Carina Ortiz / Silvina Tamous
No es común que ocurra. La mayoría de las veces, las personas suelen sentirse excluidas de la posibilidad de adoptar si no cuentan con una familia constituida desde los parámetros tradicionales y con recursos materiales que lo hacen ser parte de la clase media, como el buen trabajo, la casa, entre otras cuestiones. Por eso, que la Justicia le otorgue la adopción plena de un niño de 6 años a un hombre soltero es un aliciente para todos aquellos que ven en la adopción la única posibilidad de hacer realidad su sueño de ser padres. “La ley dice que puede otorgarse un niño al adoptante o a un matrimonio. La ley no discrimina hombre o mujer”, sostiene Florencia Rimotti, abogada del hombre que ahora obtuvo la custodia total del pequeño.
El flamante padre desde el punto de vista legal comparte su casa con su hermana y su sobrina y trabaja en un minimarket. Pese a que el niño vive en su casa desde que era un bebé, en ningún momento se opuso a que el chico tenga contacto con su madre biológica, que lo visita eventualmente.
La decisión estuvo a cargo del Tribunal Colegiado de Familia de la 4ª Nominación, a cargo de Lidia Bustamante, quien otorgó la adopción del pequeño al padre soltero en febrero de este año.
La historia del pequeño Alan es dura. También la de su madre. Tenía apenas días de vida cuando la propia mamá se dio cuenta de que no podía atenderlo. La sentencia misma reconoce que, mientras tuvo a su hijo a cargo, lo cuidó “con bastante atención a pesar de tomar sedantes”. Pero lo cierto es que ella vivía en situación de calle, luego fue a parar a un hogar de tránsito y, como no la dejaban salir, prefirió simplemente quedarse en la puerta de una iglesia, mendigando. Fue por esos días que dejó a su bebé al cuidado de una mujer. Y fue allí cuando intervino la Justicia: el bebé tenía cinco meses y una mujer que lo tenía en guarda fue visitada por un asistente social, tras una denuncia anónima. Pero su madre biológica ya se lo había llevado al hogar del padre Luis, donde ambos iban a vivir. Pero otra vez, cuando fueron a buscarlos se encontraron con que la madre había salido para llevar al bebé al hospital. Nunca más regresó. Luego el pequeño pasó a vivir en la vivienda del hombre que ahora es su padre adoptivo, mientras su madre permanecía internada en el hospital Agudo Ávila. Allí le diagnosticaron un estado psíquico de severa inestabilidad emocional, tendencia colérica, llanto fácil, ausencia de autocrítica y de percepción de las dificultades llegando a una formación de pensamiento paranoide, no llegando a ribetes delirantes. Si bien la mujer podía visitar a su hijo, en un comienzo lo hacía una vez por semana y luego esas visitas se transformaron en intermitentes.
Ya en 2006 la mujer había dado a luz a su cuarto hijo, un varón. Su hija mayor vivía con su abuela, la segunda había sido dada en adopción, Alan estaba a cargo del hombre que ahora logró adoptarlo y el bebé estaba a su cuidado, aunque pronto comenzó a presentar grandes dificultades para hacerse cargo del pequeño. Una de las cuestiones que tuvo en cuenta la Justicia para otorgar la custodia de sus hijos a otras personas, más allá del informe médico, es que la mujer planificaba “volver a vivir en la calle, no estando incluidos sus hijos en la propuesta, ni vivir ni cuidar de ellos, apelando para esto a otros que puedan hacerlo por ella”, sostiene el fallo judicial. También se establece que es necesario definir la situación de los más pequeños, ya que se encuentran en una situación de desamparo material y moral. En ese sentido, el Tribunal buscó a los familiares de la madre biológica, que argumentaron que no podían hacerse cargos de los niños.
Luego decidió darle la guarda provisoria de Alan al hombre que lo estaba criando y buscarle una familia para su hermano menor. En febrero de este año, la jueza otorgó la adopción plena a este hombre soltero que nunca dudó en cuidar al pequeño.
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