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Ola delictiva:¿Quién arroja la primera piedra?

Por: Carlos Duclos

 

 

 

 

 

¿Hay gente angustiada y enojada? Desde luego que sí; se la encuentra en todas partes y a toda hora. Es gente preocupada, afligida y apabullada por la ola de delitos (y más que ola tsunami) que se cierne sobre esta Argentina sometida por la mediocridad, la mezquindad, cuando no la corrupción de la dirigencia de uno y otro signo. Una dirigencia que, fiel a sus  efectos que no desea erradicar, nada hace por mitigar un asunto que ya es escandaloso. Robos, heridos, muertes se suceden en todas partes, y son muy pocos los que se abocan a la cuestión con la seriedad que la misma requiere.

Hace pocas horas atrás, en esta misma columna, al hablar de las denuncias formuladas por Susana Giménez, Marcelo Tinelli y Mirtha Legrand, trío que abordó la cuestión inseguridad, se decía: “…Se trata de traer a la memoria la patética actitud de muchas estrellas devenidas políticas o interesadas en política, como Tinelli, quien hace algunos años, cuando ridiculizó a la investidura presidencial, en ese momento representada en De la Rúa, contribuyó no a que el presidente huyera en helicóptero, sino a poner por el piso a las instituciones argentinas con las consecuencias preocupantes que ello siempre significará para millones de seres humanos que, por ignorancia o error, festejaron y aun festejan los dislates del multimillonario conductor. Hay que ser honestos: Susana Giménez es preciosa y divina aun con sus años, es una profesional en lo suyo; la emperifollada señora rococó de los almuerzos (Mirtha, naturalmente), tiene talante y talento (¿por qué negarlo?), pero si este trío forma opinión en la sociedad argentina y es punto de referencia: ¡señores, qué mal que anda todo esto!”

Alguien, con toda justicia, podrá no estar de acuerdo con esta opinión que trató, en definitiva, de poner sobre el tapete una pregunta: ¿Qué han hecho los medios de comunicación y algunos comunicadores para resguardar al ciudadano común de tanta violencia y delito? Poco y nada y mejor aún: podría decirse que la cultura mediática de nuestros días ha contribuido grandemente a difundir la estupidez y la violencia.

Pero mejor que esta opinión, es la de un hombre ligado al espectáculo. Alguien serio, talentoso, reconocido. Se trata del productor Carlos Rottemberg quien advirtió que en la última década la televisión difundió “valores subvertidos” que influyeron en chicos sin “contención”. Fue más claro y contundente: “Esas mismas influyentes personalidades (por el trío de la farándula que salió a hablar de delito), con autoridad suficiente y horas de pantalla que utilizan para agigantar valores impertinentes, deben permitirse mirar para sus adentros y  econocer que también colaboraron desde su labor para que estemos ubicados como país en el lugar que ahora desdeñan”. ¿Hace falta decir más?

Sólo que es cierto que este gobierno nacional y que muchos gobiernos provinciales no se ocuparon como corresponde del tema que aflige a millones. Es cierto que Luis D’Elía es un personaje que lejos está de ser paradigma para formular consideraciones o críticas, pero no es menos cierto que a la hora del juzgamiento: ¿Quién puede arrojar la primera piedra? Sólo el ciudadano, ese ser humano común que camina por la calle o duerme en su cuarto temeroso de que en algún momento algo malo o trágico le suceda a él o a su familia. Políticos y comunicadores, poco o nada han hecho para atenuar un problema grave y preocupante ¿Hasta cuándo?

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