Política

Candidatos y candidatas

“No sirve que te voten como intendente para que te quejes 24 horas de los problemas que tenés”

Fernanda Gigliani lleva 3 períodos como concejala y va por el cuarto. Defiende su militancia territorial, pide por "un intendente que se haga cargo de los problemas", y advierte sobre los paracaidistas: “Ninguna de las figuras que vinieron de afuera de la política generó algún cambio significativo”

Foto: Franco Trovato Fuoco

Fernanda Gigliani lleva tres períodos como concejala y apunta a iniciar un cuarto en este 2023. Nació en Tandil, provincia de Buenos Aires, pero a los dos meses ya vivía en la también bonaerense San Nicolás. Sus padres fueron figuras políticas de la ciudad y en su casa se armaban las listas y se respiraba militancia, aun a costa de sacrificar tiempos para la familia. Por eso, apenas llegó a Rosario, en 2001, pensó en dedicarse a cualquier cosa menos a la política. Arrancó en la militancia social, de la mano del Tigre Héctor Cavallero, pero lejos de lo electoral. Y un día fue el propio ex intendente quien la reencontró en un bar donde trabajaba como moza y la llevó al Partido del Progreso Social, donde primero se hizo cargo de la juventud y finalmente, en 2011, llegó a un cargo legislativo en la ciudad.

Gigliani tuvo cruces fuertes con el Tigre, pero sueña con líderes como él para hacerse cargo de Rosario. Al actual intendente Pablo Javkin le reprocha que salga “todos los días en los medios quejándose como si fuera un vecino común”. La referenta tiene su fuerza en el territorio, le gusta el cara a cara, aun en estos días de crecimiento del discurso antipolítica, y no duda en cruzar a los dirigentes que llegaron desde otros sectores al Concejo: “Ninguna de las figuras que vinieron de afuera de la política generó algún cambio significativo”.

Para Gigliani, Rosario vive “el peor momento” de su historia: “El hartazgo de la ciudadanía no tiene que ver solamente con el aumento de la violencia urbana, con el aumento de la inseguridad, sino que está indignada porque el Estado no está resolviendo lo básico y lo indispensable”.

“Yo vengo de familia de militantes peronistas. Mi vieja fue militante toda la vida y quien fue el esposo de mi vieja fue presidente del Partido Justicialista de San Nicolás y concejal dos veces. Mi casa era el lugar donde se armaban las listas y se cocinaba todo, o sea que yo desde chica mamé todo eso. Pero como hija de político y de militante generalmente hay un momento en el que te enojás con la política, porque no teníamos fines de semana, no teníamos horarios, llegábamos y el morfi no estaba hecho”, relató Fernanda Gigliani en el inicio de la charla con El Ciudadano.

“Me vengo a estudiar a Rosario, diciendo «ni en pedo me meto en política» y bueno, en un momento arranco en la fundación de Héctor Cavallero a coordinar un voluntariado con niños y adolescentes en situación de calle. Mi militancia arranca desde lo social, en el 2006. Por una cuestión de necesidad empiezo a laburar de moza en Fisherton, y un día pasa el Tigre Cavallero con la esposa, me ve y me dice: «¿Qué hacés acá?». Yo tenía una relación desde la fundación, pero no lo veía todo el tiempo. Al poco tiempo me ofrece laburar de secretaria en el partido y al poco tiempo empiezo a coordinar la juventud del Partido del Progreso Social. Y sin imaginármelo, en el 2011, llega la propuesta de secundar la lista que encabeza Roberto Sukerman, con el Tigre Cavallero de candidato a intendente. Después nosotros tuvimos una ruptura en el 2014. Tuvimos varias discusiones internas que no logramos resolver y en el 2014 Oscar Urruty, que en ese momento era diputado provincial por el PPS, yo, que era concejala, y cientos de compañeros, casi todos referentes territoriales, armamos Iniciativa Popular. En el 2015 renovamos la banca y pasó lo mismo en el 2019, donde también encabezamos listas por Iniciativa Popular y renovamos la banca”, describe.

—¿Y ahora?

—Voy a encabezar una lista a concejales. A mí particularmente me encanta ser concejal. Yo sé que algunos usan el ser concejal como un peldaño, un escalón para después irse a otro cargo. De hecho les pesa ser concejal, porque es verdad que sos la primera cara, estás en la trinchera frente a los reclamos. A mí, particularmente, me encanta. De hecho, siento el mismo compromiso que en diciembre de 2011, cuando tenía 29 años recién cumplidos. Y de hecho, aun con un bloque unipersonal, seguimos siendo de los concejales que más laburan y que más respeto nos hemos ganado en el Concejo, lo que para mí es un orgullo.

—¿Qué es lo que se disfruta de la tarea de concejal? Porque estamos en momentos donde el discurso antipolítica avanza demasiado.

—Yo vengo de la militancia política, con lo cual por ahí tengo una mirada diferente de aquellos que ven a la política en términos personales. Para mí no tiene sentido un cargo si no fuera militante. Para mí el contenido que le das a ser concejal es estar permanentemente en contacto con el territorio, hablás con la gente y de ahí sacás el insumo. Los proyectos surgen de ahí, surgen de las ideas que te transmiten los propios vecinos, surgen de los problemas que vos observás cotidianamente, porque los problemas en sí son los mismos que en su momento, aunque sí han asumido otra complejidad. Para mí, ese es el insumo más importante. No le encontraría sentido a ser concejal si no estuviera en contacto con la gente en la calle. No tendría sentido. Después hay distintos perfiles, yo particularmente observo que sí tiene responsabilidad el sistema electoral, que hace que los partidos tradicionales recurran a figuras conocidas.

—¿Te referís al sistema de boleta única?

—Sí, es el culpable de lo que está pasando. Como reflexión, de todos aquellos que ingresaron de afuera de la política, cuestionándola, descalificándola, diciendo que venían a hacer cambios cualitativos, yo hasta el día de hoy no he visto ninguno de esos cambios. Ninguna de las figuras que vinieron de afuera de la política generó algún cambio significativo. De hecho hay algunos que laburan más, otros que laburan menos, otros que no laburan directamente. Hay de todo.

—Es muy difícil que con esa lógica de candidatos salvadores se generen proyectos colectivos.

—No, y de hecho cuando vos escuchás sus relatos hasta se conciben como productos en términos personales. Vos sabés que han formado parte de un espacio político, de un frente electoral, de hecho han participado de un partido para poder ir a elecciones, que hay un montón de laburo de gente que está invisibilizada, que son militantes, y después cuando vos los escuchás hablar todo lo lograron por ellos, por su propio esfuerzo, por su capital, que es el ser conocido. O sea que sí, a veces hasta refuerzan esa lógica individualista de la política del proyecto personal. No hay proyecto colectivo, no hay ideas, está todo basado en las personas.

—Hablabas de que los problemas de hoy son los mismos de tus principios de militancia. ¿Cuáles son esos problemas?

—Recuerdo cuando con el Tigre hacíamos la campaña “cloacas para todos”. En ese momento me acuerdo que la disputa era por el Puerto de la Música y nosotros decíamos que esa inversión equivalía a dotar de cloacas al resto de la ciudad. (Mónica) Fein prometió que se iba a ir de intendenta cubriendo esa necesidad y vos hoy tenés, no solamente 112 barrios relevados por Renabap (Registro Nacional de Barrios Populares), sino otros barrios, que no están relevados por Renabap, que todavía no tienen cloacas. Estamos hablando de un servicio básico que te otorga calidad de vida. Barrios que no tienen acceso al agua potable. Siglo XXI, año 2023.

Y después yo creo que sí estamos en un contexto de aumento de discurso antipolítica, yo creo que hay un gran enojo ligado a la pandemia, ligado a la crisis económica, ligado también a que la política no está logrando resolver los problemas. Entonces parece perder sentido; si la política no logra resolver los problemas, ¿para qué está la política? Y creo que a mí lo que más me preocupa es que no solamente veo bronca, sino que veo desesperanza. Y esto es lo más preocupante. No ver luz al final del túnel. Este es el gran desafío que se tiene en este año electoral, y por eso creo que es tan complejo.

Yo, que me formé con el Tigre Cavallero, creo que es necesario reaprender de esos liderazgos, de la figura de un intendente que se hace cargo de los problemas de los rosarinos y rosarinas independientemente de si es de su competencia o no. Yo recuerdo al Tigre contando que había puesto gas a toda la ciudad. No era de su competencia poner gas a toda la ciudad, y lo hizo.

La cuestión de la seguridad: este perfil del intendente que sale todos los días en los medios quejándose como si fuese un vecino común, eso también le indigna a la gente. Porque dice: “Si sos la máxima autoridad política, te votamos para que nos representes y no estás resolviendo los problemas sino que solamente te quejás, pateás la pelota para el costado”. Bueno, creo que ese perfil hay que abandonarlo, creo que esta ciudad requiere de los grandes liderazgos que hubo en otra época. El contexto en el que está esta ciudad requiere volver a esos perfiles y a esos viejos liderazgos.

Hay muchos personajes que tiene muchas aspiraciones personales, pero gobernar esta ciudad no es para cualquiera, no es una aventura. Acá se nos va la vida, lo estamos viendo todos los días. Asumir la máxima autoridad política de esta ciudad implica una máxima entrega, y un fuerte compromiso por transformar lo que está mal. O sea, que te voten para intendente para que te quejes 24 horas de los problemas que tenés no sirve. A los rosarinos y rosarinas no nos sirve.

—¿Cómo lo ves a Javkin en esa agenda prioritaria que vos me planteás?

—Yo la verdad que creo que es el peor momento de la ciudad de Rosario. Si uno en su momento coincidía de cómo la gente renegaba de Mónica Fein, que en su momento todos coincidíamos que fue la intendenta más cuestionada por la ciudadanía. Yo creo que Javkin le ganó a Fein. Y creo que tiene que ver con esto, con que en una semana se sacan 40 árboles que tenían peligro de caída, y si en una semana se sacan 40 árboles, ¿por qué no lo hiciste antes? Por qué espero que a una vecina se le parta la cabeza con un árbol, para que el Estado reaccione.

El bondi no llega a horario, no tiene frecuencia, y eso está claramente ligado a la seguridad. El tema del recambio de luminarias, de la limpieza, son esas cuestiones básicas, que si bien un municipio como Rosario ya no es el municipio del alumbrado, barrido y limpieza, hoy no estamos resolviendo lo básico de un municipio.

El hartazgo de la ciudadanía no tiene que ver solamente con el aumento de la violencia urbana, con el aumento de la inseguridad, sino que está indignada porque el Estado no está resolviendo lo básico y lo indispensable. Y creo que el intendente tendría que ponerse mucho más al frente de la urbanización de los barrios populares, de lo que es la apertura de calles, de generar entornos seguros, de colocar luminarias, de que el colectivo llegue a horario, de esas pequeñas cosas que sí le cambian la cotidianidad al vecino. Son pequeñas acciones que generan grandes cambios.

—Estás diciendo que estamos en un punto de quiebre porque ya empezás a notar desesperanza. ¿Qué encontrás en el territorio? ¿Eso se traduce en reproches, críticas?

—Creo que por nuestra forma de laburo, de estar permanentemente en el territorio, de volver todo el tiempo, de no mentir, de no prometer cosas que no podemos cumplir, de hecho la gente termina entendiendo. A mí siempre me tocó ser concejala opositora.

—¿Cómo es el ritmo de esa actividad tuya en los barrios?

—Nosotros tenemos militantes en casi todo el territorio de la ciudad, con lo cual somos nosotros muchas veces generadores de reuniones. Nuestro partido se llama Iniciativa Popular. O sea, mi teléfono personal, con el que hablo con mi familia y con mis amigos, es el mismo teléfono que estaba en los volantes en 2019. Me llegan mensajes de vecinos a mi celular pidiéndome una reunión, organizando una actividad en un barrio, en las redes sociales, y yo voy. Tomo el reclamo, pensamos estrategias de cómo lo resolveríamos, y a veces tiene que ver con una falta de normativa, porque la realidad de la ciudad cambió, y la norma quedó desactualizada. O directamente hay algo que no está normado y requiere de una normativa. Y bueno, la pensamos, la diseñamos, la discutimos con los vecinos, hacemos un ida y vuelta. Y después, muchas de nuestras acciones tienen que ver no sólo con presentar un proyecto sino con hacer gestiones. Y en eso, hay que decirlo, a veces tenemos suerte, y a veces por ser concejala opositora no te dan ni cinco de pelota. Con lo cual nuestra labor también tiene que ver con organizar a esos vecinos y ejercer la presión necesaria para que a los funcionarios no les quede otra que cumplir.

—Lo legislativo, la gestión y la presión.

—Y la presión sí, y a veces los medios de comunicación también, ¿no? Para nosotros han sido grandes aliados cuando denuncié la torre de Rondeau y Juan B. Justo, cuando sigo denunciando las obras irregulares en el Club Ministerio de Obras Públicas. Es otro eje de nuestro trabajo. Y en eso intentamos tener un perfil, con el que algunos coinciden y otros no, de intentar construir una ciudad a escala humana, que sea amigable con el ambiente. Hoy uno escucha a todos los actores políticos hablar del cuidado del medio ambiente, y hablan sólo de las quemas en las islas.

Bueno, están también detonando la ciudad, alterando las normas que ya votamos y que son un contrato social con los rosarinos. Porque a veces escuchamos decir que tiene que haber seguridad jurídica para los empresarios, pero también tiene que haber seguridad jurídica para el vecino. Vos tenés que saber y tener certeza de qué se puede construir al lado de tu casa, hasta que altura, cuáles son las dimensiones que puede tener una obra, si requiere o no de un informe de impacto ambiental para saber cuál es el daño posible que puede causar en el entorno en el cual vos estás viviendo. Yo lo que siento es que hubo mucha permisividad en estas últimas gestiones y lamentablemente Pablo Javkin ha asumido un rol.

Yo entiendo que los temas no pueden quedar eternamente sin resolver, pero para mí, que denuncié penalmente a los funcionarios que intervinieron en la emisión del permiso de la Torre Shopping, la torre de Rondeau y Juan B. Justo, que vengo denunciando las obras irregulares que se hacen en el Club del Ministerio de Obras Públicas, que la actual gestión venga de alguna manera a blanquear todo lo que se hizo mal, son decisiones que uno toma, pero una a veces espera un tiro para el lado de la justicia.

Hay una lógica de premiar al que hace las cosas mal en esta ciudad, y me parece que en este contexto de antipolítica, en este contexto de hartazgo y de enojo ciudadano, el mensaje que se sigue dando es: “¿Para que vas a cumplir la norma si el Estado va a privilegiar a los que son amigos, a los que son conocidos?”. Porque a algunos se les aplica la norma a rajatabla y a otros se los privilegia con que el Estado no vea y deje hacer, etcétera, etcétera.

Esto también ha tenido que ver con nuestra forma de hacer política y hemos enfrentado situaciones difíciles, a mí me han pedido la renuncia funcionarios políticos puestos a dedo justamente por marcar estas cosas que eran escandalosas, que en otra ciudad hubieran hecho renunciar a los funcionarios involucrados, y eso no pasó. Y ahora hay una gestión que está de alguna manera blanqueando todos estos casos que fueron escandalosos.

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