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Novedoso abordaje quirúrgico de las apneas del sueño

Por Antonio Capriotti


cienciadentro

“Si se me preguntara cuál de entre todos los misterios es el que permanece por siempre impenetrable yo respondería sin dudar: la evidencia”. La frase le corresponde a Edmond Jabès, citado por Alcides Greca, profesor titular de la cátedra de Clínica Médica de la Facultad de Ciencias Médica de la UNR, quien define a la “Medicina Basada en la Evidencia” (MBE) como “la práctica que requiere la integración de la experiencia clínica individual con la mejor evidencia clínica externa derivada de los estudios de investigación sistemática. Esta integración resulta de un delicado balance entre estos dos tipos de experiencia. Sin experiencia clínica, la práctica médica corre el riesgo de ser sólo un proceso de decisiones automatizadas basadas en la evidencia externa, y sin esta última, la práctica médica se vuelve rápidamente obsoleta en perjuicio del paciente”.

Lo que cabría preguntarse, entonces, es: ¿qué debe tener en cuenta un médico hoy?

Para el doctor Alcides Greca un médico debe:

Escuchar.

Tomar una adecuada historia biográfica.

Analizar sus propias emociones.

Utilizar con criterio la información semiológica, los exámenes complementarios y los recursos terapéuticos.

Interpretar cabalmente el origen de la enfermedad sin olvidar los aspectos psicoemocionales y la influencia de la manera de vivir.

Buscar información actualizada.

Interpretar adecuadamente la literatura médica.

Dar consejo médico sólidamente basado en la evidencia científica y en la experiencia clínica.

Interactuar en pie de igualdad con otros especialistas.

Desarrollar el pensamiento crítico.

En los ámbitos académicos mundiales, hoy no se concibe otra forma de ejercer la práctica médica. Por este motivo hoy El Ciudadano dedica este espacio a presentar una experiencia clínica que se irá abriendo en los ámbitos académicos en busca de acrecentar la necesaria evidencia.

Se trata de una solución terapéutica para un problema que hasta hoy sólo tiene como respuesta de la medicina, soluciones tan sólo paliativas. Y que, en el mundo, afecta al 4 por ciento de los varones y al 2 por ciento de las mujeres de mediana edad.

Un caso testigo

JLC, de 56 años, consultó en el mes de febrero de 2013 por grandes ronquidos. Lo acompañaba su esposa, quien reportó que el hombre, además de roncar, con frecuencia dejaba de respirar por un breve lapso mientras dormía. Padecía lo que en medicina se llaman apneas del sueño.

“Al preguntársele cuántas veces paraba de respirar sostuvo que muchas”, afirma Fernando Gómez García, médico cirujano, especialista en cirugía plástica y cirugía maxilofacial, con diez años de trabajo en la especialidad en Lisboa, en un centro de excelencia médica.

El profesional continúa con su relato pormenorizado: “Les pedí que con el teléfono me grabaran los sonidos del ronquido y las apneas; al mismo tiempo le indiqué al paciente una polisomnografía”

—¿Puede describirla?

—Se trata de un estudio que se le hace al paciente en una clínica preparada para tal efecto, durante el cual se le van tomando registros de la calidad de su sueño. El resultado de su estudio fue de cincuenta episodios de apneas (paro respiratorio por diez segundos o más). Se considera que entre los diez y los treinta episodios por hora marcarían una apnea moderada, y más de treinta convierten a las apneas en graves. Estábamos frente a un caso de apnea de alto grado de gravedad. El paciente era hipertenso y reportaba disfunción sexual. Se dormía en su trabajo.

La opción quirúrgica

Al paciente le habían recomendado usar el conocido CPAP, sigla en inglés de “presión positiva continua en la vía aérea”. Es un tratamiento que distribuye aire ligeramente presurizado durante el ciclo respiratorio. Esto mantiene la tráquea abierta durante el sueño y previene los episodios de obstrucción de la respiración en personas con apnea obstructiva del sueño.

El paciente rehusó usarlo. “Por lo cual, luego de estudiar su caso, le propusimos una solución quirúrgica reservada para estos casos. La misma consiste en hacer un avance del maxilar superior y de la mandíbula y del mentón”, afirma Gómez García.

El paciente presentó su caso a su obra social, una prepaga de la ciudad de Santa Fe, en la que le pidieron el estudio de un especialista de garganta, nariz y oído quien confirmó que la vía aérea era estrecha. Los auditores de la prepaga objetaban, no obstante, los tornillos y las placas de titanio que había indicado el cirujano, habituales para estas intervenciones. Ante el reclamo del paciente consintieron en autorizar la práctica quirúrgica, pero con ciertas objeciones.

“Es preciso tener presente que el paciente tenía cincuenta apneas por hora. Corría riesgo su vida. Podía matarse en un accidente de tránsito por somnolencia diurna o tener un accidente cerebro vascular o un infarto de miocardio”, rememora Gómez García, para afirmar: “Yo dejé constancia que sólo operaba con esos elementos y dejaba al paciente libre para que buscara a otro cirujano. Pero decidió hacerse la intervención conmigo. Me interesaba curar la patología del paciente, de la cual hay en el mundo evidencia científica que avala la solución que nosotros le proponíamos. Sólo había que vencer prejuicios y falta de información sobre el tratamiento más eficaz para las apneas obstructivas del sueño (APS)”, enfatiza Gómez García y comienza a relatar los pormenores de la intervención.

Del quirófano a la casa

“En agosto de 2013 operé al paciente luego de seis meses de trámites burocráticos. La intervención consistió en avanzar el maxilar superior y el maxilar inferior con avance de la mandíbula”.

—¿Cómo fue el posoperatorio?

—A las 48 horas le di el alta. Lo controlé a la semana en Santa Fe. A los quince días de operado el paciente había normalizado su tensión arterial. Le indiqué que fuera a su cardiólogo, quien le suspendió la medicación antihipertensiva.

A propósito de este caso en nuestro equipo de apneas del sueño que conformamos con el doctor Claudio Aldaz, especialista en trastornos del sueño, lo analizamos y convinimos en que el paciente viniera a Rosario a hacerse una polisomnografía posoperatoria para nutrirnos de mayor evidencia. Se hizo el estudio en el mes de octubre y el paciente registró cuatro episodios de apneas por hora, un valor cercano a lo normal. Hicimos el seguimiento del paciente y nos encontramos con que ha mejorado todos los parámetros que lo trajeron a la consulta.

—¿Cómo sigue la evolución del paciente, después de casi seis meses de la intervención quirúrgica?

—El 6 de enero le voy a sacar los tornillos intermaxilares y pienso darle el alta definitiva.

—¿Ha podido reportar al ambiente médico local esta intervención?

—Al mes de operarlo me invitaron a dar una charla en una jornada sobre las enfermedades del sueño, en Rosario, organizada por el doctor Claudio Aldaz, neurólogo especialista en trastornos del sueño. Presenté el caso. En esas jornadas conocí al jefe de Servicio de Neumonología del Hospital de Clínicas de Buenos Aires. En su servicio funciona un laboratorio de sueño que atiende alrededor de 800 pacientes con trastornos del sueño al año. Ellos no tenían ninguna experiencia de resolución quirúrgica. Me invitó a presentar el caso a sus residentes. Presenté los casos que habíamos hecho en Portugal y, por supuesto, el que motiva esta nota”.

—¿Lo van a comunicar al mundo académico?

—Estamos preparando un artículo para publicarlo en una revista internacional.

—¿En el mundo hay experiencia de la solución quirúrgica para las apneas obstructivas del sueño?

—Sí, mucha. El grupo de Standford, con el doctor N. Powell a la cabeza, es la referencia mundial a la hora del tratamiento quirúrgico del AOS, y tiene una famosa tabla sobre la clasificación de las apneas del sueño.

—¿Cuentan con estadísticas?

—Alrededor del 90 por ciento de los pacientes con formas moderadas y graves de apnea del sueño se curan con el avance maxilo mandibular. Hay un 5 por ciento de casos en que los pacientes hacen recidivas.

—¿En nuestro país hay reportes de este tipo de cirugías para resolver apneas del sueño?

—No he encontrado nada escrito en publicaciones científicas de la especialidad.

—En su estancia en Lisboa, junto al profesor Antonio Matos Da Fonseca, ¿operaban las apneas del sueño?

—En mi residencia en Portugal, con mi maestro, operamos a catorce pacientes.

—Sus colegas que no están en su especialidad, ¿qué opinan?

—No están muy informados. De hecho el 9 de enero (hoy) tendremos por primera vez una reunión organizada por el Grupo de Sueño que funciona en el Grupo Gamma de Rosario, que integramos con los doctores Claudio Aldaz y Lucas Comelli, especialista en garganta nariz y oído. A esa reunión asistirá el grupo de clínica médica de la institución, cuyo jefe es el doctor Eduardo Baravalle. A ellos les expondremos nuestra experiencia.

Una solución novedosa

Ocurre que esta solución es novedosa; no hay casos reportados en el país. Si bien hay casuística mundial, en el país el trabajo es incipiente y tanto los cardiólogos como los médicos clínicos e incluso los neumonólogos, que son las tres especialidades que están fuertemente vinculadas a las apneas del sueño como un factor a investigar en las consultas de sus pacientes, carecen de información necesaria.

Tal vez por eso no tengan a la apnea del sueño como una hipótesis agregada a las dolencias que sus pacientes llevan a la consulta.

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