Policiales

Drama social

Pibas y pibes desaparecidos en los barrios: Los que nadie busca, los que siempre mueren

El episodio del chico de 14 años que fue rescatado de una precaria vivienda en zona oeste -maniatado, golpeado y con quemaduras- reflota una problemática que se da desde hace tiempo: secuestros y descartes en el eslabón más bajo de la cadena criminal. El caso de Marilina Villalba, emblemático


La situación de vulnerabilidad de muchos pibes de barrios populares los ubica como presa fácil de algunos grupos delictivos. En territorios donde el Estado no tiene una presencia fuerte muchas veces son captados por bandas, se transforman en el último eslabón de una cadena y se bancan las peores consecuencias. Utilizados como soldaditos para vender drogas al menudeo quedan expuestos a situaciones de suma violencia, también cuando se niegan a cumplir órdenes, se retoban o ya no son útiles para estos grupos. El caso del chico de 14 años que fue encontrado, gracias a un llamado al 911, en una precaria casilla en barrio Godoy puso nuevamente el tema de los chicos en extrema vulnerabilidad y a merced de bandas delictivas. Y también la lista de pibes desaparecidos en los barrios. Sólo en barrio Gráfico hay dos chicos y una chica desaparecidos desde el año pasado, lo que se suma a casos históricos que nunca se resolvieron con pibes que jamás aparecieron.

Al chico de 14 años, la Policía lo encontró maniatado y golpeado. Le constataron quemaduras superficiales en ambas manos, pierna y abdomen y lo internaron en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela. Dijo que lo habían secuestrado y estaba cautivo desde hacía tres días. Por el hecho hay tres detenidos que serán imputados en los próximos días.

Un adolescente de 14 años fue secuestrado, rescatado y se encuentra internado en el Hospital de Niños

Pero no es el único hecho. Es el caso de la investigación del doble crimen de Francisco García y Carina Ferreyra ocurrido en noviembre del 2023 en barrio Gráfico donde, según la hipótesis principal, esta pareja quedó a merced de un grupo que quería su casa para vender drogas y tras el doble homicidio toda la familia de las víctimas dejó el barrio; incluso algunas de ellas no pudieron volver a buscar sus pertenencias. En la pesquisa surgieron datos de barrio Gráfico donde cuentan esta realidad.

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Manquito y Perunchi

En esta causa, se mencionaron otros casos graves que ocurrieron en el mismo barrio, en enero de este año. “Por esos días desaparecieron dos pibes. Uno se llamaba Leo y le decían Manquito. Y a otro le decían Perunchi. Supuestamente ya los mataron a los dos. Primero desapareció Manquito y luego Perunchi estaba en la villa y lo fueron a buscar con una soga y lo ataron del cuello y los arrastraron por el piso mientras (los atacantes) iban en moto. Estos dos chicos eran soldaditos de Lucas y ahora están desaparecidos. Perunchi estaba con un carro, el carro quedó tirado y este hombre no apareció más”. Este textual aparece en la pesquisa del doble crimen de la pareja, desnudando la gravedad de lo que ocurre en el barrio, y mencionando a un joven, Lucas Saban, ya imputado por el doble crimen de García y Ferreyra, como jefe territorial de este grupo delictivo.

Marilín

En ese mismo barrio hay una investigación abierta por la desaparición de Marilina Villalba. Según la pesquisa esta chica era parte de uno de los últimos eslabones del grupo que operaba en el lugar. Estiman que era pareja de Lucas Saban y a la vez su soldadita.

A la joven la buscan desde noviembre de 2023. Y en los primeros días de mayo hicieron varios allanamientos. La sospecha es que la fue asesinada y sus restos fueron enterrados.

Meses atrás Marilín, como la llaman en el barrio, ya había sobrevivido un ataque. Las medidas encabezadas por la División Homicidios de la Policía de Investigaciones fueron 35 y culminaron con el secuestro de 16 piezas óseas que fueron llevadas a peritar.

Los domicilios requisados están ubicados en Magaldi al 8500, 8700 y 8800; y Benteveo y Ugarte al 700, varios con catastro irregular, en esa zona del barrio conocida como la Toma de Magaldi. En diez casos, los detectives se toparon con construcciones abandonadas o taperas que –se sospecha– eran utilizadas como bocas de expendio. Los huesos estaban en un terreno deshabitado.

Lucas, a su vez, está sindicado de ser la pieza clave en el barrio Gráfico para el manejo del grupo delictivo encabezado desde la cárcel por Jonatan “Gordo” Brezik, hermano de crianza de Ariel “Guille” Cantero. Este joven junto a otro, Bruno Pupo, fueron imputados por el doble crimen de García y Ferreyra.

Además, Saban es investigado por la desaparición de Marilín. La búsqueda de paradero se encuentra activa. La investigación se encuentra a cargo del fiscal de Homicidios Dolosos Alejandro Ferlazzo y cualquier información que la ciudadanía pueda aportar puede comunicarse a la fiscalía.

Valentín

Pero esta práctica no es nueva. Uno de los casos más emblemáticos es el de Valentín Reales. Tenía 15 años cuando desapareció en noviembre del 2016 en Cabín 9. Según algunas referencias de vecinos Valentín se crió en un contexto de fuerte vulnerabilidad social. Creció entre hermanos y bajo el padrinazgo de vecinos. Primero vivió en la zona de Rouillón y bulevar Seguí y por problemas con otros chicos migró a Cabín 9. Allí, entró en conflicto con otro joven y volvió a desaparecer del barrio.

Según la causa, Valentín había trabajado para la llamada banda de Los Cuatreros y vendía drogas para ellos. Cuando se quiso “rescatar” y abandonar esa vida comenzó una pesadilla.

Según relatos de testigos, los integrantes de la banda lo golpeaban cada vez que lo cruzaban por el barrio. Hasta que una golpiza fue tan brutal que Valentín decidió denunciarlos y le contó todo a la Fiscalía: cómo operaba la banda con connivencia policial y su denuncia terminó con varios allanamientos y detenciones. Pero las cosas se pusieron peores para Valentín cuando los Cuatreros se enteraron que había sido él quien brindó datos de la banda a la Justicia.

Tras su desaparición, los rumores del barrio decían que a Valentín lo torturaron, lo mataron y escondieron su cadáver en un campo. Esos relatos llegaron a la Justicia que realizó un rastrillaje en la zona mencionada, pero en las excavaciones sólo encontraron una zapatilla con sangre.

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Otros casos

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Entre otros de los tantos casos que se fueron acumulando con el tiempo, entre los que también pueden mencionarse los de Nahuel Fernández, o Cristian Enrique, figura el de Yair Leonel León.

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Yair León desapareció en octubre del 2021 con 15 años del barrio de La Carne. La familia señaló entonces a dos adolescentes pero el caso no se resolvió. Al mes asesinaron a su hermano Maximiliano Gastón Córdoba, de 23, quien había encabezado el pedido de que apareciera con vida.

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José Luis Brandon Segovia tenía 16 años cuando lo encontraron asesinado en un camino rural cercano a Pérez. Vivía en Santa Lucía y estuvo 13 días desaparecido cuando le pidió 500 pesos a su madre y no regresó.

A mediados de junio del 2022, encontraron el cuerpo de Segovia en un descampado gracias a una persona que pasó por la zona y dio aviso al 911. En el lugar encontraron tres vainas servidas 9 milímetros y había indicios de que fue ejecutado en el lugar. Tenía 9 orificios de bala y golpes en el rostro.

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El último eslabón

Sobre la baja en la edad de imputabilidad y el uso de la mano de obra barata de chicos para la comisión de delitos, El Ciudadano consultó a la jueza de Menores María Dolores Aguirre Guarrochena. La magistrada dio su punto de vista y explicó, en cuanto al uso de los chicos, su participación en delitos en contextos de banda y cómo son reclutados.

“Creo que hay que tener en cuenta que en primer lugar es un fenómeno que existe, todavía es un fenómeno marginal. No niego que exista ni banalizar el fenómeno pero tampoco generar ese pánico social que a veces se intenta difundir, creo que si habría verdadera decisión política este problema podría llegar a manejarse”, explicó.

Para la jueza, no hay que perder de vista que estos chicos son doblemente víctimas, por un lado de estas bandas que los reclutan y por el otro del Estado. Son víctimas de las bandas porque estos chicos son colocados en los lugares más visibles de la organización donde sean fácilmente captados por el poder punitivo o eventualmente donde sufren las consecuencias más letales de esos enfrentamientos de bandas, en los últimos eslabones, en los más visibles, en los más riesgosos de las organizaciones.

Y agregó que los chicos terminan o muertos, o en hospitales o presos, yo siempre digo que en ese trabajo “entre comillas”, no existe la jubilación. Esos son los tres destinos que pueden llegar a tener los chicos que son más jóvenes.

“Por eso digo que son víctimas de esas organizaciones que los recluta pero también del Estado que no solamente estuvo ausente durante prácticamente toda sus vidas, donde no les ofreció espacios donde ellos pudiesen desarrollar un proyecto de vida personal, donde pudieran generar ciudadanía y simplemente va a responder con la último recurso que tiene que es el punitivo o represivo”. Y agrega: “Es decir el Estado siempre estuvo ausente y es lo que genera normalmente que estos chicos acepten esas invitaciones a formar parte de las bandas porque el Estado no estuvo y ahora cuando el Estado se acuerda de intervenir lo hace de la peor manera”.

“El sentido de pertenencia es muy característico de todos los adolescentes también de nuestras hijas e hijos, es vital y tiene que ver con el transitar la adolescencia. Obviamente si a estos chicos que son reclutados por bandas criminales se les ofrecieran otros espacios donde estos chicos pudieran generar otras identificaciones que también serían valiosas por ejemplo un club de fútbol u otro deporte, etcétera muchos de ellos podrían generar identificaciones positivas, nada más que no las tienen”, concluyó.

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