese mismo año. Pasaron 24 horas y el fiscal Miguel Moreno lo acusó formalmente.

A más de tres años, el fiscal Moreno pidió en la jornada de este viernes la pena a 20 años de prisión al acusarlo por los delitos de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y portación ilegitima de arma de fuego de guerra.

Un doble crimen y el asesinato de Topo

El 21 de septiembre de 2015, la cuadra de la calle 1752 –a trescientos metros del lugar asesinato de Pereyra– fue el escenario del doble homicidio de Julieta Sosa, de 16 años, y Diego Alan Durán, de 17. Esa noche, a escasos metros del Centro de Convivencia Barrial (CCB), los adolescentes andaban en una Motomel de 200 centímetros cúbicos por el barrio Santa Lucía cuando desde otra moto comenzaron a dispararles. Los chicos heridos eran de barrio Tango, no tenían nada que ver con las disputas en la zona –dijeron entonces fuentes del caso–, y fueron trasladados por sus familiares a un centro de salud de la zona, pero fallecieron mientras eran atendidos. En el lugar, la Policía juntó nueve vainas calibre nueve milímetros.

Según varios testimonios, esa noche el verdadero blanco de las balas era, en realidad, Facundo  “Topo” Acosta, de 17 años. Otras fuentes sostuvieron que era amigo de los dos adolescentes fallecidos y que había sido testigo de sus muertes.

A estos relatos se sumó otra hipótesis que relacionaba al adolescente con la banda del Santa, también conocidos como los Cachones, quienes se caracterizaron en los años anteriores por haber protagonizado un sinnúmero de balaceras, en el marco de una pelea con otros dos clanes, asentados en La Palmera y al este de Circunvalación, respectivamente. Para esa fecha, con los Cachones ya aídos en desgracia, la disputa ya se había cobrado al menos seis vidas, pero surgió un nuevo enfrentamiento con un grupo asentado al oeste de Santa Lucía.

La teoría de que Topo era el blanco original de los disparos tomó más fuerza una semana más tarde del crimen, cuando en la misma cuadra este adolescente recibió un disparo en la mandíbula al que pudo sobrevivir. Ese día Gendarmería detuvo a ocho personas.

Los enfrentamientos siguieron y registraron al menos una par de balaceras hasta el lunes 26 de octubre de 2015, cuando pasadas las 21 Topo caminaba con un amigo por la misma cuadra y desde un auto blanco con los vidrios polarizados lo atacaron a balazos. Su amigo logró escapar, pero Topo recibió múltiples disparos en la cabeza y en el tórax. Murió en el acto.

El fiscal Florentino Malaponte relacionó el doble homicidio del día de la primavera con el crimen del Topo. Según su hipótesis, el Topo, tiempo antes de su muerte, había baleado a un joven, que quedó con dificultades motrices por el ataque. Esta supuesta víctima de Topo, junto con su padre, habría pagado para que liquidaran al muchacho de 17 años a modo de venganza.

Por el crimen del Topo también fue acusado, el 30 de diciembre de 2015, Nego como autor material, junto con Raúl Oviedo, alias Willy. A ambos también les achacaron una tenencia ilegítima de arma de guerra, luego de que los uniformados que los detuvieron le encontraran dentro de un auto, a Nego, una ametralladora de fabricación casera, que disparaba municiones calibre 22 milímetros, y a Willy una pistola 9 milímetros. Fue en ese marco que las pericias a la pistola calibre 9 milímetros arrojaron que fue la misma que usaron los homicidas de Julieta y Diego.

En esta instancia, el fiscal Malaponte acusó a la dupla por los delitos homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas junto con el encubrimiento en el caso del doble homicidio de la pareja de adolescente y pidió la pena de prisión perpetua.

La banda de los encapuchados

En el transcurso de la investigación por el crimen de Topo Acosta surgió el dato que dos hombres apodados Abuelo y Mafia tuvieron participación en el hecho. Este último fue identificado como Héctor Biagiola y quedó detenido un año más tarde cuando lo acusaron de ser uno de los integrantes de una banda de ladrones rurales acusada de cometer al menos ocho golpes en diferentes localidades de los departamentos Caseros y San Lorenzo.

Mafia nunca fue vinculado por la Fiscalía con el crimen de Topo, al igual que el Abuelo, quien resultó ser Gerardo Abregú, quien terminaría asesinado junto con los hermanos Ezequiel “Parásito” y José “Grasita” Fernández en abril pasado en la localidad de Granadero Baigorria.

Según fuentes policiales, la asociación que hizo la Justicia entre Mafia y Nego surgió de que, por el año 2000, integraban las filas de la banda de los Encapuchados, un grupo de bandidos rurales vinculados con asaltos en campos de la región. Eran cuatro y la banda se desintegró en 2005 cuando la Justicia les achacó asaltos a varias fincas rurales de Funes, Roldán, Carcarañá, Zavalla, Ricardone, Granadero Baigorria y el asesinato en Victoria del hacendado Jorge Bussi, de 58 años. Meses más tarde, a Nego le endilgaron un golpe en la zona rural de Soldini.

En 2012, Nego también quedó acusado por otro resonante golpe: el robo a una empleada de Líder SRL, dentro de una sucursal del banco Francés de avenida Eva Perón al 7600. En julio de 2012 la mujer fue asaltada dentro de la entidad bancaria, frente a los cajeros automáticos por un grupo que le llevó un bolso con 300 mil pesos (30 mil en efectivo y 270 mil en cheques).

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