Policiales

Audiencia preliminar a juicio

Piden 21 años de prisión para dúo acusado de crimen en barrio Tablada

Facundo Ferrari y Javier López apenas superan los 20 años y están presos desde mayo y julio de 2018 por el homicidio de Carlos Armanino, asesinado en Chacabuco y Presidente Quintana. La Fiscalía enumeró las evidencias para llevarlos a juicio. Los señalan como "sicarios" de un pesado de zona sur


Víctima. Armanino tenía 26 y recibió impactos por la espalda. "Quizá fue por el apellido", dijo un investigador.

El fiscal Florentino Malaponte solicitó este lunes la pena de 21 años de prisión para dos jóvenes acusados de asesinar a Carlos Fabián Armanino, un muchacho de 26 años que cayó muerto de dos balazos en abril de 2018 en Tablada. Por esos días un rebrote de violencia relacionada con disputas entre bandas quebró por completo la paz del barrio, y el crimen de Armanino se inscribió en esa saga. En el legajo de los investigadores consta un testimonio que señala que “dos sicarios” que responderían a uno de los líderes de esos grupos lo mataron por razones que aún se desconocen. Pero la familia de la víctima sostuvo que “no fue un ajuste contra él” ya que no era parte de ninguna facción sino que los homicidas “pasaron y tiraron”, quizá en venganza contra un familiar.

Facundo Ezequiel Ferrari y Javier Ezequiel López apenas superan los 20 años y están presos desde mayo y julio de 2018. El primero fue detenido en Ayacucho y Regimiento 11 y el otro se presentó espontáneamente al enterarse de que tenía un pedido de captura. Ambos ya fueron imputados por el crimen de Armanino y continuarán en prisión preventiva efectiva hasta el inicio del juicio oral donde se debatirá su suerte. Para ambos, Malaponte pidió 21 años.

El funcionario del Ministerio Público de la Acusación dijo que el peso de la evidencia para llevar al dúo a juicio oral se sustenta en dos testimonios que ubicaron a López y a Ferrari a bordo de la moto desde donde partieron los disparos que mataron a Armanino, la madrugada del 13 de abril de 2018 en el cruce de Chacabuco y Presidente Quintana.

Esa noche Carlos y un amigo –que se convirtió en testigo de identidad reservada– estaban en la vereda pasando la noche. Por esa intersección pasadas las 2 asomó una moto tipo enduro y el acompañante descargó balazos nueve milímetros que alcanzaron a Armanino en la nuca y la espalda. Otros impactos llegaron a un viejo Ford Taunus estacionado y a la ventana de una vivienda.

El testigo reservado dijo que tras los disparos corrió hasta la casa de su amigo para avisar a sus familiares. Y, en ese momento, el padre de Armanino salió con un arma, fuera de sí y al grito de “Te voy a matar, mi hijo no tiene problemas con nadie” hizo dos disparos, uno de los cuales –relató– le impactó en la pierna derecha. Ambos terminaron en el Heca, pero los médicos no pudieron salvar a Armanino. En rigor, la identidad del testigo no es desconocida, ya que –según se reveló en la audiencia– fue amenazado a través de mensajes en las redes sociales.

Una hermana que vio la secuencia cuando salió a sacar la basura reconoció a los agresores porque los conocía de vista del barrio, incluso dijo ser amiga de la hermana del autor de los disparos, consta en el legajo. A esto se suma que el imputado como tirador, López, supo visitar la casa de los Armanino en otros tiempos. Además, un testimonio clave señala a los imputados como “sicarios de René Ungaro”, quien está preso desde 2011 cumpliendo condena por el homicidio de Roberto Pimpi Caminos. Actualmente sobre él pesa además una imputación por liderar una asociación ilícita desde la cárcel, dedicada a un abanico de delitos.

El homicidio de Armanino se dio en el marco de un pico de violencia letal durante 2018 que cosechó 7 crímenes en 12 días, todos vinculados con disputas entre bandas de zona sur: los clanes Funes-Ungaro, de Tablada y el Fonavi del Parque del Parque del Mercado, enfrentados con la banda de Alexis Caminos, de barrio Municipal. Pero Armanino, pese a que su padre estuvo preso y un tío fue asesinado en 2011, no se le conocían lazos activos con el hampa, dijeron investigadores y sus hermanas.

Carolina, una hermana, contó al cronista de El Ciudadano que Carlos no tenía antecedentes ni integraba bandas que se disputaban el territorio. Había vivido en Villa Gobernador Gálvez y al terminar el contrato de alquiler se mudó a Tablada. “Yo prefiero pensar que se confundieron de blanco”, dijo. Y agregó que sus hermanos no mantenían relación con su padre ni su tío Norberto “Peligroso” Armanino, asesinado en 2011 en Uriburu e Hipócrates, sindicado barrabrava de Rosario Central. “Pasaron tirando; en Tablada es así”, especuló resignada. Mientras que un investigador conjeturó que quizá lo mataron en el marco de una venganza contra un familiar.

En la audiencia las defensas de Ferrari y López cruzaron a la Fiscalía alegando que los testimonios que ubican a sus clientes en el momento del crimen no son precisos y las descripciones aportadas en un primer momento no se condicen con la fisionomía de los acusados. Sin embargo, el juez José Luis Juárez hizo lugar a las calificaciones y dio el visto bueno para la realización de un juicio oral en los próximos meses.

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