El Hincha

Nunca será como Carlos Monzón

Por: Gabriel Pennise

De una jornada épica a la más  profunda decepción, así vivió la gente del ring side la pelea de Sergio Maravilla Martínez. Si ganó o no, ya es una anécdota. Para quien escribe estas líneas, y que estuvo en el lugar, perdió por dos puntos. Él mismo que se jacta de “odiar la derrota y amar la victoria”, de saber que no ganó. Sí lo hizo en las tarjetas de los impresentables jueces de la pelea. Sigue siendo campeón del mundo de los medianos, pero el pueblo quedó vacío. Y se notó, por su rápida salida de Vélez cuando curiosamente había dejado de llover. Es que fue en busca de un ídolo moderno, y aquellos que pasaron los cuarenta volvieron a casa con la seguridad y la tranquilidad, por qué no, que este muchacho valiente y extravagante nunca será tan grande como Carlos Monzón.

Un estadio de Vélez más bonito que nunca, gente de todas las clases sociales que se fueron acomodando según sus lugares. El colorido de los pilotines descartables, verdes, amarillos, rojos y celestes, de las plateas descubiertas y la popular se mezclaban con los perramus (pilotos importados de origen inglés) de los privilegiados solo a la hora de sacar la entrada, porque la lluvia los trató igual.

El “dale campeón” fue cediendo ante un desconocido Maravilla, quien por otra parte hace poco que es “conocido”. “Me va a tomar tres rounds encontrarle la distancia a Murray, después me lo meto en el bolsillo”,  decía él en un video que se mostraba en el estadio. Nunca lo logró. Fue el inglés el que encontró la distancia y lo golpeó hasta lastimarlo.  Apareció, en otra escena del mismo video, mostrando sus nuevos tatuajes en la parte interna de cada antebrazo. “Resistencia” y “victoria”, dicen. Explicando que son las dos palabras más importantes que conoce, las que lo motivan a la hora del sacrificio. Es posible que gracias a su resistencia haya terminado de pie, y gracias a los jurados pudo conseguir la victoria.

Pero si su orgullo de campeón es tan fuerte como suele vociferar, él sabe que perdió, acaso, su pelea más trascendente. La que supera los escritorios manchados de las organizaciones, la que va derecho al corazón del pueblo. Estuvo a doce rounds de ser “el campeón del pueblo”. No pudo. Algo falló, Será que su físico no aguanta más. O todavía le duele aquel último round ante Julio César Chávez Junior. O simplemente nunca mereció ser considerado tan grande.

La gente que aguantó la lluvia estoicamente, que se emocionó con el increíble Michael Buffer, que acompañó el himno de Santaolalla en su mejor versión power, que lagrimeó con René y su canción “Los de atrás vienen conmigo”. Esa gente se fue sin su campeón del corazón. Sergio Maravilla Martínez es el campeón del marketing, el dueño de los escritorios y los negocios. El campeón del pueblo, fue, es y seguirá siendo: Carlos Monzón.

Comentarios