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Otro camino posible: desafíos de la Revolución Cubana 60 años después

Cuba, ejemplo en Latinoamérica y el mundo de que podía construirse un país por fuera de la estructura capitalista, el país caribeño vivió una realidad propia y resistió como pudo el asedio permanente de Estados Unidos


Foto: gentileza Revista cultural La Soga

El 1º de enero se cumplieron 60 años de la Revolución Cubana. Lo cual constituye un hecho histórico no por acumulación temporal sino por el impacto político, económico y social que generó y aún genera a escala mundial, pero en especial para América Latina. Se hace difícil abarcar el fenómeno evitando los lugares comunes o la sucesión de datos cronológicos que sólo muestran una foto estática que imposibilita dar cuenta del verdadero proceso revolucionario.

La historia señala que una organización revolucionaria provocó la caída del régimen del dictador Fulgencio Batista y un ejército rebelde, conducido por Fidel Castro asumió el gobierno y el poder de la isla del Caribe. Esa organización era el Movimiento 26 de Julio, una estructura política y militar cubana creada en 1955, que toma el nombre en honor al asalto al Cuartel Moncada, hoy Ciudad Escolar 26 de Julio, en Santiago de Cuba el 26 de julio de 1953. Su líder, el abogado Fidel Alejandro Castro Ruz, encabezo aquella sublevación, que aunque fracasó como  tal, sentó las bases para la consolidación de organizaciones armadas con ideales y prácticas nacionalistas y antiimperialistas, no sólo en Cuba, sino en toda la región.

 

Otro camino posible

No es casual, entonces, la reivindicación de la lucha anticolonial encabezada por José Martí, poeta cubano, fundador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la guerra de 1895 o guerra Necesaria, (donde es asesinado por las tropas españolas), como se llamó la guerra de Independencia de Cuba. Esa lucha por la independencia, que tiene su continuidad en la Revolución Mexicana, era en esencia una pelea desigual contra Estados Unidos de América, quien operaba con impunidad y con el brutal ejercicio de la fuerza militar para imponer sus intereses en el ya famoso “patio trasero” del país del norte.

Pero de Cuba hablamos y su revolución, la primera triunfante en la región, fue el ejemplo de que existe otro camino por fuera del capitalismo. Ese otro camino no fue ni es fácil; en octubre de 1960 Estados Unidos impuso un embargo comercial, económico y financiero en contra de Cuba, (que aún continua, pese a gestos de la administración del ex presidente estadounidense Obama) como respuesta a las expropiaciones que llevó adelante el nuevo gobierno revolucionario sobre propiedades de ciudadanos y compañías estadounidenses en la isla. Poco tiempo después, en abril de 1961, se produce la invasión a la bahía de Cochinos, también conocida como invasión de Playa Girón. Operación militar articulada y financiada por Estados Unidos para intentar crear una cabeza de playa, formar un gobierno provisional y buscar el apoyo de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y el reconocimiento de la comunidad internacional. Sin embargo, la acción militar fue un rotundo fracaso. En menos de tres días los mercenarios fueron derrotados por las Milicias y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba. Según las crónicas de la época más de un centenar de soldados invasores murieron, y los cubanos capturaron a otros 1200, junto con importante material bélico. En octubre de 1962 ocurrió la llamada Crisis de los Misiles, que sacudió al mundo con Cuba otra vez en el centro de la escena. El conflicto se generó por la denuncia de Estados Unidos de la supuesta existencia de bases de misiles nucleares de alcance medio fabricados e instalados por la Unión Soviética en territorio cubano.

 

Periodo especial

Como vemos, en un mundo aún bipolar, Cuba era el foco de una atención que no se correspondía con su realidad: un país pobre, con escasas riquezas naturales (azúcar, tabaco, cacao y algo de café). Lo que en realidad se debatía era “escarmentar” a un pueblo que había osado rebelarse al imperio. Pero había más pruebas que sortear. En 1991 colapsó el denominado “Socialismo Real” con la Unión Soviética a la cabeza, lo que generó una profunda crisis económica y social, hasta principios de 1994, conocido como “Periodo Especial”. Se establecieron restricciones en combustibles derivados del petróleo, hubo reformas agrícolas, se usaron menos automóviles y se hicieron reacondicionamientos en la industria y en el área de salud.  En paralelo, en 1992 Estados Unidos profundiza el embargo comercial y somete a presiones inauditas a países de la Comunidad Económica Europea para que se “abstengan de establecer relaciones económicas” con la isla.  Esta política es considerada como “bloqueo económico” en el marco de la Organización Naciones Unidas (ONU) y rechazada cada año por la Asamblea General que vota a favor de una resolución denominada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba”.

A pesar de la presión internacional, Estados Unidos sigue justificando su política anteponiendo la existencia de denuncias de violaciones de los derechos humanos en la isla. Tanto la persistencia norteamericana en las sanciones unilaterales contra Cuba como los efectos que esto trae a la población quedan reflejados en múltiples resoluciones de las Naciones Unidas a partir de 1992. Pero si hay un lugar en Cuba donde no se respetan los derechos humanos es justamente en la prisión estadounidense de Guantánamo, instalada en territorio cubano.

 

Desafíos y adecuaciones

Se acaban de cumplir 60 años de la Revolución Cubana y hoy son otros los desafíos. Con una camada de nuevos dirigentes, se afronta la adecuación de las necesidades sociales a la realidad actual. “Un proceso de reformas no es necesariamente reformismo, una reforma es revolucionaria, si la hacen revolucionarios con principios revolucionarios y con finalidades revolucionarias. Y la actual reforma no es ni más ni menos que el reconocimiento del papel que pueden jugar las relaciones mercantiles en el reordenamiento del metabolismo socioeconómico, sin permitir que estas impongan su jerarquía al resto de los ámbitos de la vida del país. Lo que está en juego hoy en la sociedad cubana son los principios y las políticas de justicia social y solidaridad, columnas y estandartes  del proceso revolucionario cubano”, disparó el politólogo Darío Machado Rodríguez, quien preside la cátedra de Periodismo de Investigación y es vicepresidente de la cátedra de Comunicación y Sociedad en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

Y agrega: “Esta visión integral parte del reconocimiento de la necesidad de alcanzar una articulación eficiente de las actividades socioeconómica, organizativa, jurídica normativa e ideológica política, para crear un clima lo suficientemente armonizado, en el que individuos y grupos sociales encuentren el espacio adecuado para generar la iniciativa, la creatividad y el entusiasmo laboral, imprescindibles para el crecimiento económico”. Machado Rodríguez hace una definición política que muestra la certeza que los valores de Fidel, Camilo y El Che dejaron instalados: “La decisión de orientar la estructura económica hacia una economía mixta, lejos de significar el fracaso o el retroceso del socialismo, demuestra su vigencia y capacidad pese a las aún persistentes carencias sociales y a los enormes desafíos que afronta”. Otro camino es posible y Cuba sigue iluminando.

 

Video publicado por Libre Red

 

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