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No hay edad para asumir un nuevo desafío: Javier Bulfoni jugará en el básquet español

El experimentado alero de Alumni de Casilda aceptó la oferta del Es Castell de la Liga Eba y retorna a un país en el que fue figura


Bulfoni en Casilda, el hogar que dejará otra vez por un tiempo. (Foto Revista La Fuerza).

Fue la bomba del día. En Argentina y en España. Javier Bulfoni, Tuky, decidió hacerle caso a sus sentimientos y se entusiasmó con el retorno a España, por los amigos, por el cariño demostrado y por el buen tiempo que allí pasó. Y en tiempo récord definió su llegada al Pinta B Es Castell de la Liga Eba de España, en el que el experimentadísimo alero nacido en 1976 volverá a pisar las “pistas” en el Viejo Continente.

“Estoy súper contento, es una segunda juventud”, le contó Tuky a El Hincha apenas minutos después de que trascendiera su fichaje al elenco de Menorca en una salida fuera del país tan inesperada para todos como para él. “Fue muy raro todo, empecé a saludar a amigos y a ex compañeros con los que me llevaba bien y ahí uno de ellos me tiró la idea después me habló un dirigente y así surgió todo”, explica el talentoso jugador que desde su regreso al Alazán fue clave para el equipo casildense.

Un poco por la situación del país, las injusticias que observa y otro tanto por sus permanentes ganas de buscar nuevas emociones en el deporte, Bulfoni asumió el nuevo desafío.

“Creo que en España me respetan más que en Argentina”, dijo en un momento de la charla, y aunque quizás su mirada es demasiado aguda, se nota que la repercusión en tierras españolas fue grande. De manera automática los medios que cubren el básquet de ascenso comenzaron a elogiar su voz de mando, capacidad de líder e incluso explicaron la polivalencia de un jugador que puede dar minutos productivos desde el puesto de escolta hasta el de ala pivot.

Vale la pena repasar la entrevista realizada años atrás en la revista La Fuerza cuando regresó a Alumni para ser campeón y pensaba que era el cierre de su carrera. No sólo que no lo fue, sino que va por otra vuelta.

No es un jugador más Javier Bulfoni. No es una persona del montón el Tuky. En cada acción, en cada frase, se muestra tal como es, sincero, frontal, sin falsos sentimentalismos y muy lejos de declarar para “la tribuna”. Veinte temporadas después de irse de Alumni de Casilda para comenzar una prolífica carrera, cerró el círculo de su trayectoria deportiva con el retorno al Alazán, y lo hizo con ascenso a la máxima categoría, tal cual había sucedido cuando apenas era un pibe que sobresalía por su capacidad atlética en los torneos rosarinos.

“Juego sólo porque es Alumni. Era volver para dar la vuelta completa y terminar donde había comenzado. La idea era tratar de ayudar a los chicos y disfrutar. Lo tomé con calma, porque físicamente siempre estuve bien, pero no quería cargar la cabeza de responsabilidades. Poco a poco nos dimos cuenta de que podíamos ascender y lo logramos, movilizando gente y generando recuerdos inolvidables”, explicó Bulfoni, quien desde que comenzó la temporada asumió que gran parte de las miradas estarían sobre él en la B rosarina: “Nadie gana solo. Es un deporte de equipo y hasta Jordan necesitaba de sus compañeros”.

La historia del Alumni que logró el ascenso se fue elaborando paso a paso en la temporada. Y hasta en eso hay un parangón con la forma de entender la vida de Bulfoni, quien trabaja ladrillo a ladrillo, literalmente. “Me estoy construyendo mi propia casa, soy albañil ahora. Es un sueño que tenía desde chico, es pesado, cansa pero está quedando bárbaro, hago solo casi todo el trabajo. Sé que suena loco, pero yo soy un poco raro (risas). Se trata de construir, como fui con todo en mi vida, como en el deporte”, relató Tuky, quien tras jugar en el mundo profesional durante veinte años debió adaptarse a la realidad local y cuenta la situación fiel a su estilo: “Hay que ser como el agua, como decía Bruce Lee, ‘sé moldeable, como el agua. Si pones agua en una taza, se convierte en la taza, si pones agua en una botella se convierte en la botella’”.

“Jugar me hace bien, moviliza las energías. Estaré unos meses en España y después voy a decidir qué hago, por ahí sigo jugando. También estoy haciendo el curso de entrenador y después decidiré si lo uso o no. Tuve muy buenos técnicos y no me parece que sea tan difícil trasladar los conceptos, hice karate y para mí lo principal es la disciplina, saber que si un jugador entrena al 100 por ciento, su compañero no puede estar al 80. En un equipo hay que pensar siempre en el otro”, analiza el futuro el perimetral casildense, quien partió de su casa a los 19 años para iniciar un recorrido que sería muy extenso y en base a sacrificio: “Como dirían en España, me considero un ‘currante’, todo fruto del trabajo, del esfuerzo, de entrenar, de buscar mejorar diferentes aspectos y todo me llegó unos años tarde, porque te diría que fui autodidacta en el básquet. En esa época me fui a probar a Olimpia cuando estaban los cracks y el entrenador Horacio Seguí me dijo una cosa que tomé bien aunque no me fichó: que era muy chico para ser grande pero muy grande para ser chico”.

Su camino lo llevó a Atlético Rafaela y luego a Estudiantes de Formosa, ambos en la Liga B. Su rendimiento se tradujo en la llegada a Gimnasia La Plata, equipo en el que lo conoció el básquet grande de Argentina. “Gimnasia jugaba muy bien, nunca pude volver a jugar en un equipo que lo hiciera así. Muy buenos compañeros, como el Pollo López, y jugadores que me encantaban. Ahí ascendimos, jugamos la Liga y como muchos extranjeros se fueron por la crisis del país, nos pudimos mostrar”.

Con el derecho de piso pago, Tuky no se quedó a cosechar, sino que partió rumbo a España: “Otra vez tuve que empezar de cero, y recién pude jugar ACB (primera) cuando ascendimos”.

La segunda división fue su destino, con notables tareas en Drac Inca, Algeciras y León, en el que subió y hizo de la ACB su lugar con el mismo León, Manresa y el Obradoiro, equipo con el que dijo basta a su experiencia internacional. En todos estuvo al menos un par de temporadas y se ganó el aprecio de todos: “Siempre fui igual y me brindé con todo lo que podía dar. En Compostela me podría haber quedado hasta retirarme, pero los caminos a veces conducen a otra parte”.

El camino lo trajo otra vez a su país, con una extraña experiencia en la Liga y el tramo final del trayecto en la que fue, es y será su casa en el Planchado Marcuzzi casildense.

 

“La Liga de la hipocresía”

Cuando decidió volver al país, difícilmente Javier Bulfoni imaginó lo que ocurriría. Atenas lo repatrió y tras una buena temporada, fichó por La Unión de Formosa, equipo en el que sufrió una lesión que lo tuvo a maltraer: “La verdad fue un problema en la espalda y nunca le encontraron la vuelta los médicos. Se dijeron muchas mentiras y eso generó que después los clubes que me querían pusieran cláusulas ridículas. Me faltaron el respeto y a esta altura de mi vida no tranzo”.

“Jugué el TNA en Sport para mostrarles a todos que estaba bien y porque el deporte es lindo. Ya me quería quedar cerca de casa, jugando con amigos como el Pollo López o el Sombra Cogliatti. La cabeza no iba más allá”, relató Bulfoni, quien analiza la Liga de Argentina en su contexto: “Yo la llamo la Liga de la hipocresía, porque le echan la culpa a los jugadores de que ganan mucha plata pero son los dirigentes los que les ofrecen ese dinero. Si en tu casa tenés mil pesos, gastás mil, entonces por qué en los clubes se portan distinto. Si nosotros tenemos que hacer cursos para entrenar, los dirigentes deberían estudiar también para esa función. Hay muchas mentiras, los estadios no están bien, los jugadores no viajan bien. Pero es algo del país diría. Si bien hay muchas excepciones, acá te quieren pasar en todo. Parece que si no cagás a alguien no sos argentino. Tenemos que cambiar la mentalidad”.

La selección

Argentina fue otro capítulo en la trayectoria de Bulfoni. Y cuando todos querían estar, el eligió no hacerlo: “La selección también me llegó de grande, a los 30 años, cuando ya estaba en España y jugué el Panamericano de Brasil, me probé que podía estar. Pero un año después cuando me convocaron para el Sudamericano decidí que no, que era el turno de gente quizás más joven”.

EL CÍRCULO DE LA VIDA

Alumni de Casilda

Atlético Rafaela

Estudiantes de Formosa

Gimnasia y Esgrima La Plata

Drac Inca

CB Ciudad de Algeciras

Baloncesto León

Básquet Manresa

Obradoiro

Atenas

La Unión

Peñarol de Mar del Plata

Sport Cañadense

Campaña de Carcarañá

Alumni de Casilda

 

SUS ÉXITOS EN EL BÁSQUET PROFESIONAL

Campeón del TNA con Gimnasia La Plata, campeón de la Copa Príncipe de Asturias con León y Obradoiro. Ascensos con León y Obradoiro. Medalla de bronce con Argentina en el Panamericano de 2007.

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