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Pese a la crisis, Turquía se niega a recurrir al FMI

Mientras el gobierno de Cambiemos alardeaba en su momento con toda la pompa el acuerdo con el FMI, Turquía, también inmersa en una seria crisis económica, anunció que no solicitará asistencia al organismo internacional de crédito para evitar males mayores.


Mientras el gobierno argentino anunció en mayo de este año con bombos y platillos el acuerdo con el FMI por un préstamo de 50 mil millones de dólares para hacer frente a la tambaleante economía nacional, del otro lado de mundo, en Turquía, ven al organismo internacional como una telaraña a la que no deben acudir por más fuerte que sea la crisis.

Así lo interpretó el ministro turco de Finanzas, Berat Albayrak, quien descartó de plano ante inversores internacionales que su país vaya a pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) para superar la crisis monetaria que atraviesa y, de esa manera, evitar males mayores.

Albayrak, que también es el yerno del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, realizó ayer un discurso ante miles de inversores originarios de Estados Unidos, Europa y Asia, durante una teleconferencia considerada como una prueba de credibilidad.

La lira turca, que se hundió la semana pasada en un contexto de crisis diplomática con Estados Unidos, mejoró a raíz de sus declaraciones, repuntando ayer por tercer día consecutivo.

La moneda recuperó este jueves cerca del 3,9% frente al dólar respecto a la sesión del día anterior, y se cambiaba a 5,72 liras por dólar, aunque aún estaba lejos de los valores previos a las grandes pérdidas de los últimos días.

La lira parece haberse estabilizado desde el martes a consecuencia de las medidas tomadas por el banco central turco y de nuevas barreras erigidas para limitar la especulación con la divisa turca.

Esta, que perdió el 40% de su valor este año, sufrió la semana pasada una debacle que causó preocupación en las bolsas mundiales por temor a un efecto contagio.

La caída de la moneda se aceleró por culpa del aumento de las tensiones entre Turquía y Estados Unidos, que tomaron sanciones recíprocas e incrementaron sus aranceles aduaneros respectivos para determinados productos.

El gobierno de Erdogan anunció anteayer un fuerte aumento de los aranceles a varios productos importados desde Estados Unidos, alimentando una crisis diplomática con Washington.

Entre la lista de productos alcanzados por esta medida incluye vehículos de turismo (el nuevo arancel es de 120%), determinadas bebidas alcohólicas (140%), el tabaco (60%), arroz y productos cosméticos.

A pesar del repunte de la lira desde el martes, los economistas siguen preocupados por la disputa entre Ankara y Washington, relacionada entre otras cosas con la detención de un pastor estadounidense en Turquía acusado de terrorismo, al que la Casa Blanca reclama su liberación, y además por el control que ejerce Erdogan sobre la economía.

Los mercados castigaron duramente la decisión del banco central de mantener bajas sus tasas de interés el mes pasado, a pesar de la caída de la lira y de una inflación galopante.

Erdogan, ferviente defensor de un crecimiento a cualquier precio, se opone firmemente a un cambio de política monetaria.

En este periodo de malas noticias económicas, Turquía recibió anteayer una ayuda de peso. El emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad al Thani prometió durante un encuentro con Erdogan en la capital que su país invertiría 15.000 millones de dólares en Turquía.

En una señal de que la crisis con Washington incita al gobierno turco a restablecer sus vínculos con Europa, Erdogan ya mantuvo contactos ayer con la canciller alemana, Angela Merkel, y su homólogo francés, Emmanuel Macron. En tanto, Albayrak conversó por su parte con el ministro alemán de Finanzas, Olaf Scholz, y ambos acordaron reunirse el 21 de septiembre en Berlín, anunció el gobierno turco.

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