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Ochenta kilos de marihuana y doce imputados que dijeron no conocerse

Gordo Vilches, lugarteniente de la banda Los Monos, comenzó a ser juzgado este jueves junto a once personas por organizar la venta de drogas desde la cárcel. Al hacer uso de la palabra, los acusados negaron tener relación entre sí, contaron de qué trabajaban y se desligaron de los delitos achacados


Vilches, Bocutti y Vibone juntos a sus defensores Romina Bedetti y Fausto Yrurre.

El Tribunal Oral Federal (TOF) 3 presidió este jueves por la mañana la primera jornada del juicio que tiene imputado a Leandro “Gordo” Vilches, un integrante de la banda los Monos, y otras once personas acusadas de conformar una organización dedicada a la distribución y venta de marihuana en Rosario que fue desbaratada en 2017 con el secuestro de alrededor de 80 kilos de la droga. La operatoria atribuida al grupo, de mediana escala, no escapa a la lógica que ya se evidenció en la causa Los Patrones y Smolsky por narcomenudeo vinculados con el clan Cantero. En las causas el factor común es que sus líderes, privados de la libertad, impartían órdenes desde sus lugares de detención a través de visitantes y teléfonos celulares.

En la primera jornada la Fiscalía, a cargo de Federico Reynares Solari, leyó ante el tribunal –integrado por los magistrados Eugenio Martínez, Osvaldo Facciano y Mario Gambacorta– y la defensa la requisitoria a juicio, es decir el detalle de la causa y los cargos atribuidos a cada uno de los imputados. Estos, a su vez, tuvieron la posibilidad de declarar nuevamente, o bien abstenerse. Luego siguió la declaración de testigos. Estaba previsto casi una decena de policías federales que hicieron tareas de campo, interceptación de llamadas y allanamientos.

Nueve de los imputados siguieron el debate por videoconferencia.

 

La investigación señala que las operaciones del grupo por distribución y venta estuvieron bajo la lupa de la Justicia Federal desde noviembre de 2016 hasta abril de 2017 cuando una serie de allanamientos dio por desbaratada la banda.

Vilches, de 33 años, está acusado de ser el organizador del grupo e impartir directivas desde su celda de Piñero. Entre quienes recibían sus órdenes están su esposa Gisela Bocutti, de 26, y su hermana, también de nombre Gisela, de 37. José Fabián “Viejo” González es otro de los miembros más encumbrados: le atribuyen ser proveedor, almacenador y proveedor del cannabis prensado, al igual que otro veterano de barrio Ludueña, Gustavo Rubén Farías, de 45.

El mecánico Jonathan Ezequiel Tosi, de 29 años; el remisero Daniel Alejandro Godoy, de 29, están acusados de “intervenir en el transporte” de la marihuana. A Marcelo Antonio Dávalos y su esposa Mirta Díaz, también remiseros, se los apunta como delivery o de prestar sus coches para el transporte.

Otros miembros de la gavilla, para la acusación, son Jonathan Albanese, de 29 años; Leandro “Lea Tarta” Deb, de 30. Y una joven de 22 años llamada Luz Belén Vibone, pareja de un tal Cepe, –según la acusación– un compinche intramuros del propio Gordo Vilches.

Vilches, su pareja Gisela y Luz Belén Vibone estuvieron presentes en la sala de los Tribunales federales. El resto siguió el debate a través de un precario sistema de audio y video que conecta una sala del penal de Ezeiza y el tribunal de calle Oroño.

Nadie conoce a nadie

La mayoría de los imputados, quienes se presentaron como simples trabajadores, prefirió abstenerse de declarar y, como es de rigor, la Fiscalía leyó en el juicio sus descargos previos. Pero quien rompió esa lógica fue el Viejo González, un albañil villagalvense de 48 años con una condena previa por narcomenudeo en 2004. El Viejo fue allanado en Dorrego al 4700 en abril de 2017, donde la Policía Federal incautó 9 panes de marihuana, uno de los procedimientos que desbarató la banda.

“Me hago cargo de lo que hice, soy responsable, la droga que encontraron era mía. La conseguí para venderla”, se sinceró, sacando chapa de transero a la vieja escuela. Y expuso: “Alquilaba la habitación nomás, el chico (en referencia a Albanese) no sabía lo que había allí. Pero todo lo que hice lo hice solo. Yo no tengo empleados, no conozco a Vilches, no conozco a la hermana. No sé por qué me imputaron con todos ellos”.

Mirta Adriana Díaz, 50 años y con dos hijos, dijo en su indagatoria que se solventaba y “sobrevivía” como remisera: “Niego todo y no sé quién es esta gente”, consta que dijo en el expediente.

Otro descargo de tenor similar lo realizó Albanese, de 28, quien le alquilaba un inmueble a González, donde la Federal incautó marihuana. “No sé por qué me tiran este delito; yo sólo alquilaba. No tengo nada que ver, no conozco a ninguno de los imputados”.

Gisela Vilches, de 37 años, había dicho que trabajó durante diez años de mucama en un sanatorio céntrico y que la Justicia la vinculó a la causa sólo por visitar a su hermano en el penal de Piñero.

Antiguo lugarteniente de Ariel Máximo “Guille” Cantero y miembro de núcleo duro del grupo referenciado en barrio La Granada, Gordo Vilches, que tiene en su haber una condena por robo calificado, otra por asociación ilícita (la famosa megacausa Monos) y el año pasado sumó una condena a 6 años y medio de prisión por comerciliazación de drogas en la causa Smolski, dijo conocer de los imputados sólo a su hermana, a su pareja y a Marcelo Dávalos: “No sé qué escuchas puede haber, no conozco a nadie”.

La investigación terminó el 8 de abril de 2017 con el secuestro de 82 panes de marihuana que pesaban poco más de 50 kilogramos en un Fiat Uno en el que iban Farías y Tosi– en colectora este de Circunvalación y Zuviría. Y otros 39 panes por más de 25 kilos que estaban en un Duna que conducía Godoy. Luego se secuestró cantidad de estupefacientes en Dorrego al 4700 donde habitaba Fabián González, que ese día –según una escucha– dijo que “llegaba el pajarito”.

Sin domiciliaria

Este jueves se conoció que Bocutti, pareja del Gordo y una de las tres mujeres procesadas en la causa, quedará detenida luego de que le fuera revocada la prisión domiciliaria. Esta medida se dio en el marco de un pedido que hizo el Ministerio Público Fiscal al que hizo lugar el TOF 3. Ocurre que Bocutti fue mencionada en una causa por un homicidio en el fuero provincial a cargo del fiscal Ademar Bianchini.

En el legajo de instrucción surgió evidencia que la joven, apodada la Gi, incumplió la domiciliaria y sería quien le proveyó un arma a un tal Sapo, que fue imputado de matar a Brian Toloza el 19 de enero pasado en Nochetto y Mendoza, en una barriada humilde al sur de Fisherton conocida como La Antena. Los familiares de Toloza contaron a la prensa que la Gi regentea un búnker y tiene a su cargo soldaditos que amedrentan a los vecinos de ese sector y que por eso muchos testigos no quisieron hablar en el crimen de Brian.

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