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Ley necesaria

Olimpia Melo, la activista mexicana que lucha contra la violencia sexual digital

La activista mexicana llegó a la Argentina para impulsar el proyecto de ley que lleva su nombre y busca penalizar ese tipo de violencia contra las mujeres, que fue presentado en la Cámara de Diputados, acompañado por más de 27 mil firmas


Eva Marabotto

La activista mexicana Olimpia Melo llegó a la Argentina para impulsar el proyecto de ley que lleva su nombre y busca penalizar la violencia digital contra las mujeres, que fue presentado el lunes en la Cámara de Diputados, acompañado por más de 27 mil firmas, y el respaldo de la diputada del Frente de Todos (FdT) Mónica Macha y la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta.

Melo comenzó su lucha a los 18 años después de que se viralizase un video suyo teniendo sexo y en 2018 logró que el Congreso mexicano aprobase una ley que lleva su nombre y castiga con hasta seis años a quien difunda contenido íntimo.

Sobre ese camino que recorrió y que la trajo a Argentina la activista conversó acompañada por integrantes del Grupo Ley Olimpia Argentina, que son víctimas de violencia sexual digital de Buenos Aires y las provincias de Santa Fe, Tucumán y Jujuy.

La Ley Olimpia Argentina se conformó hace un año por impulso de mujeres que habían vivido violencia digital de contenido sexual

Acerca de cómo surgió la idea de venir a presentar el proyecto de ley a la Argentina, la activista señaló: “Ley Olimpia Argentina” se conformó hace un año por impulso de compañeras como Eliana Sotelo, Florencia Villegas, Camila Segli, Emilse Farfán y Florencia Zerde que habían vivido esta violencia. Entonces descubrieron que nosotras ya habíamos sacado la ley Olimpia en México y nos contactaron, mientras hacían una petición en Change.org para pedirle al Congreso que trate una ley similar en la Argentina. También es un movimiento político y una causa. Lo que nosotras deseamos es que se tome conciencia sobre el uso, la venta y la explotación de nuestros cuerpos en Internet, algo que no está legislado ni penalizado en la mayoría de los países de América Latina. México fue el primero en hacerlo, y solo unos pocos de Europa lo hacen”.

Se habla de explotación sexual y, en la mayoría de los casos, quien la motoriza es alguien muy cercano a la víctima. Sobre este tema Melo explicó que “el victimario tiende a ser una expareja, la pareja actual o alguien con quien la víctima comparte una relación sentimental. Pero eso no significa que sea el único victimario. En la ley argentina 26.485 de violencia contra la mujer no está tipificada la violencia contra la intimidad sexual que implica la difusión y producción no consentida y no autorizada de material íntimo sexual”.

Intentar ayudar a otras mujeres que habían sido víctimas y no tenían contención

Sobre si onocía algún caso de violencia sexual digital antes de convertirte en una víctima, la activista dijo que “tenía 18 años cuando grabé un video sexual con mi pareja, un novio de entonces que me pidió hacer “sexting” –un acrónimo entre sexo y texto, que es el intercambio virtual de contenido sexual, con consentimiento. Tuvimos relaciones sexuales y nos grabamos con un teléfono celular. Pero ese video se empezó a hacer viral en Facebook, Twitter e Instagram. Después, en páginas porno, que son mercados de explotación sexual en línea. Me convertí en un hashtag: #OlimpiaLaGordibuenaDeHuachinango. Yo no vivo en el DF, vivo en un pueblo de 80 mil habitantes. Todo el pueblo vio mi video, me vio desnuda y además todos me juzgaron. Yo era puta o zorra porque me había dejado grabar. Hubo un periódico de circulación municipal en donde hicieron capturas de pantalla del video y los ejemplares se vendían en el quiosco de revistas por cinco pesos. Dejé la escuela y el trabajo. Estuve ocho meses sin ir a ningún lado.

Esas imágenes después llegaron a mi familia. Las trajo mi hermanito de 14 años que recibió el video por WhatsApp. Entonces mi mamá me preguntó si yo hubiera querido que ese video se compartiera. Cuando le dije que no, me dijo que entonces no era mi culpa. Que no tenía que darme vergüenza. Que ella no tenía vergüenza porque no era un video en el que yo estuviera robando, o siendo corrupta. Después me dijo una frase icónica: «Todas y todos cogemos. La diferencia es que a ti te ven a hacerlo y eso no te hace una delincuente». Ese día yo conocí tres cosas: que tenía un espacio seguro que no me habían dado la sociedad ni el Estado, pero me lo daba mi familia; que existía la sororidad, las mujeres como aliadas y no como rivales como hizo mi mamá, Josefina, a pesar de que no terminó la preparatoria porque me tuvo a los 17 años y mi abuela no era una mujer de riqueza. Y la tercera cosa que conocí fue la lucha digna. Mi madre me incentivó a luchar y a intentar ayudar a otras mujeres que habían sido víctimas y no tenían esa contención”.

Un proyecto social para cambiar la cabeza

Olimpia Melo elaboró el proyecto de ley con reformas para penalizar la violencia sexual digital, lo que fue todo un proceso con diferentes etapas.

“Cuando esto pasó yo estudiaba Derecho. Conocía quién era mi diputado, y el mecanismo para elaborar una ley. Cuando descubrí que había una laguna legislativa en el tema, me sentí muy poderosa, porque podía hacer un aporte. Empecé a estudiar y pedir ayuda. Transformé mi dolor en acción. Algunos decían que estaba loca, me preguntaban si quería crear una cárcel virtual para estos delitos. Luego lo presenté como proyecto integral para la violencia digital que incluía la creación de una fiscalía especializada en delitos digitales y la ampliación del patrimonio de la Policía Cibernética. Cuando fue aprobado, un periódico me entrevistó y me preguntó si era la «Ley Olimpia», y desde entonces le quedó ese nombre. Al principio no me gustó porque pensé que, para averiguar por qué se llamaba así todos iban a buscar el video y lo iban a ver. Pero después, mis compañeras de lucha me hicieron ver que las víctimas nos merecemos ese reconocimiento. Ahora creo que yo no soy la Olimpia del video, soy la Olimpia de la ley. Una ley que sirvió, después de la violación masiva que tuvimos de nuestro cuerpo en las redes para evitar que otras mujeres sean violadas como nosotras”.

Sobre esa mención a una “violación colectiva”, Olimpia dijo: “El victimario no es solo quien lo viralizó sino los que lo comparten, los que le dan «like». Tenés que aprender a vivir con esos contenidos, como si fuesen un tatuaje en tu piel”.

Y sobre si esos contenidos pueden en algún momento eliminarse, apuntó: “No por ahora. Pero nuestra experiencia en México es que, a raíz de la aprobación de la ley Olimpia, bajó de una manera muy significativa la circulación de este contenido íntimo, porque la sociedad entendió que está penalizado. A raíz de eso tenemos ocho sentencias en México sobre este tipo de violencia. No solamente hicimos una reforma legislativa, lo que hicimos fue un proyecto social para cambiar la cabeza. El lunes le dije al Congreso de Argentina que nosotras no queremos que levanten la mano a favor de la ley, queremos que borren esos videos de sus teléfonos celulares. Queremos que le hablen a la gente de que está mal compartir una fotografía íntima sexual sin consentimiento. Alguien puede estar disfrutando, erotizándose con un video, pero del otro lado está una mujer como Belén San Román, la policía que se suicidó por la difusión de esos contenidos”.

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