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Paul McCartney entregó su magia y nostalgia

Paul McCartney finalizó sus presentaciones en Buenos Aires, con tono nostálgico sonaron los clásicos de los Beatles y las composiciones de Winds. Canal 3 emite un especial el viernes.

Canal 3 emite un especial de la visita de McCartney

Noche Beatle con Paul

Télam, por Mariano Guttman. Paul McCartney entregó anoche una emotiva despedida de la Argentina, cuando en el segundo y último recital en el estadio de River, ante 45.000 almas, interpretó grandes clásicos de su larga trayectoria  que incluyó gemas de  Los Beatles y Wings y un puñado de temas de su última cosecha como solista.

Durante dos horas y 45 minutos, y bajo una noche inusualmente fresca y estrellada, la leyenda de Los Beatles, en el marco de su “Up and coming tour”, derrochó simpatía ante la multitud, que debió esperar 17 años desde su último paso por Buenos Aires.

Fans de todas las generaciones, muchos de los cuales lucían remeras alusivas al cuarteto de Liverpool, dieron una demostración de devoción al ídolo que, como un experimentado maestro de ceremonias, se dirigió a la multitud hablando preferentemente en español, que aprendió a los 11 años en su ciudad natal.

A las 19.40, Andrés Ciro Martínez, quien tuvo a su cargo el “privilegio de amenizar la espera”, interpretó un set acústico que incluyó “Tan solo”, uno de los hits de Los Piojos.

“Los de atrás pueden aplaudir, los de adelante pueden sacudir las joyas”, dijo en una certera ironía “lennoniana” que aludió al exorbitante precio de las entradas.

“¡Hola Buenos Aires! Buenas noches, Argentina. Estamos muy contentos de estar nuevamente acá”, dijo Paul empuñando con su mano izquierda su célebre bajo Hofner con forma de violín apenas pisó el escenario a las 21.15, mientras miles de gargantas coreaban su nombre.

Acompañado por Rusty Anderson en guitarra, Brian Ray en guitarra y bajo, Paul “Wix” Wickens en teclados, guitarra y armónica y Abe Laboriel Jr . en batería, McCartney abrió el show con “Magical mistery tour” y “Jet”, diferenciándose del inicio de la noche anterior.

Con “All my loving” la beatlemanía se desató a pleno y la multitud saltó de sus asientos y coreó las estrofas de la célebre canción, mientras las pantallas gigantes evocaban escenas en blanco y negro de Paul con sus camaradas John Lennon, George Harrison y Ringo Starr, allá por los 60.

Luego de “Drive my car”, tomó una guitarra eléctrica para lucirse con “Let me roll it” enganchada con “Purple haze”, de Jimi Hendrix, en una versión bien heavy.

También hubo lugar para las canciones más recientes como “Highway” y “Sing the changes”. Ya sentado al piano, Paul, como un viejo hechicero que hipnotizó a audiencias en todo el planeta,  cantó “The long and winding road”, “Nineteen hundred eighty five”, “Let them in” y “My love”, que dedicó a su esposa Linda, fallecida en 1998, asegurando que “esta noche es para todos los enamorados”.

Paul, ya con guitarra acústica, hizo un set intimista cantando “I´ve just seen a face”, “Bluebird”, “And I love her” -que sonó como un bolero- y “Blackbird”.

“Escribí esta canción para mi amigo John”, contó Paul cuando intepretó “Here today” en recuerdo de su compañero de ruta desde los Quarrymen, en 1956, hasta el final de Los Beatles, hace 40 años. A más de uno se le piantó un lagrimón.

McCartney, ya con una mandolina, entonó “Dancing tonight” y luego retomó el bajo para cantar “Mrs. Vanderbilt” -con su contagioso coro “ho-hey-ho” y “Eleanor Rigby”.

“Voy cantar esta canción en memoria de mi amigo George”, anunció Paul antes de intepretar “Something”, una de las más bellas canciones de amor de todos los tiempos, en una particular versión con un ukelele. Imágenes del beatle más reservado y místico poblaron las pantallas a modo de homenaje.

“Muchas gracias argentinos, tienen buena onda”, dijo Paul antes de emprender “Band on the run”,  una de sus obras maestras de Wings, mientras se apreciaba el video clip filmado en 1974 con los actores Christopher Lee y James Coburn.

Paul, como un chef experimentado, prosiguió ofreciendo canciones para todos los paladares. Desde la ingenua “Obladi oblada”, hasta la rockeras “Back in the USSR”,  “I`ve got a feeling”, aquella que interpretó desde la terraza de Apple, y “Paperback writer”.

Con “A day in th life” y el himno pacifista “Give peace a chance”, McCartney homenajeó nuevamente a Lennon. Un tributo acompañado con emoción por toda la multitud.

“Let it be” fue otro de los clásicos de Los Beatles en el concierto,  mientras algunos se pellizcaban en medio de un sueño que se había hecho realidad.

Y la noche mágica estalló en fuegos de artificio cuando Paul interpretó “Live and let die”, de la banda de sonido de la película homónima de James Bond. Eso no fue todo: para cerrar la primera parte del show, a las 23.30, McCartney y los miles de fans entonaron “Hey Jude”, un himno planetario. Así, a su tiempo, primero los hombres, luego las mujeres y finalmente todos juntos corearon el estribillo “la-la-la-la, Hey Jude”.

“No se va, McCartney no se va”, “Olé, olé, olé, Beatles, Beatles” y el “Oh oh oh” de Woodstock sonaron desde todos los rincones del Monumental por miles de gargantas que rugían pidiendo el regreso de Paul.

McCartney volvió al ruedo exhibiendo una camiseta del selecionado argentino de fútbol con su apellido en la espalda y el mágico número 10. “Soy Diego”, bromeó Paul. Todo un homenaje del gran músico zurdo a otro zurdo, Maradona, que hizo del fútbol un arte en cada gambeta y en cada gol.

“Day tripper”, “Lady Madonna” y “Get back” fueron las elegidas para los primeros bises. Y cuando llegó el momento de “Yesterday”, con Paul empuñando una guitarra acústica, todos los rincones del estadio se iluminaron con encendedores, teléfonos celulares y flashes de cámaras fotográficas y todas las voces se unieron para cantar la más famosa de las melodías de Los Beatles, a 45 años de haber sido creada.

La despedida fue a todo rock and roll. “Helter skelter”, “Sgt. Pepper lonely heart club band” (reprise) y “The end”, lo que provocó el delirio general.

Paul y su banda saludaron una y otra vez bajo una nube de papelitos de colores. Nadie se quería ir. Pero ya era la medianoche y como en los cuentos de hadas se rompió el hechizo. Paul, sir Paul, el Beatle carilindo, había consumado una noche mágica y nostálgica. (Télam)

Foto: N.A. / Landoni

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