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Persiste discriminación de médicos a enfermos con VIH

Informe de una ONG concluye que a pesar de que pasaron 30 años desde la aparición del virus sigue existiendo una estigmatización de médicos y profesionales de la salud hacia los pacientes.

A 30 años de la aparición del VIH sigue existiendo el estigma y la discriminación por parte de médicos y profesionales de la salud, según un estudio sobre la experiencia de 30 mujeres que padecen esa enfermedad y se atienden en hospitales públicos.

Ese dato surge del informe “Mujeres Impacientes II”, que fue elaborado por la Red Argentina de Mujeres Viviendo con VIH/Sida (RAMVIHS) sobre la base de 30 entrevistas realizadas por mujeres con VIH a otras mujeres de la Ciudad de Buenos Aires, Rosario, Córdoba y el conurbano bonaerense.

“Hemos logrado poner en evidencia que a 30 años del inicio de la epidemia sigue existiendo el estigma y la discriminación en la atención de pacientes con VIH”, dijo a Télam María Eugenia Guilligan, representante de la organización que hizo el informe.

Según los resultados de esas 30 entrevistas difundidas ayer en las oficinas de RAMVIHS, en el barrio porteño de Balvanera, “el 63,34 por ciento de las mujeres con VIH manifestó tener una mala relación con su médico de cabecera, el 13,33 por ciento dijo tener una relación regular y un 23,33 por ciento la calificó como buena”.

Guilligan explicó ayer, antes de la presentación del informe, que “las mujeres con VIH no reciben muchas veces la atención de calidad y de respeto que todo sujeto de derechos se merece”.

Las entrevistas muestran que “el personal de salud muchas veces no informa correctamente o descalifica a la mujer con VIH que manifiesta su deseo de tener un hijo, por ejemplo, o pide un método anticonceptivo a su medico, que no sea el preservativo,  para no quedar embarazada”.

“Algunas mujeres con VIH no logran negociar el uso del preservativo con sus parejas y buscan una doble protección para evitar el embarazo. Esto no es comprendido por muchos profesionales, quienes les dificultan el acceso a otros métodos”, señaló Guilligan.  Una mujer de la localidad bonaerense de General Pacheco relató que trató “de pedir que me pusieran el DIU, porque ya había tenido experiencia de quedar embarazada por un preservativo roto, y me dijeron que esos métodos eran para gente sana, no para gente como nosotras”.

Además, Guilligan señaló que “cuando buscan quedar embarazadas reciben de parte de algunos médicos la idea errónea de que no pueden hacerlo”.

En este sentido, el estudio reflejó el testimonio de otra mujer que expresó: “él (el médico) no quiso saber nada. Que cómo yo iba a traer otro hijo al mundo. Que yo estaba loca…”.

“Habiendo una clara disminución de la transmisión vertical del VIH, la respuesta no debería ser la negativa y el rechazo o la descalificación”, estimó la titular de la red de mujeres viviendo con VIH.

Según un análisis expresado en el informe de RAMVIH, el médico es puesto en el lugar del dueño de todas las respuestas y un relato ejemplificador de ello es el que manifiesta una de las entrevistadas, cuando dice que “ella obedece lo que él le dice, por algo es el médico”.

Con estas entrevistas “hemos logrado poner en evidencia que a 30 años del inicio de la epidemia sigue existiendo el estigma y la discriminación gracias a las entrevistas entre pares, por parte de médicos y profesionales de la salud del sistema público”.

Por su parte, Beatriz Coco, psicóloga y coordinadora de grupos de reflexión para mujeres del conurbano bonaerense, a través de la misma organización, señaló como principal dificultad “establecer una buena relación con los médicos”.

La idea es que las mujeres en esta situación se “empoderen de su situación” y la consideren como propia y no un problema sobre el que tiene que decidir el médico, sostuvo Coco. “Es cierto que el médico tiene su rol, pero también tiene una responsabilidad: ofrecerle al paciente todas las opciones posibles, para que la decisión sea de quien tiene VIH”, dijo Coco. La licenciada dijo también que la mala atención se observa en el momento en que las personas reciben la noticia de que tienen VIH.

“Debería existir un centro de testeo para contener a la persona en esa situación, saber manejar el shock y sobre todo no malinformar, diciendo que tener VIH hoy no significa la muerte”, dijo la psicóloga.

El informe reveló, además, que “los profesionales deberían cambiar la denominación “grupos de riesgo” por “conductas de riesgo” para dejar de estigmatizar a los sectores que fueron señalados en principio como los más afectados por la enfermedad.

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