Política

En primera persona

“Nosotras en libertad”: presentan un libro de ex presas políticas en Villa Devoto

Este jueves se presenta en Tecnópolis una obra que reúne el testimonio de doscientas mujeres que fueron secuestradas por la dictadura, hoy distribuidas por todo el país y el exterior. Una de ellas es de Rosario y habló con "El Ciudadano"


La Colectiva de ex Presas Políticas presenta este jueves en Tecnópolis el libro web “Nosotras en libertad”, que engloba el testimonio de doscientas ex presas políticas que narran en primera persona sus vidas en libertad post dictadura cívico militar. Todas ellas, que hoy viven en distintos puntos de Argentina y del mundo, fueron secuestradas en Villa Devoto y se conocieron ahí durante los años del terrorismo de Estado entre 1976 y 1983, aunque algunas fueron detenidas antes o liberadas después.

A las 15 en el espacio la Nave de la Ciencia de Tecnópolis, ubicado en Villa Martelli, provincia de Buenos Aires, será la cita donde darán a conocer esta obra accesible para toda la comunidad a partir de este viernes 15 de octubre en el sitio www.nosotrasenlibertad.com. El libro cuenta con los doscientos relatos, fotografías y material audiovisual con las trayectorias de todas las autoras.

El puntapié para esta creación coral fue en 2019 durante un encuentro en el Hotel Bauen al que asistieron trescientas mujeres que llegaron de distintos lugares del país y de Canadá, Uruguay y Chile. La mayor parte del trabajo fue realizado durante el tiempo de aislamiento impuesto por la pandemia de coronavirus.

Marta Ronga hoy vive en Rosario, tal como cuando estudiaba Arquitectura en septiembre de 1974 y fue detenida. Estaba embarazada y fue trasladada a la Unidad 5, donde había también otras mujeres embarazadas o con hijos. Ahí empezó una etapa de su vida que describe como tenebrosa. En octubre de 1976, con las Fuerzas Armadas en el poder, fue trasladada a Villa Devoto: “Fue un traslado tremendo, fuimos esposadas, encadenadas al piso con argollas en los pies. Algo que solo había visto en películas. Vendadas, golpeadas, maltratadas, sentadas en el piso en un avión sin asiento”.

Al año fue liberada en Rosario y lo que siguió fue una cadena de hechos donde lo que sobrevolaba toda la situación era el miedo permanente. Trató de conseguir un pasaporte que tardó meses en obtener, volvió a ser secuestrada y liberada, logró escapar con su hijo a España y una vez allá se reencontró con su marido y juntos pidieron refugio político en Bélgica, donde vivieron hasta abril de 1984 cuando volvieron a Argentina una vez recuperada la democracia.

Cuando estuvo unos meses libre en Argentina, antes de partir, recuerda una primera impresión. “Al otro día que llegué, me paré en el umbral de la puerta de la casa de mis padres y no me animé a bajar a la vereda. Me quedé mirando lo que pasaba en la calle y no lo podía creer: las vecinas haciendo sus mandados, los autos, el aire. No me animé a salir de mi casa. La libertad en dictadura, esto fue a fines del 77, no es libertad porque la dictadura está en las cárceles y en las casas. No es libertad para nadie la libertad en dictadura. Estaba aterrorizada y no sé si no me sentía más segura presa que libre porque era tremendo, ahí estaba sin testigos. En la cárcel habían pasado cosas gravísimas pero muchas fuimos testigos de lo que pasaba. Vos desaparecías y nadie sabía. Ese terror lo tenía en la piel y lo tuve desde el momento que puse los pies en la calle”.

Sobre el posterior exilio contó: “En Bélgica nos organizamos mucho y armamos un comité de apoyo de argentinos, nos hicimos amigos, era un grupo muy amplio, con gente de todo tipo, gente que llegaba en condiciones similares  a la nuestra y nos apoyamos mucho. Seguimos comunicados al día de hoy y el afecto sigue a flor de piel”, contó. Juntos escribieron un libro sobre su experiencia también, sobre lo que significó el exilio.

Reflexionó: “El exilio fue una pérdida de identidad tremenda pero igualmente también estar protegido. Salvar la vida, saberte a salvo y empezar de nuevo en un país donde eras analfabeto. No sabíamos ni hablar ni escribir en francés menos en neerlandés”. Sin embargo, fue el lugar donde siguió formando su familia y donde terminó su carrera universitaria.

Los sucesivos encuentros con otras detenidas, ya en democracia, y en particular el realizado en 2019 les hizo advertir algo: habían vivido mucho después de su liberación. “La experiencia carcelaria es una experiencia casi intransferible y encontrarse con quienes fueron parte de eso, ahí surgió la idea. Porque cada una empezó a contar qué había sido de su vida, se dieron cuenta que era una enormidad”.

Además, planteó que para ellas “algo característico es que cuando se habla de la militancia, de las luchas, resistencias, defensas o sobrevivencias inclusive en general tienen mucho protagonismo los varones y las mujeres quedamos un poco apartadas como si fuéramos las que los acompañaban”. “En realidad a nosotras nos tocó como a todo el mundo, ahí no hubo distingo”, puntualizó.

Ronga sostuvo que en los setenta “el cuerpo de la mujer era un ámbito bastante privado entonces el solo hecho de desnudarte, estar expuesta físicamente, eso solo ya nos ponía en una posición de gran humillación”. “Pero además, nosotras tuvimos hijos o la mayoría tenía hijos o estaba embarazada como me pasó a mí. Y tener que cumplir un embarazo y parto en esas condiciones y la crianza al principio…”

Sobre el reencuentro en 2019 otra de las autoras del libro, Isabel Eckerl, dijo a Télam: “A partir de ese encuentro se fortaleció el vínculo, participamos como colectivo por primera vez en el Encuentro Nacional de Mujeres y lo que suponíamos que iba a entusiasmar a un grupo se convirtió en seis talleres con mucha gente, mucha demanda por saber nuestra experiencia; desde la militancia hasta cómo nos hemos mantenido al día de hoy, preguntas sobre el feminismo, cómo llevamos adelante la resistencia y cómo nos mantenemos hoy enteras y con voluntad de lucha”. Ella fue detenida en 1975 y llevada primero al penal de Olmos y luego del golpe militar a la cárcel de Devoto.

Además expresó: “Lo que queremos transmitir es que somos mujeres comunes con voluntad de lucha, de organización y el libro es una respuesta política. Tuvimos compañeras detenidas hasta el 87 y en ese momento íbamos haciendo acciones con correos electrónicos pero a medida que fue avanzando la tecnología nos fuimos acercando un poco más”. Hoy también trabajan para que la cárcel de Devoto se transforme en un sitio de memoria.

Habló de las dificultades que muchas tuvieron para reinsertarse a la vida luego de tantos años de detención -en promedio, la mayoría, entre cinco y seis años-. Desde los años 90 se fueron encontrando: “Nos damos cuenta que una estuvo en un sindicato, otra organizó en la universidad tal o cual actividad, siempre buscando las pautas comunes de organización, solidaridad y en el tiempo fuimos empezando a ver nuestro feminismo”.

Ronga también dijo que cuando pusieron en común las historias personales de cada una notaron que ninguna había podido dejar atrás “nada de lo que les pareció importante en esa juventud que salía a defender lo que le parecía justo”.

Escritura y memoria

La militante rosarina escribió su primer libro en 2003, Seda Cruda, y cuenta que se trató de un lugar donde volcó su experiencia en la cárcel en Rosario y Villa Devoto, e incluye cartas que intercambiaba. Son entonces, también, testimonios del momento y no solo relatos posteriores.

El segundo fue el libro Historias del Exilio y la escritura se volvió una experiencia vincular: “Pensamos que teníamos que contar lo que hicimos. Más en épocas de desesperanza, lo tenemos que contar. En épocas donde parece que nada se puede conseguir, donde las divisiones parecen ser más importantes que las uniones, tenemos muchas cosas para contar sobre la unidad”.

“Este libro, Nosotras en Libertad, también está contando esto. Son libros de gente diversa que vive en lugares remotos a lo mejor. De las mujeres que pasamos por Villa Devoto no conozco a todas ni a todas las que escribieron. Ahí dentro estábamos separadas y aisladas, nos conocíamos en grupos pequeños”, explicó.

“Este libro significa eso: decir que hubo un periodo donde estuvimos presas y sin embargo pudimos sostener ideales, luchas, pudimos apoyarnos y salir bastante indemnes más allá de la cantidad de dolores que esto trajo. No te voy a decir que esto pasa sin penas ni glorias. Deja unas huellas tremendas, sobre todo considerando que mientras estábamos presas afuera había una matanza, algunas quedaron viudas o con parejas desaparecidas o perdieron a sus padres, hermanos”, contó a este diario.

A su vez, esta militante de izquierda de toda la vida dijo que se trata de “una red y una trama de la misma historia que tratamos cada vez que podemos de hacer memoria, sumar a la historia colectiva para que se sepa y no se repita”.

Ronga dijo que se siente emocionada por el viaje que emprenderá este jueves a Buenos Aires para la presentación, “estos reencuentros anudan historias con historias y esa es la fortaleza”. Habló de la importancia de la unidad en las luchas, sin importar las pertenencias partidarias: “Confío en que las luchas que triunfan son las de la unidad. En ese sentido no interesa de dónde venís ni de dónde sos, interesa que podamos hacer algo juntos, que podamos construir cosas juntos. Por ahí pasa y pasó siempre mi visión de las cosas”.

Finalmente, señaló que para ella se trata de un libro “valioso, tiene la fuerza y energía necesaria”: “Nosotras no seremos las protagonistas del futuro pero podemos dejar testimonio de las cosas que se pueden hacer cuando uno se agrupa, cuando uno tiene convicciones que no hay que dejar en el camino. Dejamos nuestro legado”.

Sobre el libro

Eckerl también explicó a Télam que “habrá distintas formas de entrar al material: una será por regiones como la del puerto, la del Paraná, las de las sierras o la llanura pero también una denominada del exterior; mientras que otra posibilidad es entrar por los nombres de las autoras”.

Si el camino elegido es hacerlo por alguna de estas regiones, la que invita a entrar es una cantora: Teresa Parodi, Verónica Condomí o Marián Farías Gómez. Está previsto que las tres estén presentes el próximo jueves en Tecnópolis.

La obra tiene un antecedente en 2006 cuando el mismo grupo editó “Nosotras, presas políticas”, un libro con escrito por 112 mujeres que reúne historias de quienes estuvieron presas entre 1974 y 1983 y reflexiona sobre sus vidas cotidianas a través de recuerdos, cartas y dibujos que intentan testimoniar la complejidad del terrorismo de Estado.

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