“Por ese gran argentino / que se supo conquistar / a la gran masa del pueblo / combatiendo al capital / ¡Perón, Perón, qué grande sos!”. Con la marcha, los fuegos artificiales y los bombos de fondo, el bar El Justicialista (Pellegrini al 1700) se dio por inaugurado ayer por la tarde. “Es un día de fiesta, de un sueño realizado que está funcionando”, dijo, alegre, Luis González, el chef de la casa. Así, desde las siete de esta mañana cualquiera –“es un bar popular, abierto a todos”, aclaró el chef– podrá acercarse a este pequeño rincón de la ciudad que intenta recrear los años cincuenta y sesenta del país y contar su historia “verdadera”.
La inauguración del primer bar de temática puramente peronista fue bastante tranquila y concurrida, aunque no tanto como los últimos actos políticos del peronismo. Cabe destacar: tranquilidad no es sinónimo de silencio, y si algo sobró ayer por la tarde fueron ruidos. No eran las siete (hora a la que se convocó para el acto) y ya podían escucharse: borom, borom, borom, los bombos de los diferentes sindicatos que se acercaban, de a poco, a celebrar. Sindicatos de camioneros, de recolección y barrido, de peones de taxi, de dragado y balizamiento, junto a los “independientes” que fueron simplemente a ver de qué se trataba y festejar. Había también pasacalles a lo largo de la avenida Pellegrini, que mostraban la simpatía y adhesión de los gremios a la nueva movida cultural y política de la ciudad; y se sumaban las bombas de estruendo, los fuegos artificiales, y algunos bocinazos, transformando la cuadra en un verdadero encuentro festivo. Lo que llamó la atención fue la escasa presencia de jóvenes, una de las características principales del nuevo movimiento peronista-kirchnerista al que este bar dice ser afín.
Para su inauguración, El Justicialista abrió al público sus puertas aunque no la cocina, y armó un escenario sobre la calle. Allí, referentes políticos celebraron el nuevo espacio y llamaron al encuentro entre “compañeros y compañeras”. Algunos de ellos, como Diego Giuliano, concejal de Santa Fe Federal, y Roxana Latorre, senadora del bloque Federalismo Santafesino, despertaron dudas y murmullos acerca del tinte que podría tomar el acto. El público más “K” se reservó algunos aplausos y tildó de “gorilas” a los oradores. En cambio otros, como Gustavo Marconato, diputado nacional por el Frente parala Victoria, y Juan Carlos Schmidt jefe del gremio de Dragado y Balizamiento y referente dela CGT, se llevaron todos los aplausos, y a ellos les dedicaron más estruendos y banderas flameando. El punto máximo del acto fue el final, cuando, al compás de la marcha peronista y los fuegos artificiales, se saludó y agradeció al fallecido ex presidente Néstor Kirchner por hacer “esto” posible. El barrio, por su parte, miraba atento. Nadie expresó desaprobación. Por el contrario, desde algunos balcones los vecinos se asomaban y acompañaban al público con los aplausos.
En el bar justicialista, a partir de hoy abierto todos los días desde las siete de la mañana, el vino se servirá en pingüino, la soda en sifón de vidrio y, de postre, podrá comerse queso y dulce. De la carta se recomienda todo, aunque lo que ya “pegó” es la cazuela de mondongo. Así, el menú se transforma en una forma más de contar la historia que este espacio quiere mostrar. “La historia verdadera”, aclaró Luis González, el chef. De esta manera, El Justicialista está preparado para más de cien personas y estará abierto para proyecciones, charlas, encuentros, y fiestas; para todo lo que algún “compañero” quiera proponer. “Es un espacio más cultural que político, un acto popular abierto a todo el mundo”, explicó González, el chef. “Por ejemplo, estamos viendo de armar un día para las mujeres peronistas, y para los hombres, claro, pero que venga alguien a leer poesía, o Cacho Castaña a tomar un café con ellas”, describió.
“La idea de poner el bar surgió en una charla de café cuando estábamos haciendo la campaña de (María Eugenia) Bielsa. En ese momento, con mi compañera Sabrina Barrio hablamos de la necesidad que tenía la gente de juntarse a hablar de política. Se nos ocurrió abrir uno como los que están en Buenos Aires –El General y Perón Perón– y en tres meses desarrollamos la idea y ya lo plasmamos”, explicó, días antes, el titular del local, Enrique González. Emplazado en Pellegrini al 1700, el frente del bar es marrón, antiguo, y con letras distintivas en color celeste se lee “El Justicialista”. A los costados, con el mismo color, pueden leerse también la sigla “CGT”. En su interior, sobran las imágenes que no sólo aluden a Juan Domingo Perón y Eva Duarte, sino también a Néstor y Cristina Kirchner, mostrando la afinidad del espacio con el gobierno.
En la entrada del local, puede verse una fotografía del abrazo de Perón y Balbín en 1972. “Esto es simbólico y significativo porque los argentinos deberíamos entender el mensaje de estos dos grandes líderes. Si vemos el gesto de los rostros, ellos proponían la unidad de los argentinos porque sabían qué iba a pasar en el mundo, y si lo entendíamos nos ahorrábamos cuarenta años de desacuerdo. Es el momento justo de repensar todo lo que hicimos mal y todo lo que no hicimos”, explicó González. De la mano con la fotografía, durante el acto se leyó un saludo dela Juventud Radical, despertando, nuevamente, el murmullo de unos cuantos, en desacuerdo con la iniciativa, o, al menos, incapaces de acompañarla.
Hay también distintas imágenes históricas de la época que intenta recrearse, los cincuenta y sesenta argentinos, y hasta un cuadro con el escudo justicialista y la explicación de su simbología. Además de mesas, sillas, y la clásica barra, el bar cuenta con un living con sillones, un “vip” para no más de quince personas, y un salón con mesas y una gran pantalla gigante, donde se proyectarán películas y realizarán charlas.