Sociedad

Gordofobia

Operación verano: la policía de los cuerpos


La chicharra de fondo anuncia que ya se instala el calor. Quienes somos equipo invierno sabemos que se viene lo peor. Si sólo fuera el calor. Si sólo fuera el abrazo nunca pedido del asfalto infernal de cualquier calle rosarina. No. No sólo se viene el calor y los mosquitos. Se vienen las fiestas, las despedidas, las carnes más expuestas y, con ellas, las miradas y opiniones (que siempre están, pero ahora se potencian).

Con el aumento de la temperatura se instala la “presión estacional”, esa maravillosa bajada de línea alimentada por los medios y las redes, que apremia a las mujeres para que tengan un cuerpo delgado pero curvilíneo y, a los varones, para que puedan mostrar un físico marcado y musculoso.

En este contexto emerge con fuerza la “policía de los cuerpos”, preparada para condenar aquellas corporalidades disruptivas, alejadas de los estándares impuestos por una mirada homogeneizante. La yuta responde a la presión social y cultural de un estándar heterocisnormativo de belleza. Perpetua la idea que algunas corporalidades son válidas y otras no. Censura cuerpos. Invisibiliza. Te manda al calabozo del encierro, para no alterar la moral estético-salutista imperante.

Frente a la presión y proscripción, las estrategias se reducen a la propia transformación: dietas de moda, generalmente restrictivas e hipocalóricas; tratamientos invasivos (y muy costosos) que borran arrugas panzas y ombligos; actividad física compulsiva. Todo parece válido si es para adaptarse al verano. Todo parece válido si es para dejar de sentir esa mirada enjuiciadora que se enmascara en un te lo digo por tu salud, cuando en realidad es no estoy acostumbrado/a a ver otros/as cuerpos/as y por eso creo que vos estas mal, o siempre escuche que la gente gorda era gente enferma, nunca cuestione si eso es cierto, etc.

Como sabemos, nos construimos también a través de la mirada del otro/a, y si esa mirada siempre devuelve asco, repulsión o burla; no podemos negar que la estigmatización hacia las formas que rompen el patrón estándar y no se ajustan al aspecto esperable o socialmente impuesto, suelen (solemos) ser discriminados.

Los mandatos corporales niegan la característica más humana, más natural y más obvia: lo normal es lo diverso. Por más que la policía insista en reprimir, seguiremos existiendo. Su mirada inquisitoria, que profundiza la exclusión, se choca de frente con la potencia desde las militancias y la exposición de esta temática.

Que el verano sea para todos/as los/as cuerpos/as. Que la “operación bikini”, esa carrera contra nosotros/as mismos que sólo deja perdedores, deje de ser normalizada por los medios y empiece a ser cuestionada. Que se entienda que todos/as los/as merecen (merecemos) respeto más allá de formas, colores, capacidades. Todos/as/es, merecen (merecemos) sentir la espuma del mar, la arena molesta, el agüita de la pile o la manguera, sin sentir desprecio, asco y/o sojuzgamiento. Que finalmente, el mandato del verano pueda ser disfrutar, sin importar nada más.

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*Licenciada en Ciencia Política (UNR), militante por la diversidad corporal, anticapacitista, docente de Problemáticas de la Discapacidad, Sociología de la Discapacidad, y de Metodologías en la UGR, trabajadora en la Secretaría de DDHH de la UNR. Columna de opinión “Cuerpas mutantes”. Miembro fundacional de IG: @alicya.para.iberoamerica (Asociación por la liberación corporal y alimentaria para Iberoamérica). IG: romina.sarti

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