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“No es coherente hablar de la vida y propiciar el aborto”

El proyecto presentado en Diputados para legalizar la interrupción del embarazo generó el rechazo católico. “Es necesaria la tutela jurídica frente a la vida naciente e indefensa”, dijo el presidente de la Conferencia Episcopal, Arancedo.


arancedo-dentroEl presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, emitió ayer una declaración en contra de un nuevo proyecto presentado por varias fuerzas políticas en la Cámara de Diputados a favor de la despenalización del aborto.

Arancedo advirtió que “no es coherente” hablar “de la vida y propiciar el aborto”, al tiempo remarcó que el tema no es “primariamente de fe” sino “una realidad que pertenece al ámbito de los derechos humanos y que deben ser tutelados por la misma sociedad”.

“Cuando no se parte de la realidad de la vida como un dato objetivo comprobable científicamente, y frente al cual no se puede admitir la gradación del más o menos, perdemos de vista el lugar desde el cual debemos observar este hecho. Estamos ante un ser humano y que como tal debe ser tratado. Estamos ante una nueva realidad que tiene su autonomía genética, aunque no su independencia total”, subrayó.

El prelado evaluó además: “Este estado de fragilidad no disminuye su grandeza ni nuestra responsabilidad” y opinó que “su primer derecho es el derecho a la vida”, tras remarcar que los derechos humanos son “universales, inviolables e inalienables, es decir, están presentes en todos los seres humanos, sin excepción de tiempo, de lugar o sujeto”.

“No es coherente, por lo mismo, hablar de la vida y propiciar el aborto. Sabemos que hay situaciones difíciles y dolorosas, pero el aborto nunca es la solución. No hablamos de una vida sino de dos, la de la madre y su hijo: ambas merecen ser cuidadas y respetadas”, remarcó.

El titular de la CEA se pronunció de esta forma luego de que el miércoles pasado diputados del oficialismo y la oposición volvieran a presentar en la Cámara baja un proyecto que legaliza la interrupción voluntaria del embarazo, a pesar de que el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, ratificó ese mismo día que el aborto “no está en la agenda” del Poder Ejecutivo.

La iniciativa, que superó las 60 firmas de adhesión, fue presentada por quinta vez consecutiva en una audiencia pública en Diputados, luego de que hubiera perdido estado parlamentario sin llegar a ser discutido en los años anteriores.

Si bien el proyecto, presentado por primera vez el 28 de mayo de 2007 por las integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, cuenta con el respaldo de Juliana Di Tullio, titular del bloque kirchnerista en la Cámara baja; para poder ser discutido le hace falta la iniciativa del gobierno nacional.

“Se habla del derecho a la libre decisión. Creo que es necesario afirmar que la libertad no es un principio absoluto, sino una determinación personal y voluntaria que debe reconocer, y éste es su límite, los derechos que emanan del otro o de un ordenamiento jurídico, en este caso, el de la vida concebida que se convierte en una realidad vinculante”, advirtió al respecto el arzobispo de Santa Fe.

Y resalto que “si la Justicia es dar a cada uno lo que le corresponde, es sabia y necesaria la tutela jurídica frente a la vida naciente e indefensa”.

“El tema de la vida abarca la totalidad de etapas en las que se desarrolla, pero debemos poner el acento en aquellas que más necesita de su cuidado. Cuando dejamos de plantear el tema de la vida como prioritario, por ser el primer derecho del hombre, quitamos una referencia esencial que da solidez al mismo sistema jurídico”, completó ayer monseñor Arancedo.

“Crimen abominable”

El papa Francisco citó ayer al Concilio Vaticano II (1962-1965) para calificar al “aborto y al infanticidio de crímenes abominables” y dijo que “todo derecho civil debe apoyarse” sobre el reconocimiento del derecho a la vida. “Recordemos las palabras del Concilio: la vida, una vez concebida, debe ser protegida (…). El aborto y el infanticidio son crímenes abominables”, declaró el papa Francisco ante una delegación del Movimiento católico italiano para la vida.

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