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Chiquito Reyes: “Para mí Olmedo es un Gardel, pasó a la historia”

Por Javier Hernández.- El amigo del capocómico recordó al entrañable Olmedo, a veinticinco años del trágico accidente que terminó con su vida.


“Era mejor persona que actor; para mí no era un actor sino el gomia de toda la vida”, recordó Reyes emocionado.
“Era mejor persona que actor; para mí no era un actor sino el gomia de toda la vida”, recordó Reyes emocionado.

Un 5 de marzo pero de 1988 los argentinos amanecían con una amarga noticia. El Negro Olmedo, aquel capo rosarino que se había ganado al país con su ocurrente humor, moría trágicamente al caer desde el balcón de un piso 11 del edificio marplatense donde pasaba sus días de verano. A 25 años de aquel triste episodio, Chiquito Reyes, ese entrañable amigo que lo conoció como ninguno, lo recordó en un profundo diálogo con El Ciudadano.

El encuentro se desarrolló en un céntrico bar que Chiquito bautizó como su oficina. “Vino hace seis años y se quedó”, dice Federico, el encargado del minimercado, fanático al igual que su principal cliente de Rosario Central y, por supuesto, de Olmedo.

Como buena leyenda, hablar de el Negro es ingresar en un mundo repleto de recuerdos, anécdotas y aventuras en primera persona. “El Negro siempre está, está bien vivo. Vos le preguntas a la gente qué estaba haciendo cuando él murió y todos se acuerdan de ese sábado, de ese momento en que se enteraron lo que había pasado. Para mí es una leyenda, es un Gardel. Pasó a la historia”, dijo mientras descubría viejas fotos que atesoraba de aquellos años.

A los 14 años comenzó a coquetear con el espectáculo en lo que sería su primer trabajo como provocador de la risa en La Comedia. “Yo no iba todos los días pero el Negro vivía ahí”, recordó Chiquito sobre aquel momento.

Mucho se habló sobre el estado de ánimo de el Negro en la antesala de aquella tragedia; Chiquito se encargó de desmentirlo: “Estaba todo bien, nosotros nos veíamos siempre y cuando él se iba a trabajar a Mar del Plata muchas veces yo me instalaba allá; teníamos una relación muy buena. Cuando muere había alquilado un chalé para que vayamos los amigos; en unos días yo iba a ir para allá”.

“El Negro era un tipo normal –continuó– no andaba como un loco por ahí. A veces caminábamos por la calle y nadie se daba cuenta de que era él porque no quería llamar la atención. Era un tipo como todos nosotros, pero cuando se prendía aparecía esa chispa, la calle que tenía”.

En 1954 Olmedo juntó unos pesos y se fue a Buenos Aires a lo de Panchito Guerrero, quien trabajaba en Canal 7 y lo cobijó en su casa. “El Negro sólo quería estar en tevé, pero empezó de peón de limpieza. Un día lo vieron haciendo imitaciones y lo llamaron para hacer algunas publicidades. Así comenzó en la tevé”, recordó Chiquito sobre el actor que después encarnaría números inolvidables como “Capitán Piluso”, “El Manosanta”, “Chiquito Reyes” y “Álvarez y Borges”.

Reyes lo conoció a Olmedo a los quince años: “Era mejor como persona que actor; para mí no era un actor sino el gomia de toda la vida”, recordó emocionado.

Sobre la fuerte identificación de los argentinos con Olmedo, Chiquito reflexionó: “El ángel que tenía –su aura–, la gente lo percibía sin darse cuenta”.

Siempre vigente, en la actualidad Olmedo sigue ocupando horarios centrales en la programación de algunos canales de cable: “Cada vez que lo veo me muero de risa pero después me ahogo y no puedo ni hablar”, dijo visiblemente emocionado su gran amigo.

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