Coronavirus

Mejor hablar de ciertas cosas

No sólo en Argentina: el impuesto a la riqueza se debate en todo el mundo

Seis países regionales y otros seis en el resto del globo plantean un esquema tributario progresivo que desplace los impuestos que recaen por igual entre ricos y pobres. En nuestro país, el peso de los tributos progresivos representan apenas el 5% del total mientras que en Brasil o Chile son el 7%


El debate político sobre un impuesto a las grandes fortunas se impone como una discusión pública en varios países del mundo durante la crisis económica por la pandemia de coronavirus. Con diversos matices pero con un mismo eje, que un sector resigne parte de sus riquezas para contribuir a un reparto más equitativo, ya son cinco las naciones de la región que lo plantean (entre ellos Brasil y Chile) y al menos seis en otros países del mundo (Rusia y Reino Unido como ejemplo).

Quienes pregonan el impuesto insisten con la idea de abandonar un sistema regresivo para implementar un esquema progresivo. Esto implica establecer un tributo a quienes más tienen con la finalidad de que tengan mayor aporte en la recaudación del Estado y eliminar aquellas cargas que cobran las mismas alícuotas tanto a sectores de ingresos altos como de recursos bajos.

A partir de los efectos colaterales del aislamiento por el Covid-19, el planteo de distintos sectores políticos y sociales en cada país, apela a que el accionar del Estado revierta o al menos compense la situación de desigualdad económica. Esa tarea tiene dos pilares: la forma de recaudar y las decisiones de ejecución del gasto.

La propuesta de impuestos a las grandes riquezas no es exclusividad de Argentina, que por esto días se acerca al tratamiento en el Congreso de la Nación: en distintos países de Europa y de América Latina existen propuestas que avanzan en pos de una mayor justicia tributaria, apuntando a recaudar más de parte de quienes más poseen.

De hecho, el presidente Alberto Fernández recordó días atrás una anécdota de su encuentro con la canciller alemana, Ángela Merkel, quien durante su gira europea le preguntó: “Nunca entendí por qué en la Argentina los ricos no pagan más impuestos”. Y valga recordar que el propio país teutón instauró un impuesto a la riqueza ante la crisis posterior a la Segunda Guerra mundial.

El Centro de Economía Política Argentina (Cepa) analizó doce casos particulares. Cinco de ellos corresponden a países europeos donde el gravamen a los altos patrimonios forma parte del debate público en el marco de la pandemia de Covid-19 y hay otros seis casos de países de América del Sur donde se registran propuestas en el mismo sentido. En Estados Unidos, el debate también tuvo lugar en el marco de la contienda electoral presidencial de este año.

Europa

Los casos donde los oficialismos han planteado el tributo a los grandes patrimonios corresponden a España –el sector de Podemos que integra la alianza de gobierno– y a Rusia, donde la idea fue mencionada por el propio mandatario Vladimir Putin. En ese último caso, la propuesta está dirigida a gravar los pagos de dividendos e intereses que las empresas rusas hacen a las cuentas bancarias en el extranjero de sus propietarios. Se trata de los intereses de los depósitos bancarios rusos y los bonos que superen 1 millón de rublos (13 mil dólares).

En el resto de los casos de Europa el debate se da a partir de propuestas de las oposiciones políticas a los oficialismos: en Reino Unido se trata de sectores del Partido Laborista, en Suiza es un partido de izquierda (PST-POP) y en Italia es una parte del Partido Democrático que pareciera no haber logrado consensos sobre el conjunto de la alianza gobernante.

América Latina y la región

En la región, a diferencia de lo que ocurre en Argentina, son las oposiciones las que lideran las propuestas. En Brasil hay 4 proyectos presentados en el Senado, y particularmente impulsadas por dirigentes del PT. Manifiestan que es una iniciativa que tiene apoyos de otros partidos como PSDB y de la izquierda, y también de la central sindical CUT.

En Perú hay dos partidos, Nuevo Perú y Frepap, con presencia institucional en el Congreso que elaboraron proyectos. En Bolivia el sector del MAS liderado por el candidato Luis Arce tiene una propuesta en elaboración. En Chile desde el rol institucional de Camila Vallejo como diputada se elaboró una propuesta por parte del Partido Comunista y se evalúa presentarla al congreso. En Ecuador es un asambleísta del sector alineado a Rafael Correa, del Movimiento Ciudadano, que empuja la iniciativa –Pabel Muñoz–.

Se destaca, como caso interesante, que en Estados Unidos durante la pre-campaña presidencial en 2019, el demócrata Bernie Sanders propuso un Impuesto a la Riqueza Extrema y también la senadora del mismo espacio, Elizabeth Warren, propuso un impuesto a los “ultramillonarios”. No obstante, su derrota en las primarias limitó las posibilidades de esta idea.

Cambiar impuestos progresivos por regresivos

Quienes pregonan la implementación de este impuesto, consideran que el sistema tributario puede tener un rol fundamental en la actual situación de emergencia como herramienta para reducir la desigualdad social y la pobreza. Uno de los criterios centrales para someter a los contribuyentes a tributos debiera ser la capacidad contributiva, es decir la aptitud de ellos de acuerdo a su riqueza y sus ingresos.

Esta refiere a que el sistema tributario debe estructurarse de tal forma que aquellos de mayor capacidad económica tengan una participación más alta en la recaudación tributaria del Estado. En este sentido, un sistema tributario justo es aquel inspirado en el principio de progresividad, que implica un tratamiento diferenciado entre diferentes niveles de capacidades contributivas.

Sin embargo, en los hechos, quienes poseen mayor capacidad contributiva cuentan con mayores recursos para eludir el pago de los tributos. A su vez, en la actualidad la mayor parte de la recaudación se nutre de impuestos regresivos, que gravan con la misma alícuota a contribuyentes de alta y baja capacidad económica.

En nuestro país, entre los impuestos regresivos se contabilizan el IVA, los internos coparticipados, impuesto a los combustibles y créditos y débitos. Entre los gravámenes progresivos se considera el impuesto a las ganancias, bienes personales, ganancia mínima presunta y –en un modelo tributario heterodoxo- se contabilizan los derechos de exportación.

La evolución en Argentina

En 1997 tan solo el 30% de la recaudación se basaba en impuestos progresivos, y el 70 por ciento restante se sostenía de manera regresiva. Esa ecuación cambió a partir de 2002 donde jugaron un fuerte rol los derechos de exportación, es decir las denominadas retenciones. Se observa que durante el macrismo la relación vuelve a alterarse, cayendo desde el 45% al 39% la incidencia de los impuestos progresivos sobre la recaudación. Esto se dio, no solo por baja de retenciones sino también de bienes personales y la pérdida de recaudación por ganancias en virtud de la menor actualización salarial respecto de la inflación.

Si tomamos la comparación internacional que realiza la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), a 2017 y luego de dos años de transcurrido el mandato de Cambiemos, Argentina es uno de los países que menor gravamen realiza a los que mayores ingresos tienen.

De acuerdo a los datos de la entidad, en Argentina a 2017 los denominados impuestos progresivos pesan 5,3%, mientras que en países como Brasil o Chile pesan 7%. En Francia 10,9%, Israel 11,6%, Alemania 12,2%, Estados Unidos 12,4%, Italia 13,4%, Canadá 15,4%, Australia 15,9%.

El antecedente en Alemania

En Alemania la historia del impuesto solidario (Soli) tuvo como objetivo principal la reconstrucción de la Alemania unificada tras la caída del Muro de Berlín, interpretándose esto como favorecer a los sectores más postergados (Alemania Oriental) respecto de los más desarrollados (Alemania Occidental). Esta recaudación adicional permitió reactivar la economía, en lugar de aplacar la inversión como suele sostenerse desde algunos sectores liberales como argumento crítico a la tributación.

El impuesto consiste en un recargo al Impuesto a la Renta (lo que en Argentina sería el impuesto a las ganancias de las 4 categorías) e implica un adicional de 5,5% sobre la alícuota vigente de dicho impuesto, pero sólo para los de mayores ingresos. El impuesto, que se ha sostenido durante 30 años, tuvo hasta ahora un límite relativamente bajo y la reciente decisión de Alemania no fue eliminarlo sino mantenerlo sólo para un segmento acotado, el de mayores ingresos.

Es decir, se mantendrá con similares características para los ingresos más altos: alrededor del 3,5% de los contribuyentes continuará tributando el monto total.

 

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