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Paz, memoria, soberanía, todo eso es Malvinas

El 2 de Abril de cada año se desatan todas las pasiones evocativas en torno a la lucha por nuestra soberanía. Claro está que prevalece el recuerdo emotivo por los argentinos que regaron suelo patrio con su propia sangre


Jorge Giles

El 2 de Abril de cada año se desatan todas las pasiones evocativas en torno a la lucha por nuestra soberanía. Claro está que prevalece el recuerdo emotivo por los argentinos que regaron suelo patrio con su propia sangre. Es que por sobre todo debate histórico, este es su día, el Día de los Veteranos y los Caídos en la Guerra de Malvinas. A ellos, a los soldados conscriptos ex combatientes, principalmente, el eterno reconocimiento por el justo lugar que se ganaron para siempre en el alma de este pueblo y esta nación que somos. Una delgada línea, a veces invisible, a veces no, separa el justo homenaje a los héroes de Malvinas, de la injusta reivindicación de la guerra decidida por la más sangrienta dictadura cívico-militar de nuestra historia.

Todo lo hicieron mal

La dictadura causó el peor retroceso en el reclamo legítimo de Argentina por su soberanía en Malvinas, tal como sentenció el Informe Rattenbach. Todo lo hicieron mal. Creyeron que contaban con el apoyo de los EE.UU. Y no. Creyeron que el Reino Unido se rendiría rápidamente. Y no. Creyeron que tenían suficiente armamento, inteligencia y coraje para enfrentar a uno de los ejércitos más poderosos del planeta. Y no. Creyeron que podrían extender la guerra sucia del terrorismo de estado impunemente contra los propios soldados argentinos. Y no. Creyeron que nadie sabría, nunca jamás, de su angurria criminal de robarles la comida y el abrigo a nuestros soldados. Y no. Creyeron que se “salvarían” políticamente y pasarían de ser genocidas a próceres, con el desembarco en Malvinas. Y no. Creyeron que los millones de argentinos y argentinas que se movilizaron en todo el país solidarizándose con nuestras tropas y reivindicando la causa más justa e inconclusa de la patria, de repente se constituían en un rebaño dominado por la junta militar. Y no. Creyeron que, en la huida, podrían negar la historia larga de Malvinas y adueñarse de la fecha conmemorativa asociándola a su aventura bélica. Y no.

Reivindicar Malvinas

A la lista de los Caídos en suelo malvinense y en el criminal ataque inglés contra el ARA General Belgrano, también debemos sumar el doloroso recuerdo de quienes regresaron de la guerra y pusieron fin a su vida, víctimas del proceso de desmalvinización, olvido y abandono que sufrieran a poco de volver. Pero también diremos que entre las bajas causadas por la decisión de la dictadura están Lade, YPF, Gas del Estado, Correo Argentino, las maestras que educaban en Malvinas, porque todos ellos representaban institucionalmente a la República Argentina hasta el 2 de Abril. Por eso debemos reivindicar Malvinas desde la historia larga de la patria y desde la democracia. No desde la guerra, sino desde la paz. No desde la dictadura, sino desde el Estado de Derecho. No desde la humillación colonial, sino desde el apego al diálogo soberano. La verdad está de nuestro lado desde el 30 de Mayo de 1810 cuando la Primera Junta Patria dispuso hacerse cargo de los costos económicos en Malvinas. Desde cuando un indio guaraní llamado Pablo Areguatí fue nombrado Comandante en Malvinas. Desde cuando Luis Vernet impulsara el crecimiento de un pueblo en la isla Soledad. Desde cuando el Gaucho Rivero resistiera la invasión inglesa de 1833 mientras los jerarcas comandados por el coronel de marina, Pinedo, se rindieran vergonzosamente. Desde cuando Alfredo Palacios impulsara la distribución en las aulas del libro de Paul Groussac sobre Malvinas. Desde cuando el presidente Juan Domingo Perón instruyera a la cancillería argentina para que la Causa Malvinas esté definitivamente jerarquizada en el debate de la recién inaugurada Organización de Naciones Unidas, en 1946. Desde cuando el presidente Arturo Illia lograra que la ONU aprobara la Resolución 2065 llamando al diálogo entre las partes. Desde cuando Miguel FitzGerald volara en solitario hasta las Islas para reclamar en paz y simbólicamente nuestra soberanía. Desde cuando Dardo Cabo y un grupo de jóvenes plantaran siete banderas argentinas en Malvinas reclamando la soberanía, mientras el dictador Onganía recibía con honores al príncipe consorte de Inglaterra; es el mismo Dardo Cabo que años después sería asesinado por la dictadura que desembarcó en Malvinas.

Hasta las Malvinas, siempre!

Desde cuando nuestros científicos nos enseñaron que las Islas no se parecían a la Patagonia sino que son la Patagonia, con su turba, con sus pingüinos y albatros, con sus delfines, ballenas y elefantes marinos que van y vienen del continente a las islas, ida y vuelta, porque ese es su territorio. Desde cuando Perón primero, y Alfonsín después, establecieran que el Día de la Afirmación de la Soberanía de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas sería el 10 de Junio, en conmemoración del 10 de Junio de 1829 cuando Luis Vernet es nombrado al frente de la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas. Desde cuando el presidente Néstor Kirchner rompiera el hielo diplomático con Gran Bretaña y cruzara el océano para decirle en la cara al premier inglés Tony Blair: “Vengo a hablar de la soberanía en Malvinas”. Desde cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dispusiera iniciar las acciones legales para lograr la identificación de nuestros muertos queridos sepultados sin nombre en Darwin y creara por primera vez una Secretaría de Estado para Asuntos Relativos a Malvinas e Islas del Atlántico Sur y el primer Museo Nacional de la Causa Malvinas donde se guarda la memoria de este recorrido histórico. Desde cuando el corazón nos enseñó en el pizarrón y en las calles y en las plazas, que las Malvinas fueron, son y serán argentinas y latinoamericanas. Por eso decimos hoy más que nunca: Hasta las Malvinas, siempre! Que así sea.

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