Ciudad

Observatorio del Transporte

No saber cuándo llega y llegar tarde: menores frecuencias y horarios erráticos de los colectivos

Un nuevo relevamiento, si bien acotado en tiempo y cobertura, detectó un empeoramiento generalizado de la calidad del servicio. Llegó a medir un tiempo entre coche y coche de 84 minutos, en plena tarde de día laboral. El cuadro es peor que antes de la pandemia, pese a las promesas de recomposición


Antes, durante y después de la pandemia, el sistema de movilidad pública colectiva de Rosario no se acomoda al mínimo estándar de un servicio esencial, y encima empeora la calidad. El último informe del Observatorio Social del Transporte, si bien parcial en tiempo y cobertura, arroja otra postal del déficit histórico: en particular, las bajas frecuencias y los horarios erráticos, sumado a las aplicaciones para consultarlos que por su mal funcionamiento incrementan la incertidumbre de cualquier traslado al trabajo, al lugar de estudio o a sitios de esparcimiento. Una pérdida de tiempo para el usuario que, de cuantificarse en plata, agregaría otro perjuicio económico al vecino que no cuenta con vehículo propio.

Las mediciones se realizaron el pasado miércoles 12 de abril, entre las 14 y las 19, en la intersección de calles Santa Fe y Laprida. Por allí pasan 20 líneas, lo que equivale al 39% de las que componen el sistema integrado por la empresa estatal Movi y la única privada, la histórica concesionaria Rosario Bus.

La frecuencia de las líneas relevadas –12 de Rosario Bus y 8 de Movi–, dio en promedio 14 minutos entre coche y coche. Esto es una caída respecto de la medición similar que el Observatorio realizó en agosto del año pasado, cuando arrojó 12 minutos entre unidades. Pero la media dice poco ante la dispersión de los tiempos de espera que sufren los pasajeros. En el podio, siempre según el relevamiento en un día y horario particular, quedó la línea 112 roja: 84 minutos (el promedio le dio 53.24). Y de día.

 

Esperar sentado o acostado

En amarillo, las líneas de la empresa privada Rosario Bus. En celeste, las de la estatal Movi.

 

La observación no sólo detectó una caída de las frecuencias –más tiempo entre colectivos– en varias líneas en relación a lo medido durante agosto de 2022, sino una desmejora general respecto de 2019, antes de que se desatara la pandemia. Y lo que en rápida mirada sortea ese cuadro adverso, no lo es.

El informe aclara que “las aparentes mejoras denotadas en las líneas 122 Roja y Verde ocultan cambios de recorridos en otras líneas en la zona sur”. Y que “la mejora aparente en la línea 101 Negra no tiene en cuenta que antes de la pandemia también circulaba la bandera Roja (hoy suprimida) y se mantiene el mediocre desempeño de las líneas 126 Negra y Roja, con indicadores muy distantes de la situación previa al Covid-19”. También destaca “el empeoramiento de la Línea 112 Negra, lejos de ser compensado por la reintroducción de la 112 Roja, con una frecuencia meramente testimonial”.

 

El (No saber) Cuándo Llega

Además de los mayores tiempos de espera, de acuerdo a lo que midió el Observatorio, hay más incertidumbre respecto de los horarios de paso de los coches de cada línea en una parada. A esto lo llaman “irregularidad” de los servicios. Y el resultado es que aumentó frente a lo registrado en agosto de 2022. En ese momento, el promedio de irregularidad alcanzó el 37%. Ahora, el 46%.

En amarillo, las líneas de la empresa privada Rosario Bus. En celeste, las de la estatal Movi.

 

De nuevo, hay una dispersión alta en el escenario de incumplimientos. El relevamiento resalta el “pésimo desempeño de la línea 121”. El día de la medición, “llegó al extremo de registrarse el paso de tres coches consecutivos en un minuto. entre las 18.15 y 18.16 (internos 402, 1262 y 399)”.

 

Baches en el asfalto, baches en los horarios

La contrapartida, y a veces ni siquiera eso, de tales caravanas de coches seguidos son los “baches”: horarios que figuran en las planillas, y en teoría se toman en cuenta para establecer los costos del servicio, pero que brillan por su ausencia en la calle. Son los tiempos iguales o superiores a 30 minutos entre unidades. Otra vez, acá también bajó la calidad de las prestaciones con las que se calcula el elevado precio del boleto: de los 10 casos detectados en agosto de 2022, se pasó a 27 el miércoles último. Casi el triple de anomalías.

 

Aplicaciones inaplicables, desinteligencia artificial

Los usuarios del servicio, que ya casi no cuenta con las promocionadas paradas inteligentes con visor digital del tiempo de llegada de cada servicio (las pantallas LED del promocionado Metrobús Norte de avenida Alberdi están toda desactivadas), padecen desde hace tiempo el mal funcionamiento de la aplicación Cuándo Llega. Y se sabe que peor que la ausencia de información es la información errónea, que suma incertidumbre.

La concejala justicialista Silvana Teisa, que integra el Observatorio, hizo foco en otro sistema que prometía y no cumple con una mejora: Google Maps, plataforma con la que se firmó un convenio para incluir los horarios en tiempo real. “El sistema está desincronizado y es caótico, la línea 121, en un minuto, pasaron tres coches seguidos. Es una total desprolijidad el servicio y el Ejecutivo muestra un inmenso desinterés en resolverle la vida a los vecinos y vecinas que eligen el transporte urbano de pasajeros para movilizarse”, cuestionó al Palacio de los Leones.

 

Círculo vicioso

Informe del Observatorio Social del Transporte de Rosario by Claudio de Moya on Scribd

La gestión del transporte público de pasajeros sigue una lógica, desde hace varios años, de empeoramiento retroalimentado: se baja la calidad –menos frecuencias y coches, menos mantenimiento y admisión de unidades que no cumplen con los estándares de los pliegos– para acomodar los costos que no cierran. Pero eso lleva a la pérdida de pasajeros que, ante la mala prestación, optan por la movilidad privada que les permite su poder adquisitivo. La consecuencia es el menor corte de boletos y, de nuevo, una ecuación económica que no cierra y se enfrenta con otra reducción de calidad.

“La realidad a bordo de las unidades del TUP indica a las claras que ya es hora de restablecer la plenitud de los servicios de los tiempos previos a la Pandemia, medida necesaria para recuperar a una fracción de usuarios que, forzados por la escasez de frecuencias diurnas y los servicios nocturnos notoriamente recortados, han pasado a
utilizar medios alternativos de movilidad que en su mayor parte han aumentado la congestión vehicular y accidentes viales con sus inevitables secuelas de mayores tiempos para el desplazamiento urbano y las consiguientes pérdidas socioeconómicas”, señala el último informe del Observatorio.

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