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Onkel no para de crecer

Por Leandro Rosati.- La institución de zona sur, de 77 años, tuvo su época de gloria, luego casi desaparece y actualmente vive su auge. Se lo define como el del café y los bailes en ese barrio.


Sacrificio y trabajo son las palabras que retumban en todo el club Onkel. Un grupo de socios que heredó la pasión de familia le dedica varias horas al día a la institución y forman parte de la comisión directiva. Vivieron su infancia, pasaron su adolescencia, fueron creciendo y formaron sus familias.

Los momentos más gloriosos de la institución fueron en la década del 50 y 60, aunque  también supo lo que fue pérdida de socios por un conflicto edilicio. Luego llegaron los peores años porque perdieron todas las actividades deportivas y el club quedó desvastado. Sin embargo, en 1998 un grupo de socios arrancó la reconstrucción y una década después cuenta con una intensa vida social durante cada jornada.

El club Onkel se fundó el 19 de agosto de 1935 cuando un grupo de vecinos del barrio Las Delicias estaban reunidos en una vivienda con el objetivo de armar un club deportivo, cultural y recreativo. En ese momento, se conformó la comisión directiva y el club se instaló en Ovidio Lagos 5771.

En sus comienzos, el fútbol fue el principal deporte. Participó de los distintos torneos amateurs. Y el nombre surgió porque el café Onkel regaló el primer juego de camisetas y tenía los colores negro y blanco.

Con el correr de los años se fueron incorporando disciplinas y en 1950 empezó la participación del básquet en la Liga Rosarina. También se practicó patín.

Además, durante la década del 50 y 60 el club fue epicentro de los grandes bailes que se realizaron en la ciudad. Algunas de las figuras más destacadas que pasaron por las instalaciones fueron Sandro y Los del Fuego, Leonardo Favio, Violeta Rivas, Cuarteto Imperial, Los Wawanco, Rodolfo Zapata, Juan Ramón, Leo Dan y Bombo Tehuelche. En esa época, el club Onkel terminó tercero en recaudaciones detrás de Central y Gimnasia.

En 1971 se produjo un quiebre en el club porque la comisión directiva decidió vender el salón donde se hacían los eventos para casi 600 personas y se jugaba a las bochas porque creían que la sede social debía estar sobre la calle Ovidio Lagos. En ese momento, la fábrica lindera hizo una propuesta muy interesante y se concretó la venta. Con esa plata se inició una obra faraónica que iba a tener dos pisos, con ascensor y todos los lujos. Pero después se dieron cuenta que eso no se iba a poder terminar. Al año de arrancar las obras, el dinero no alcanzó y dejaron el esqueleto de hormigón. La plata la colocaron en un banco y los agarró el “Rodrigazo del 75”. En conclusión, el dinero quedó en el banco y la obra sin hacerse…

A partir de ese momento, muchos socios del club que habían trabajado en la construcción del salón se molestaron con todo lo sucedido y se perdió la cantidad de adherentes. Fueron muchos años de intrascendencia, donde los vecinos no iban a la institución y se habían perdido todas las actividades deportivas. Aunque los amantes de Onkel siguieron haciendo rifas y comidas, para así con todo lo recaudado realizar obras en el nuevo salón.

Sin embargo, en 1998 un grupo de socios puso dinero, se hicieron refacciones de pintura y remodelaciones. Y el primer deporte en volver fue el patín artístico, que trajo mucha gente. Luego se fueron incorporando disciplinas y creció el número de socios. Durante muchos años no se cobró cuota societaria y en la actualidad es ínfimo el monto que se les pide a los chicos.

Actualmente, los principales ingresos del club son el alquiler de canchas, salón para eventos y la cena que se realiza a fin de año.

Con más de 77 años de historia, Onkel es uno de los clubes de la zona sur que cada día escribe una nueva página de historia. Por allí pasaron dos generaciones y los ‘viejos socios’ pretenden que los chicos mantengan ese espíritu y sigan con la tradición de los colores.

Preocupa la falta de compromiso de los jóvenes

Cuando el sol baja y la jornada laboral llega a su fin, un grupo de socios y miembros de la comisión directiva se juntan en el buffet con una picada y un vermú de testigo de por medio para recordar anécdotas y hablar sobre la situación actual.

Oscar Fabani (tesorero), Cristian Severini (secretario) y José Luis Mature (colaborador incansable del club) cuentan sus sensaciones sobre esta nueva etapa en el Onkel.

“Nosotros queremos que los chicos aprendan, se diviertan y compitan sin presión en cualquier deporte”, explicó José Luis Mature, el entrenador del baby. Y agregó: “Ellos son el futuro acá, pero hasta ahora no pudimos encontrar ese compromiso”.

Por su parte, Fabiani comentó que el principal problema es la falta de compromiso de los chicos para sumarse a la comisión.

“Nosotros tenemos trabajo y cuando nos juntamos en el club es para hablar siempre de proyectos, plata y ver cómo se pueden hacer obras. Es hora de que lo más jóvenes formen parte de la comisión directiva”, explicó el tesorero. Y además comentó: “Cuando yo era pibe, nos comprometíamos a tratar de conseguir algo para las fiesta, otros se dedicaban a levantar paredes en el club”.

En tanto, Cristian Severini opinó que los tiempos cambiaron. “Los chicos no vienen al club a hacer lo nuestro que es comer una picada, tomar algo y hablar de las cosas que pasaron en el día. Apareció la tecnología y prefieren quedarse en la casa. Y nosotros somos un club de barrio, eso limita más porque no tenemos pileta y nuestro espacio es realmente normal”.

“Hace 15 años que volví al club y todos los años tengo la esperanza que alguien se comprometa. Fui a buscar a nietos de socios fundadores para colaborar pero nadie se compromete”, recordó Fabiani.

En cuanto a las principales obras que se realizaron hace un tiempo, el tesorero comentó que el arreglo de la pista para jugar al fútbol y al vóley demandó una gran erogación económica. Mientras que el principal anhelo para el futuro es terminar el agua caliente en la duchas de los vestuarios. Y comentó: “También terminamos las obras para el baño de discapacitados con un subsidio del municipio. Después invitamos a todos los funcionarios para que vean las obras que realizamos con ese dinero”.

“Acá todo lo que hacemos es por una herencia de nuestro viejos que nos enseñaron a querer el club como nuestra casa. Todos los días hay que pasar a ver como está todo”, concluyó Mature, en diálogo con El Hincha, mientras la picada ya es parte de la historia.

Renació la vida social

En los comienzos del club, el fútbol fue el deporte base que practicaban los socios. Con el correr de los años, se jugó al básquet y el club formó parte de la Liga Rosarina. También las bochas fueron durante muchos años uno de los principales juegos de los socios fundadores junto con el patín, que también ocupa un lugar muy importante en la historia de Onkel.

Sin embargo, el club fue perdiendo socios y la actividad deportiva desapareció. Pero en 1998 un grupo de socios apostó nuevamente al club social y el patín artístico fue la primera disciplina en arribar al club. Con la llegada de ese deporte, el club consiguió un número importante de socios.  Luego llegó el turno de la escuela de baby fútbol, equipo que compite pero no por puntos.

Y para completar el gran momento que vive la institución de barrio Las Delicias, también se practica vóley y taekwondo. Así, cada tarde la institución presenta una vida social muy intensa donde cientos de padres y madres esperan a los chicos mientras realizan las distintas actividades.

Por último, un grupo de adolescentes decidió formar un equipo de fútbol que participa en la liga interna de Sagrado Corazón (Ovidio Lagos al 6000), donde cada fin de semana representan a Onkel.

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