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Payasos que roban sonrisas

Colaboradores del grupo de Abuelos Sustitutos visitan cada jueves a los chicos que están internados en el hospital Provincial. Allí les regalan golosinas, les llevan libros para colorear y juegan con ellos.

Luciana Sosa

“Los jueves son mi día especial”. Así resume Esteban Muñoz el trabajo que realiza cada semana en el hospital Provincial. Este joven estudiante de psicología es uno de los colaboradores del grupo Abuelos Sustitutos y todas las semanas se acerca después de las 14 a la sala de internación pediátrica en el Provincial. Allí, junto a otros tres colaboradores, y disfrazados de payasos, alegran la tarde de los chicos llevándoles golosinas, algún que otro librito para colorear, pinturitas y juegos.

“Conocí a los Abuelos Sustitutos hace unos cuatro años, cuando vi a Martha Chimento (la presidenta del grupo) en una nota que le hacía Canal 5. En esa nota estaban en pleno voluntariado en una escuela y la llamé porque allí también mencionaron que visitaban el hogar del padre Tomás Santidrián, Hoprome y el Hogar de Huérfanos. Quería sumarme a esa movida y cuando conocí a Martha, me enamoré de su personalidad, así que acá estoy”, relata Esteban con una sonrisa en el rostro.

Desde el primer encuentro, Esteban y Martha organizaron las visitas a los hogares mencionados y luego conocieron a los payamédicos (médicos que se visten de payasos en pos de la generación de endorfinas logradas por la risa, lo que, obviamente, ayuda a mejorar la calidad de vida del enfermo). Así nació la idea de ponerse la nariz colorada, o, mejor dicho, convertirse en “abupayas” y hacer una obra de bien con los chicos internados en el Provincial.

En cada visita, los cuatro abupayas llevan libros para colorear, pinturitas, juguetes, golosinas, plastimasa, “lo que tengamos”, dice Muñoz. Gran parte de este material es comprado por los mismos voluntarios, aunque algunas cosas –relata el joven– “las consigue Martha de tanto golpear puertas”.

“Compramos lo que podemos, y de nuestro bolsillo, pero intentamos llevar algo todas las semanas. Inclusive aprendí globología, así que compramos unos globos y les regalamos figuras a los chicos del hospital”, menciona. Además, comenta, también se hacen un lugar para hablar con los padres, escucharlos un poco.

Esteban cursa cuarto año de psicología y trabaja en un local de ventas de electrodomésticos. Otra de las integrantes del grupo es jubilada y dos chicos más estudian. Con ganas de hacer las cosas bien y con el empuje que les da el resultado de cada jueves que visitan a los chicos, los abupayas buscan cada semana qué llevarles a los nenes y nenas para alegrarles, por lo menos, una tarde. “También visitábamos los geriátricos y otros hospitales, pero muchos no pudieron sostener esta ayuda y nos fuimos quedando con menos colaboradores”, lamenta.

Muñoz también dedica los viernes a las actividades comunitarias. En ese caso es junto al grupo del Cenaih (Centro de Apoyo Integral Hemato-oncológico) a los chicos en Oncología del Hospital de Niños Víctor J. Vilela. En su rol de estudiante, junto a compañeros y profesionales, llegan a los niños y adolescentes en tratamiento oncológico para charlar con ellos, estudiar sus casos y compartir también la tarde con algunos juegos.

Según comenta, “los padres se muestran muy agradecidos porque alguien fuera el equipo médico les preste atención. Es una situación muy difícil para cualquier familia y tratamos de ayudarlas en este proceso”.

“Es una experiencia muy fuerte e importante, con gestos sencillos que lo mismos chicos nos dan a quienes los visitamos. Una sonrisa de esas hace que el jueves sea un día especial”, concluye.

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