Policiales

En Entre Ríos, como en Rosario

Para que no siga manejando su banda desde la celda, dictan modalidad antimafia de prisión para narco

Comprobaron que Roberto Verón Aguinagalde, en prisión preventiva a la espera de juicio, continuaba dando órdenes por teléfono tras las rejas para mantener su negocio de drogas. Ahora, está bajo condiciones similares a las que se usan en Italia para acusados de integrar organizaciones mafiosas


Unidad Penal 2 General Francisco Ramírez de Gualeguaychú, desde donde operaba Aguinagalde.

Roberto Verón Aguinagalde está detenido con prisión preventiva en una unidad penal de Entre Ríos por narcotráfico, pero comprobaron que desde su celda continuaba manejando los hilos de la organización ilegal que lidera mediante órdenes telefónicas. La Justicia federal le dictó ahora una privación de libertad bajo la modalidad antimafia, similar a la que se impone en Italia para acusados de integrar bandas criminales complejas.

La medida dispuesta por el juez federal de Campana, Adrián González Charvay, implica tres consecuencias. Aguinagalde será trasladado a una unidad del Servicio Penitenciario Federal de máxima seguridad, donde no tendrá contacto con otros detenidos por su mismo delito o por crimen organizado. Además, su nueva celda será requisada cada 15 días para constatar que no tenga ningún aparato móvil que le permita comunicarse con el exterior. Y sus visitas serán restringidas a personas de su esfera familiar y su defensa.

Es que el hombre, detenido a la espera de un juicio oral por parte del Tribunal Oral Federal 2 de San Martín, pero en la Unidad Penal 2 General Francisco Ramírez de Gualeguaychú, Entre Ríos, seguía liderando una banda de narcotraficantes que integran también su pareja, Yrma Ortigaza Franco, su sobrino Sergio Verón Cardozo y su hijo Fredy Verón.

 

Como en Rosario: con un teléfono en la celda, la Justicia es “estéril”

“Todo esto vislumbró lo estéril que resultó el encierro en las condiciones en las que estaba”, lamentó una fuente de la investigación de los delitos y su manejo desde la cárcel. Una desazón análoga a la que expresó, en Rosario, el fiscal de Santa Fe Pablo Socca, que imputó por diversos delitos a 16 jóvenes integrantes del clan Cantero. Recordó que 12 de ellos ya estaban presos por similares hechos y se sinceró: “Estoy harto de investigar y al poco tiempo darme cuenta que los delincuentes ya están presos”.

Socca siguió sobre la sensación de inutilidad de su tarea: “En mi rol de fiscal, me pregunto para qué sirven estas investigaciones”. Y agregó: “No hay que investigar más a Guille (Ariel Máximo) Cantero (actual líder de Los Monos), tiene condenas por 84 años, ¿qué estamos haciendo, gastando plata en policías, fiscales, jueces y operativos, para qué?”. El funcionario judicial cerró: “Lo único que hay que hacer es impedir que tenga acceso a un teléfono” desde su celda. El escenario es similar al mostrado en Gualeguaychú.

 

La banda de Aguinagalde

A fines de junio pasado, Gendarmería Nacional secuestró en la ruta Panamericana, a la altura de Tortuguitas, en la localidad bonaerense de Malvinas Argentinas, casi ocho kilos de cocaína ocultos en una rueda de una excavadora que, sospechan, tenían como destino Bélgica. Y en una casa de Pilar, decomisaron 17,5 kilos de marihuana. La Justicia federal esgrime que esas operaciones fueron de la banda de Aguinagalde.

Pero hay más. Según la investigación y las escuchas telefónicas, el hombre detenido en Entre Ríos le había dado órdenes a su hijo para que ocultara la marihuana que terminó secuestrada. Y lo mismo hizo con su pareja y su sobrino, para que fueran a buscar una encomienda en la que se ocultaba la cocaína a las oficinas de un correo privado.

Fuentes de la pesquisa relataron que se comprobó que por un lado llamó a su novia y le dijo que “debía llevar adelante un encuentro en el cual debía entregar una bolsa a una persona en Plaza Italia, y obtendría una suma de 40 ó 50 mil pesos”.

Días después se comunicó con su sobrino Verón Cardozo y le avisó que iba a hacer un negocio de envío de repuestos mecánicos a Europa. Esos artículos, en su interior, contenían droga líquida. Desde entonces, empezó a darle órdenes a él y a su novia a través de varios llamados para que consiguieran una firma de envíos postales hacia el Viejo Continente.

Personal policial vigiló una sucursal de la zona norte porteña contratada para el despacho de los repuestos (se trataba de la rueda de una excavadora) y vieron que los dos sospechosos –pareja y sobrino de Aguinagalde– retiraron una encomienda pesada, que pusieron en un coche.

Los siguieron, y Gendarmería Nacional los interceptó en la autopsia Panamericana, a la altura del peaje de Pilar. Incautaron la rueda, en cuyo interior había casi ocho kilos de cocaína. También, el celular de Verón Cardozo. El aparato tenía un GPS por medio del cual Verón Aguinagalde controlaba los movimientos.

Cuando perdió contacto con su sobrino, el detenido se comunicó con su hijo, Fredy, y le pidió que ocultara droga que había en un domicilio de Pilar. la vivienda fue allanada, y allí encontraron 17,5 kilos de marihuana acondicionada para su comercialización.

“Todo eso permitió establecer que Verón Aguinagalde impartía las instrucciones desde el interior de la unidad carcelaria 2 de Gualeguaychú. Desde su celda, realizaba gestiones para materializar maniobras de narcotráfico. Les daba órdenes a los miembros de una banda que estaba siendo investigada”, explicó una fuente de la investigación. Y añadió: “Todo esto vislumbró lo estéril que resultó el encierro en las condiciones en las que estaba”.

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