La sección económica de un diario enfrentado con el gobierno dice que la fuga de capitales de 2011 fue de 18.476 millones de dólares, y el acumulado de la década de 161.000 millones de dólares. Es mal intencionado, o al menos curioso, que el mismo diario que brinda esta información se asombre de las limitaciones que pone el gobierno a la compra-venta de divisas en el país y a las importaciones junto con un control de la liquidación de divisas por exportaciones.
Otra curiosidad: muchos de los que se oponen a pagar deuda pública con caída de reservas sostienen que las reservas deben ser utilizadas para casos extremos y respaldo de la Nación. Esa misma gente es la que se opone a que los dólares se vendan libremente como si fuese una mercancía de fácil reposición. Sin dudas es un ejemplo nítido de doble lenguaje y, por lo tanto, inconsistente, lo que evidencia que ambos argumentos no se ajustan a la verdad. Sería bueno que alguien les preguntara pero nadie pregunta, se habla en forma aislada, no se vincula nada con nada.
Ante esas limitaciones, el mismo diario da explicaciones y propuestas para comprar divisas en formas alternativas y, lo que es peor, la información que brinda es mentirosa y de riesgo considerable para los contribuyentes que las tomen, pero siempre orientada a justificar la falta de apoyo al país.
Una lectura más lenta y entre líneas del mismo diario nos permite aprender cómo fugar capitales.
La fuga de capitales se facilitó a partir del trabajo de Martínez de Hoz y Krieger Vasena fortalecido por sus seguidores: Fundación Mediterránea, Fiel, Fundación Capital o sus humoristas mediáticos como Osvaldo Granados y Carlos Melconian, por no citar al escondido Ricardo López Murphy, que no sabe cómo explicar que los capitales están traicionando a Europa y Estados Unidos y mostrando descaradamente que el capital es asesino en todas partes, incluso en el primer mundo.
Esta idea de que compra dólares y los desaparece es una ficción inventada por el capital financiero que lava plata de los países pobres en los ricos.
Lo curioso es que la fuga de capitales está limitada por las reglas internacionales de lavado de dinero, pero las entidades financieras internacionales sostienen que si la plata se ganó por evasión fiscal no es lavado de dinero.
Es decir, para la moral del primer mundo traicionar al país que origina la riqueza no es delito, lo que implica mayor empobrecimiento de los países pobres.
De esto podrían asesorarse bien los socios políticos de Alfonso Prat Gay, funcionario de la banca Morgan, entidad con nombre de pirata dedicada a la fuga de capitales y denunciada por Jorge Lanata en el desaparecido diario Crítica. El diputado debería ser asesor en su especialidad o ser funcionario de la banca Morgan, pero en el mundo del revés seguirá con el sello de diputado representando a los intereses financieros internacionales.
La operatoria de fuga de capitales es fomentada por los “gurúes de la city” y favorece a los de mayor poder económico, porque son ellos los que pueden operar.
Lo que los grandes medios no dicen cuando enseñan a fugar capitales con cuentas en Panamá o mediante compra de bonos es que la Afip tiene en sus archivos registrada la compra de divisas, bonos, títulos, acciones y toda adquisición realizada que implica un aumento de activo. Si el comprador no puede justificar la venta tiene el bien. La tenencia debe ser declarada en cada presentación. A su vez, si los ingresos para realizar las compras no están justificados hay otra complicación, la ley de lavado de dinero.
Tanto la UIF como la Afip podrían consultar y si las explicaciones son insuficientes se puede caer en la categoría de evasor o en el de ganancias mal habidas.
En un país con seguridad jurídica se debe terminar con la vigencia de las reglas económicas instituidas por los gobiernos militares de Onganía y Videla y sus delincuentes operadores económicos –mal llamados economistas–, y ser reemplazados por propuestas “antiguas” como limitaciones severas a la compra de divisas. Esto no es una pérdida de libertad, es un aporte a la transparencia, un sinceramiento de la economía, el beneficio de terminar con la fuga de capitales.
El control de compra y venta de divisas no pretende perjudicar a nadie, por el contrario, es una protección para el grueso de la sociedad y sobre todo apunta a solucionar el problema que tanto inquieta a los periodistas del capital financiero: evitar la fuga de capitales. En estos días se está jugando un nuevo capítulo de la denuncia de Olmos contra Martínez de Hoz.
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