Ciudad

Pantalla chica, historia grande

Por Santiago Baraldi.- Hace 50 años, aún antes de que salieran al aire Canal 5 y Canal 3, ya se hacía televisión en Rosario. Miguel Ángel Mancini cuenta cómo: a los 13 años era ayudante de su tío, un pionero de la imagen y la publicidad. Y junto al “Zorro” vio nacer todo.


Hace 50 años se hacía televisión en Rosario, incluso antes de que Canal 5 primero y Canal 3 después se instalaran en la ciudad. Miguel Ángel Mancini fue testigo de aquellos días del año 62. Con 13 años, mientras hacía la secundaria en el Colegio Nacional por la mañana, por la tarde le daba una mano a su tío, Rodolfo “Zorro” Mancini en los laboratorios de fotografía del Estudio Mervar, ubicado en calle Santa Fe 1116, entre el cine y el bar El Cairo: “Ahí se puede decir que comenzó todo”, resume el periodista, hoy jubilado, luego de una larga trayectoria que incluyó trabajar en los dos canales de aire de la ciudad, ser corresponsal de Canal 9 de Buenos Aires, redactor de la agencia Télam y fotógrafo de la Municipalidad, de varios diarios porteños, de las revistas deportivas El Gráfico y Goles y, en la última década antes de su retiro, de estar  a cargo de la sección Región del diario La Capital. Recuerda los días del Rosariazo enviando los materiales al Reporter Esso de Canal 11 y cómo hacían el milagro de que “el Negro Moyano Vargas saliera blanco al aire”.

—¿Cómo se inicia en el periodismo?

—El destino me puso en un lugar que con el tiempo me di cuenta: fui testigo de los comienzos de la televisión rosarina. De muy joven trabajé junto a mi tío el Zorro Mancini en el laboratorio de fotografía Mervar, que era el apellido de un gran fotógrafo rosarino. Él se fue a vivir a Estados Unidos y mi tío le compró el local: estaba entre el cine y el bar El Cairo. Además de la fotografía, mi tío tenía vínculos con las distribuidora de cine RKO y además trabajaba para Tecnicinema, que hacía las publicidades de Lowe. Filmaba y hacía fotografía para ellos y yo estaba ahí, ayudando y aprendiendo técnicas de revelado, encuadres…

—¿Y cómo comienzan con la televisión?

—Se inician en Rosario las agencias de publicidad y en el año 1962, un periodista llamado Guillermo Rodríguez consigue en Canal 7 hacer un micro que se llamaba Panorama Rosarino, mi tío filmaba las noticias, Rodríguez escribía los textos y se iba a Buenos Aires, allí se revelaban las películas y conducía ese micro de 20 minutos, con noticias sociales de la ciudad. Al año siguiente, se hace un programa, que podría ser el antecesor de La Botica del 5: se llamaba La Casa de Rosario en Buenos Aires. Por eso el primer periodista televisivo de Rosario fue Guillermo Rodríguez, que hoy vive en Córdoba. Yo ahí llevaba los cables, las luces y ya mi tío me confiaba la cámara.

—Hasta que se inaugura Canal 5 en 1964. ¿Cómo se vincula allí?

—En el Colegio Nacional había un profesor de contabilidad que se llamaba Rolando Lo Celso, que termina siendo el presidente del directorio de Rader que es finalmente quien obtiene la licencia de Canal 5 y se inaugura el 18 de noviembre de 1964. Su hijo mayor, Roberto, era mi compañero de banco, y su padre me conocía por los trabajos que yo ya había hecho para Canal 7. La primera película que yo filmé en 16 milímetros son las obras de remodelación del edificio, que era una dependencia de la Prefectura, y es lo que está ahora. Mi tío entra al canal como empleado, como cameraman de estudio, de lo poco que salía en vivo.

—¿Cómo se hacía la cobertura de una noticia con los elementos de entonces?

—Nosotros sabíamos manejar el revelado de película, pero para hacer un flash de una noticia no había laboratorio de película de cine. Entonces nosotros, que sabíamos de fotografía, filmábamos en películas negativas. Por ejemplo, 30 segundos eran seis metros de película de 16 milímetros. Revelábamos en una cubeta de fotografía la película a mano, en negativo, la secábamos con secadores de pelo, la enrollábamos y la llevábamos al canal. Los técnicos del canal invertían la polaridad de la antena, se proyectaba la película en negativo y al aire salía en positivo. La imagen no era de gran calidad, pero la noticia salía. El que conducía era Hugo Moyano Vargas, y decíamos que era la posibilidad de ver al Negro Moyano, blanco… Después se consigue una máquina de revelado en el canal y ahí se le da forma al noticiero, que era de cinco minutos y salía agregado a lo que llegaba de Buenos Aires que venía ya filmado. Luego el noticiero dura quince minutos hasta que el canal monta su propia redacción. Después nos terminamos convirtiendo en corresponsales de los canales de Buenos Aires, por ejemplo el Reporter Esso de Canal 11… Allí mandábamos noticias de Rosario, y yo con el tiempo fui corresponsal de Canal 9 para el viejo Nuevediario. Hice toda la cobertura del Rosariazo, que eran sólo imágenes, sin audio: ellos allá le agregaban los textos que mandábamos de aquí.

—¿Qué programas recuerda de los orígenes del 5?

—Éramos muy jóvenes y todo era nuevo, no tomábamos dimensión de que estábamos haciendo historia. Ercilio Pedro Gianserra hacía Almorcemos juntos, Nilda de Siemienczuk cocinaba y nosotros entre bambalinas le comíamos todo. Hacíamos cámaras, tiracables, un poco de todo…

—A los pocos meses del lanzamiento de Canal 5, se inaugura Canal 3. ¿Trabajó allí también?

—En junio del 65 se inaugura el Canal 3, ¿y quién le podía hacer el noticiero? Nosotros. Teníamos las filmadoras suizas de 16 milímetros y en Rosario equipo así no los tenía cualquiera. Empezamos a hacer los noticieros para los dos canales: llegaban las tortazas con los noticieros de Canal 13 para el 3 y las del 11 para el 5, entonces llegaban a nuestro negocio de calle Santa Fe y allí mismo filmábamos las noticias locales, donde los textos y las voces eran de Norberto Chiabrando y Julio César Orselli, recién llegados de Bell Ville. Armaban el noticiero y lo llevaban al canal que originalmente estaba por calle San Lorenzo frente al Broadway, se llamaba Instituto Tráfico y luego se mudan donde hoy está la sala Mateo Booz. Hasta que después se levanta la planta de calle Godoy.

—Es decir que ustedes trabajaban para los dos canales…

—Claro, se nos termina generando un conflicto porque no podíamos hacer la misma nota para los dos canales. Los noticieros eran iguales, pasa un año largo, y nos quedamos con Canal 5. Finalmente en el 3 se queda el estudio de Camilo Serballi. En Canal 5 seguí hasta el año 73, seguí como corresponsal para Canal 9, donde el jefe de corresponsales era Osvaldo Papaleo, y estaba Carlos Romay, Daniel Mendoza, Julio Ricardo, Carlos Campolongo. El Rosariazo lo cubríamos filmando y corriendo al aeropuerto con la película que iba en el avión de Austral o Aerolíneas para que llegara a horario, se revelaba allá y salía al aire. Después que se estatizaron los canales me quedé sin trabajo y seguí en la fotografía, y creamos en Rosario la Asociación de Reporteros Gráficos y Camarógrafos, porque el que filmaba no estaba considerado como reportero gráfico. Como fotógrafo seguí en La Tribuna y hacía fotos para Clarín, La Nación, La Prensa, La Razón, que me pagaban por nota. Después me especializo en fútbol y gracias a Enrique Boeri ingreso, luego de una prueba, a El Gráfico y por Pablo Prieto a la revista Goles y algunas de mis fotos fueron tapa. Para el Mundial 78 estuve trabajando también para Crónica. Fui fotógrafo de prensa de la Municipalidad de 1973 hasta 1984, entré con Rodolfo Ruggieri y me fui con el Vasco Usandizaga después de una huelga…

—Además de haber hecho cámara para tele y fotos para diarios y revistas, ¿también trabajó en la agencia Télam?

—El jefe de prensa de la Muni era el Gordo Oscar Carlos Borgui y le ofrecen la corresponsalía de Rosario y no quería agarrar porque no sabía manejar la teletipo. Le digo: «Gordo, agarrá que yo la sé usar. Vos me dictás y listo…». Así hasta que en el 77 él se fue y me dejó solo en la oficinita de la agencia en la galería Dominicis de Catamarca y Corrientes. Llegó el Mundial 78 y yo hacía las fotos para Crónica y escribía para Télam. Después del Mundial, me efectiviza el interventor de la agencia, Bernardo Rabinovich. En aquellos años solo se cubrían actos oficiales, no se podía mandar otra cosa… Recuerdo cuando Raúl Alfonsín estaba en campaña, año 81, 82, venía a Rosario y nos reunía a pocos periodistas y siempre tiraba un título fuerte y yo tenía que buscarle la vuelta, con otras palabras, para que no sufriera censura en Buenos Aires y el cable saliera publicado. Luego, cuando asumió en el 83 recibió a todos los corresponsales del interior y a mí me saludó de manera afectuosa.

—¿Cómo siguió su carrera después?

—El Negro Coscarelli, de La Capital, un día me comentó que hacía falta gente en la sección cables del diario y en el 84 dejé la Muni y la agencia Télam para sumarme al Decano. Allí trabajé también en la sección País e Internacionales y en los últimos diez años fui jefe de la sección Región, hasta que me jubilé.

Comentarios

10