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Nuevas oportunidades: «En la fotografía me encontré a mí mismo»

Gracias a un curso del programa de capacitaciones de la Municipalidad y la provincia, conoció su pasión por las imágenes, terminó la secundaria y hoy cursa la tecnicatura superior en el ISET 18. Fue uno de los jóvenes que se capacitó en el diario El Ciudadano

Marcelo Herrera tiene apenas 24 años pero la experiencia de alguien que ha vivido mucho más. En los últimos dos años terminó la secundaria, hizo dos cursos del Programa Nueva Oportunidad, se convirtió en acompañante para otros jóvenes, consiguió trabajo y se anotó en la facultad. Fue uno de los jóvenes que se capacitó en El Ciudadano, donde mostró su talento para escribir y su pasión por contar.

Con los auriculares marcados a fuego entró tímido al salón del Centro de Convivencia Barrial La Esperanza, y aunque hacía frío abrió las ventanas de par en par como buscando algo que no encontró, se sentó en la silla, apoyó las manos en la mesa y sin apuro comenzó a contar su historia.

Marcelo recuerda que de chico se mudaron varias veces, vivió en Travesía, Casiano Casas, Sol de Cuyo, y en la actualidad comparte la casa de barrio Olímpico con su mamá, sus hermanas, su cuñado y sus sobrinos.

Trabaja desde muy joven. Comenzó acomodando asientos con un amigo en los circos que se instalaban en el barrio a cambio de que lo dejaran entrar a ver la función. También vendió tortas asadas con su papá, repartió volantes y atendió el teléfono en una remisería.

“Hace unos años ayudaba a mi viejo que se había puesto un emprendimiento de torta asada pero decidí que quería terminar la escuela, me anoté en la lista de espera y cuando me llamaron para avisarme que había entrado no lo pensé y me dedique de lleno a eso” relata. En un año se recibió en la Escuela Secundaria Nº 1261 de barrio Rucci, y aunque ese diciembre fue movilizante en su vida, no se dejó estar y siguió adelante.

Su hermana le contó de un curso que se realizaba en el Centro de Convivencia Barrial La Esperanza: “Era un curso de Herramientas Digitales del Nueva Oportunidad, no estaba muy convencido al principio pero decidí hacerlo igual, me gusta aprender pero no me gusta estudiar” cuenta y se sonríe. Ese curso le brindó conocimientos sobre periodismo y fotografía, y le abrió la puerta a todo lo que vendría más adelante. Inmediatamente después surgió en el mismo espacio barrial la propuesta de un curso de fotografía y se apasionó: “Ahí me encontré a mí mismo, me gusta que uno puede mostrar un punto de vista diferente de las cosas”.

Como no pierde el tiempo, durante el cursado se anotó en una convocatoria de la cooperativa La Cigarra para una pasantía en el diario El Ciudadano: “Conocí a muchos periodistas, vi como se trabaja en un diario, aprendí sobre redacción y salió publicado lo que escribí” dice con orgullo.

Marcelo es un espíritu inquieto, está convencido que hay que aprovechar las oportunidades: “Por más joven que uno sea el mejor momento es ahora, no hay que pensar en dejar las cosas para más adelante, para mí el tiempo es hoy”.

Con esa mirada aguda y esa predisposición fue que se convirtió en acompañante de jóvenes del Programa Nueva Oportunidad: “En los cursos la idea no es sólo aprender algo, sino también sentirse escuchado, yo pase por muchas cosas en mi vida y por ahí los entiendo desde otro lugar, lo importante es que cada uno encuentre su independencia”. Mientras cuenta esto, Marcelo se recuerda a sí mismo hace unos años sentado en una tarima bajo un techo de chapa: “Mi historia es la de mucha gente, y quizás contándola alguien pueda saber que con esfuerzo y valor se puede salir adelante”.

Como si fuera poco, también incursionó en la docencia cuando lo invitaron a hacer un reemplazo para enseñar fotografía en una organización para jóvenes de barrio Fontanarrosa: “Me gusta enseñar, me gusta abrir mentes, y mostrar diferentes formas de ver las cosas”.

Este año empezó la carrera de Fotografía en el ISET 18 (Instituto Superior de Educación Técnica Nº 18 «20 de Junio»), se muestra emocionado con las clases virtuales, pero como no tiene computadora en su casa, dos veces por semana camina desde barrio Olímpico hasta el CCB La Esperanza y hace los trabajos desde allí.

El 2020 lo sorprendió para bien con trabajo y estudio, quedó seleccionado de entre más de mil aspirantes para trabajar en el Tríptico de la Infancia, y aunque la pandemia le puso pausa a la vida tal cual como la conocía, es optimista en cuanto al futuro. “Hace 2 años atrás yo no tenía nada, no me podría haber imaginado la vida que tengo ahora, estoy en la facultad, tengo trabajo, eso es lo que quiero transmitir, no hay que dejarse caer, hay que valorarse a uno mismo, porque siempre hay una salida” cierra con la sencillez de alguien que se supera todos los días.

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