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Educación popular

“No somos lo que piensan”, un libro que alumbra la oscuridad del encierro

Lo presentaron a sala llena voluntarios que enseñan a leer y escribir en la cárcel. Incluye textos y dibujos de más de 60 jóvenes privados de la libertad que asisten a talleres de Alfabetización Santa Fe, una ONG que funciona dentro de un programa de extensión universitaria

Guillermo Cabruja (Alfabetización Santa Fe) durante la presentación del libro.

Sabemos que escribir desde el encierro libera. Que cuando el cuerpo está preso, un lápiz y un papel son la puerta de salida al pensamiento. Pero pocos sabemos lo que siente una mente atrapada en un cuerpo que no aprendió a leer ni a escribir. Como si la condena fuese doble: para adentro y para afuera. Por eso alfabetizar a personas privadas de la libertad es una tarea más que humana en tiempos donde los derechos básicos se volvieron un privilegio de clase que excluye a los sectores populares. Prueba de ello es el libro No somos lo que piensan, escrito por más de 60 jóvenes que asistieron a talleres de lecto-escritura dictados en cárceles de Rosario por Alfabetización Santa Fe, una asociación civil sostenida con trabajo voluntario. Y humano.

El libro es una ventana a la cárcel. Abrirla, abrirlo, es conocer en primera persona quiénes habitan el encierro y cómo el sistema penal los selecciona. Más aún. Porque detrás de cada texto hay historias de vida donde lo único que abundan son carencias. Leer esos relatos nos enseña que la cárcel, además de ser un lugar de castigo, es un cruel reflejo de la sociedad.

Poemas escritos por pibes jóvenes que hablan de presentes fracasados, ganas de vivir perdidas, recuerdos cómo única salida de escape, platos de comida con sabor a dolor y la tristeza como amante exclusiva. Son voces tristes que mastican culpa, soledad y angustia. Chicos que se preguntan cómo matar los días malos, que extrañan a sus mamás, a sus hijos, que añoran salir a la calle y pisar el pavimento, que dicen sentirse ancianos en un asilo esperando la visita y que sueñan con la libertad como el final de una larga carrera que parece no llegar nunca, aunque apenas hayan cumplido la mayoría de edad.

“En este lugar donde tengo prohibido todo, no tengo prohibido soñar”, escribe un joven mientras que otro afirma: “Una persona no aprende de un éxito sino que aprende de un error”. Duele leerlos. Pero más duele imaginar el dolor mudo que causarían esas palabras de seguir atrapadas en el interior de esos jóvenes, casi siempre hablados por otros, casi nunca con voz propia, que suelen autodefinirse como “un número más” dentro del sistema penitenciario y la sociedad.

“Dejé de reírme de la suerte cuando pisé este lugar”, confiesa el primer verso de No somos lo que piensan, el poema que da nombre al libro. El título surgió del taller de Laura Cheroni Moore y Brian Hereñu que funciona desde octubre de 2021 en uno de los pabellones de la Unidad Penitenciaria N° 6 de Rosario.

Laura recuerda que en ese espacio, entre mates, guitarreadas y lecturas surgió la idea de escribir un libro colectivo porque los pibes querían “que la gente sepa que no somos lo que piensan ellos”. Fascinada con la idea puso manos a la obra pero antes extendió el proyecto al resto de los voluntarios de Alfabetización Santa Fe y sus participantes, quienes aceptaron la invitación con el mismo entusiasmo. El resultado lo dice todo: 61 internos de las Unidades Penitenciarias N° 3 y N° 6 unieron escritos e ilustraciones para su publicación.

El libro No somos lo que piensan fue presentado este miércoles en la biblioteca argentina Dr. Juan Álvarez a sala llena. Los internos no participaron pero estuvieron presentes a través de las páginas que ellos mismos escribieron y la voz de los talleristas, quienes compartieron anécdotas y reflexiones con el público. 

La presentación tuvo lugar en la biblioteca argentina “Dr Juan Alvarez”.

 

“Un acto de justicia”

Guillermo Cabruja fue pionero en implementar el programa cubano “Yo, sí puedo” en cárceles provinciales a través de la Multisectorial de Solidaridad con Cuba. Actualmente continúa con esa tarea como coordinador de la asociación civil Alfabetización Santa Fe, que además de trabajar en unidades penitenciarias hizo pie en barrio Ludueña, una de las zonas más postergadas del noroeste rosarino.

“Hace más de diez años estamos yendo a cárceles y a barrios populares a buscar a ese otro que no sabe leer y escribir, que le falta un derecho, que es base de muchos otros derechos”, dijo Cabruja durante la apertura de la presentación del libro.

En ese sentido remarcó que la lecto-escritura es un derecho humano y que por eso, el trabajo que llevan delante de forma voluntaria es “una restitución de derechos para todas las personas que no tuvieron la oportunidad de aprender cuando eran niños o niñas”.

Durante un discurso que hizo caer más de una lágrima, Cabruja habló de lo “injusto” que es no saber leer ni escribir cuando se es adulto: “Por eso nosotros decimos que lo que hacemos es un acto de justicia”, dijo en una emotiva jornada que contó con dos paneles de invitados y terminó con abrazos, música en vivo y baile al ritmo del grupo de cumbia “Perros de la calle” integrado por liberados.

De los paneles participó el decano de la facultad de Humanidades y Artes, Alejandro Vila, y Sebastián Vera, del área socioeducativa de la facultad de Psicología a razón de que la asociación civil está dentro del programa universitario Alfabetización y Acceso a la Justicia de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que también incluye a las facultades de Derecho y Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

También estuvo presente el senador provincial Miguel Rabbia, los talleristas voluntarios Laura de la Vega, Florencia Dietrich, Viviana Giaccone, Emanuel Navarro, Mora Toscanelli, Estrella Mattia, María del Luján Lozano, Sofía Ribas, María Rodríguez, Sol Godoy y Evelyn Sabastta, quien también es presidenta de Alfabetización Santa Fe. De la coordinación se encargó Constanza Estepa, investigadora del Conicet y militante del centro cultural “Qué te pasa”.

La banda de liberados “Perros de la calle” cerró la jornada a todo ritmo.

 

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