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Por: cosecharoja.org

Nora Dalmasso, la víctima eterna

A Nora la mataron el 25 de noviembre de 2006 en Río Cuarto, Córdoba. Pero esa no fue su única muerte: la volvieron a matar los medios cuando mostraron las fotos del cadáver y juzgaron su vida sexual. La mata una y otra vez la desidia judicial


Ilustración: Federico Mercante

Por: cosecharoja.org

Desde el frente de la casa donde asesinaron a Nora Dalmasso, un movilero de un canal de noticias tenía la obligación de salir al aire cada 15 minutos. Cuando se quedó sin material empezó a inventar: forzando una tonada cordobesa daba por ciertos chismes y rumores que parecían divertir a sus colegas en el estudio en Buenos Aires. Un diario publicó en tapa que el hijo de la víctima, Facundo Macarrón, dormía con su madre. En el interior de la nota aclaraban que durmió con ella hasta los cinco años. Otros periodistas decían que le iban a tomar muestras de ADN a 18 hombres “vinculados con Norita”. La vida privada de la víctima escandalizaba y multiplicaba las ventas.

A Nora la mataron el 25 de noviembre de 2006 en su chalé de Río Cuarto, Córdoba. Pero esa no fue su única muerte ni el único escenario del femicidio. La volvieron a matar en el canal América TV cuando durante casi media hora exhibieron en vivo las fotos de su cadáver desnudo sobre la cama: “El camisón de Nora” era el texto que acompañaba las imágenes. Los medios lo hicieron otra vez cuando la degradaron por su supuesta vida sexual y la Justicia cuando imputó a Facundo Macarrón, el hijo mayor de Nora, de haber violado y estrangulado a su madre. La mataron cientos de veces con cada “chiste”, con cada “Norita”, con cada remera que decía “No estuve con Norita”.

A Nora Dalmasso la sigue matando la desidia judicial de una causa que, trece años después, sólo tiene un condenado. Un condenado que no es el asesino: es el periodista Hernán Vaca Narvaja que tendrá que indemnizar a los hijos de Dalmasso por difundir aspectos de su vida privada en la revista El sur.

Víctimas o victimarias, vivas o muertas, libres o presas, los cuerpos de las mujeres son territorio de disputa. Una disputa revictimizante y ultrajante que sólo se mantiene por el morbo.

El quinto fiscal de la causa, Luis Pizarro, pidió hace nueve días la elevación a juicio de la causa. El fiscal está convencido de que Marcelo Macarrón, el marido de Nora, contrató uno o más sicarios que la asesinaron y “sexualizaron” la escena del crimen para que parezca que murió en un encuentro sexual con el amante.

La acusación se basa en seis pruebas clave:

  1. La crisis matrimonial. Los testimonios de testigos, entre ellos dos amantes de Macarrón y Dalmasso, darían cuenta de un “matrimonio de apariencia, disfuncional, en crisis de divorcio inminente”. Sólo seguían casados -planteó el fiscal en el pedido de elevación a juicio- para mantener “ciertas apariencias en pos de la aceptación en esa clase social”.
  2. El miedo a perder la mitad de sus bienes. Este sería el principal móvil del crimen, según el fiscal. En los últimos años de matrimonio, a partir de su trabajo como médico Macarrón había comprado más de diez inmuebles -uno de ellos en Miami-, una camioneta Mitsubishi Montero, un Volkswagen Bora y una motocicleta. “La mitad debía ser para Nora Dalmasso en un eventual divorcio”, explicó el fiscal.
  3. Las personalidades de la víctima y el imputado. Los testigos la describen a Nora como una mujer “aguerrida, de carácter fuerte” y a él como un hombre “avaro, pijotero”. Estos perfiles psicológicos, según el fiscal, encajan con la idea de que ella intentaría luchar por el patrimonio que le correspondería en un eventual divorcio y que él la habría asesinado para no dividir los bienes.
  4. La escena del crimen y el cuerpo de la víctima. El fiscal hizo un análisis particular del informe de autopsia y las pericias sobre el hallazgo del cuerpo. Los forenses confirmaron que Nora falleció por “asfixia mecánica”. La única discusión es la causa de las heridas en la zona genital: una hipótesis es que antes de matarla el agresor abusó sexualmente de ella; otra plantea que mantenía relaciones sexuales consentidas mientras era asfixiada.

A partir de esos informes el fiscal plantea una tercera hipótesis que involucra a dos atacantes. “Mientras uno efectuaba la maniobra de estrangulamiento, otro ejecutaba las lesiones de manera precisa, controlada y definida” en “zonas erógenas, a efectos de generar la idea de un juego sexual de la víctima en los momentos previos a la muerte”, sostuvo.

Esta idea se sostiene -según el fiscal- en otras acciones: el rumor que circuló los días previos al crimen de que Nora tenía varios amantes y otros elementos que intencionalmente “sexualizaron” la escena del crimen: la posición de las piernas de la víctima en posición sexual, un frasco de vaselina en la mesa de luz.

  1. Uno o varios asesinos contratados. Varios elementos le permiten al fiscal sospechar de que el asesino tenía conocimiento de la casa y acceso. Según el fiscal el 25 de noviembre a la noche una o más personas entraron a la casa de Nora “probablemente con una llave de alguna de las puertas de ingreso”. Se escondieron y la esperaron. Alrededor de las 3.15 llegó ella, se sacó el maquillaje y se acostó. Cuando estaba dormida en la habitación de la hija la asesinaron ahorcándola con el cinto de la toalla de la bata de baño de ella.

El o los asesinos, según el fiscal, eran profesionales: no dejaron rastros biológicos, ni huellas de pisadas de barro -a pesar de que llovía y la zona tiene calles de tierra-

  1. La coartada de Macarrón. El esposo de la víctima estaba jugando un torneo de golf en Punta del Este cuando la mataron. El fiscal cree que fue un plan del acusado para tener una coartada. Durante ese fin de semana, aunque no hablaron por teléfono, él le mandó dos mensajes de texto que ella no respondió. Según el fiscal él ya sabía que ella estaba muerta.

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