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Justicia

Otra familia solidaria pide adopción definitiva de un bebé

Lo tuvieron durante un año y medio. Pero ahora un juez decidió que viva con sus tres hermanos biológicos. Apelarán el fallo.


El percherón, un caballo del dibujo animado La Granja de Zenón, es el juguete favorito de Peque. El nene de un año y medio vivió hasta este jueves con Gustavo y Carina Monduzzi, la familia sustituta que lo recibió en su casa de Villa Constitución cuando el bebé tenía 34 días. Desde hoy Peque vivirá en Roldán con sus tres hermanos biológicos y una familia que los adoptará. Así lo decidió el juez Oscar Davini después que la Subsecretaría de Niñez resolviera que los chicos no podían regresar con su familia biológica.

Gustavo y Carina pidieron adoptarlo pero el juez lo negó. Ellos apelaron y esperan que el fallo ingrese a la Cámara para una resolución. Gustavo contó que ayer no lo dejaron despedirse de Peque. Dijo que no pudo entregarle su mamadera, mochila, ni su percherón. Pide que la Justicia y los funcionarios intervengan para que la criatura regrese con ellos hasta la resolución de la Cámara.

La titular de la Subsecretaría de los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia, Andrea Travaini, defendió la decisión del juez y dijo que la prioridad es mantener juntos a todos los hermanos. Negó que el nene tuviera problemas para integrarse con la familia adoptiva y dijo que los cuatro chicos se fueron de la mano.

Tristeza

“Nos arrebataron al niño. No pudimos darle un beso ni un abrazo. Se lo llevaron como a un delincuente dejando atrás tantos meses de amor de él hacia nosotros. Le quitaron su familia. Es violencia de Estado y jurídica”, dijo a El Ciudadano, Gustavo Monduzzi.

El 22 de diciembre de 2016, un mes después de inscribirse como familias solidarias, Gustavo y Carina recibieron a Peque en su casa. El bebé tenía 34 días y había sido separado de su mamá y de sus tres hermanos.

Gustavo recordó que llegó envuelto en una frazada con 42° de fiebre. Estaba lastimado y lleno de picaduras de mosquitos. Con el bebé le entregaron un papel donde escribieron en lápiz el tipo de leche que tomaba. Desde que nació había estado internado en el Hospital Provincial de Rosario.

Gustavo dijo que con su esposa pensaron en cuidarlo un tiempo hasta que el nene pudiera volver con su mamá. Firmaron un contrato que decía que podrían tenerlo hasta seis meses. Le habían dicho que a los bebés los adoptan a los 20 días.

El matrimonio tiene 5 hijos, de entre 35 y 18 años. Cuando recibieron a Peque no pensaban adoptar. Querían darle la posibilidad a las personas que no habían podido tener hijos.

Los meses pasaron. Gustavo contó que Peque empezó a hablar: aprendió a decir papá y mamá. En octubre del año pasado les avisaron que el bebé no podía volver con su familia biológica y podría ser adoptado.

“Peque era un bebé feliz. Nunca lo dejamos solo. Siempre durmió con nosotros. Vacacionó con nosotros. Era parte de nuestra familia”, dijo Gustavo.

En febrero el matrimonio pidió la guarda preadoptiva del menor y de sus tres hermanos, que vivían con otras familias solidarias. El juzgado de familia de Villa Constitución la negó. El matrimonio no figuraba en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos y se había comprometido a entregarlo a otra familia adoptiva cuando lo recibieron. Gustavo y Carina consideraron que se excedieron los tiempos, que Peque se integró a la familia y apelaron el fallo que pronto ingresará a la Cámara.

“El Estado y la Justicia se olvidan de estos chicos y se activan cuando alguien los quiere adoptar porque se dan cuenta que los plazos están vencidos. Te dicen que son el Estado y que lo pueden llevar. Sabemos que firmamos que lo íbamos a entregar, pero los plazos se vencieron. El programa lo desvirtuaron el Estado y la Justicia cuando no cumplieron con el tiempo pactado”, explicó.

La Subsecretaría de Niñez y la Justicia resolvieron que Peque entable contacto con un matrimonio de Roldán que pidió adoptarlo a él y a sus cuatro hermanos mayores.

“Volvía llorando, pero desde Niñez nos decían que fue una fiesta. Gritaba. Se escapaba. Nos agarraba de la mano. Se despertaba a la madrugada con miedo a que se lo lleven”, contó Gustavo.

Tras eso dijo que desde que Peque empezó a viajar a Roldán se empezó a enfermar. Tuvo bronquitis y neumonía. Las visitas a la familia roldanense no se suspendían.

Este jueves a la mañana Gustavo presentó un certificado médico pidiendo que Peque se quede un mes más con ellos hasta que el juez de cámara resuelva. Dijo que mientras estaban reunidos con el juez y los funcionarios del Tribunal de Niñez de Villa Constitución, a Peque se lo llevaron en un auto hacia Roldán.

Lamentó no poder despedirse del nene ni entregarle sus cosas. “Es otro caso como el de  Kiki. Recorrí pasillos de legisladores. Visité al obispo y al padre Ignacio. Les mandé una nota al gobernador y al ministro de Justicia. Busqué el diálogo pero nadie nos llamó. Peque logró construir su familia y adoptarnos. No lo escucharon y se lo llevaron”, dijo Gustavo.

Los hermanos juntos

La titular de la Subsecretaría provincial de los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia, Andrea Travaini, defendió la decisión del juez y dijo que la prioridad es mantener juntos a todos los hermanos. “Ellos pidieron la adopción sabiendo que no podían porque eran familia solidaria. Quisieron adoptar sólo al menor y no quisimos que separen a los hermanos”, señaló a El Ciudadano.

La funcionaria explicó que en octubre del año pasado la Subsecretaría resolvió que los nenes no podían volver con su familia biológica porque vulneraba sus derechos. El juez Oscar Davini de Villa Constitución resolvió que podían ser adoptados. Buscaron en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos y seleccionaron a un matrimonio de Roldán que estaba dispuesto a adoptar a todos los hermanos. “El Estado no los abandonó. Hizo el seguimiento durante un año y medio. En octubre definimos el estado de adoptabilidad y durante los meses siguientes buscamos una familia. Ellos lo aceptaron”, agregó.

Travaini negó que el matrimonio no pudiera despedirse del nene y, por el contrario, dijo que ellos se negaron a llevarle las pertenencias al chico. “El juez habló con cada familia solidaria que se despidió de los chicos. Ellos se fueron una hora antes. La vinculación de los nenes con la familia adoptiva fue muy buena. Los cuatro hermanos salieron de la mano”, concluyó.

La voz de otro juez

El juez de familia Marcelo Molina defendió el programa de familias solidarias y, sin entrar en el caso particular, explicó que es importante evaluar el tipo de vínculo que el menor creó y analizar cuál es la familia más conveniente para su crianza. “Cada caso es particular. Hay que evaluar si el chico generó algún vínculo filial cuando los plazos de tenencia provisoria son excesivos. También cuál es la familia más conveniente. Las familias solidarias no están evaluadas para ser adoptivas”, explicó Molina a El Ciudadano. “Una familia solidaria sabe que se va a desprender del chico, por eso se le exige que no esté inscripta en el registro único de adoptantes. El código dice que para decidir la adopción hay un plazo de seis meses desde que se saca al menor de la casa. Hasta que se encuentre una familia puede pasar entre 6 y 9 meses. Cuando se exceden los plazos, la familia solidaria no puede pedir la adopción porque se comprometió a no hacerlo”, concluyó.

El caso de Kiki

A mediados de enero, Kiki, el niño que durante dos años criaron Sergio Gigliotti y su esposa Cristina, fue dado en adopción. La Subsecretaría de Niñez llevó al niño con otra familia argumentando que había vencido el plazo de seis meses establecido por el programa. A Kiki lo trasladaron a la localidad de San Carlos Centro, a 38 kilómetros de la capital provincial, donde vive un hermanito de 8 meses. Sergio y Cristina pidieron la adopción definitiva para los dos hermanos.