Policiales

Ocho años después...

Chabás: penan a policías por grave error en noche de amor

En 2010 delincuentes abordaron a un hombre en un campo cerca de Chabás. Tras liberarse, la víctima fue a la comisaría y denunció que vio un auto en un camino rural. Tres uniformados llegaron, dieron la voz de alto y ante la huida dispararon. La Cámara Penal confirmó la pena. Conocé la historia.


Lo habían asaltado en su casa, en el medio del campo. Lo habían atado al igual que su familia y le pincharon las gomas del auto. Entonces la víctima fue en tractor hasta la comisaría y confundió a una pareja que estaba a los besos en la parte trasera de un auto con los ladrones. Los policías le hicieron caso a la víctima y descargaron 15 plomos contra el auto uno de los cuales impactó en la espalda de la joven. Fue en 2010, cerca de Chabás y ayer la Cámara Penal confirmó la condena a dos policías que tiraron contra la pareja. Si bien eran tres los policías que participaron del procedimiento, el peritaje balístico concluyó que las vainas servidas en el lugar pertenecían sólo dos a los uniformados. En primera instancia el trío fue condenado a la pena de dos años de prisión en suspenso por lesiones graves calificadas pero este lunes, la Cámara Penal confirmó la decisión respecto a dos de los uniformados y absolvió al tercero por el beneficio de la duda.

La noche del 9 de julio de 2010 un peón de campo regresaba a la estancia “Las Luisas” donde trabajaba y vivía. Lo hacía a bordo de un automóvil VW Gol junto a su mujer y sus dos hijos. Cuando se bajó a abrir la tranquera, fue sorprendido por dos hombres encapuchados. Lo apuntaron con armas, lo llevaron al baúl del auto y le sacaron el celular. El auto arrancó e hizo algunos metros. Se detuvo, lo bajaron y lo llevaron a la casa junto a su familia. En el comedor lo apuntaron con un arma y comenzaron a amenazarlo y pedirle plata. Lo ataron a una silla, le taparon la cabeza y siguieron los amedrentamientos. Finalmente se llevaron las billeteras con unos tres mil pesos, una Ford Ranger y algunas pertenencias. A su familia, la dejaron en la casa del encargado y la encerraron en el lavadero.

El hombre esperó unos 40 minutos, logró zafar de las ataduras y buscó a su familia. Su auto estaba inutilizado, subió a todos en un tractor y marchó rumbo a la comisaría. Unos dos kilómetros antes de llegar al pueblo vio un auto en el interior de un campo. El hombre pensó que podían ser los agresores y por temor a que cumplieran las promesas de muerte que le habían hecho aceleró la marcha hasta la comisaría y dio aviso de la presencia de un auto en el camino.

La víctima se subió a un móvil con los policías Andrés Alonso, Mariano Romaldi y Gonzalo Ezequiel A. Al llegar al lugar, el hombre les señaló el auto. Cuando trataron de identificarlo, el coche arrancó. Hizo caso omiso a la voz de alto y las señas con linternas. Casi atropella a uno de los uniformados que se había puesto en el camino para que se detuviera y aceleró. Como respuesta los policías dispararon contra el auto. Cinco de los plomos impactaron en las puertas, el baúl y la luneta del auto. En total se encontraron 15 vainas servidas.

La versión del conductor

El auto era un Renault 18 celeste. Tras la balacera el chofer volvió al lugar y se enteró de la confusión. Contó que esa noche había salido con su novia y decidieron buscar un lugar más tranquilo. Tomaron el camino que lleva al cementerio local y, para no quedar sobre el sendero, se estacionaron en el interior de un campo. Se pasaron al asiento trasero. Eran cerca de las 3 cuando vieron acercarse un vehículo que se estacionó y comenzó a alumbrarlos. Pensaron que era el dueño del campo. Sintieron que les tiraron con algo, pensaron que eran piedras y la chica se asustó. El novio dijo que la adolescente pidió que salieran de ahí, entonces se pasó al asiento de adelante, encendió el auto y aceleró. Cuando tomó el camino a toda velocidad se dio cuenta que el auto era un móvil policial. La chica estaba muy asustada y le pedía que la llevara a la casa. A la mitad del camino se detuvo, se bajó y se dio cuenta que los impactos no eran piedrazos sino balazos. Le preguntó a la chica si estaba herida, pero ella no se dio cuenta. Dejó a su novia en su casa, poco después se enteró que la trasladaron a un hospital: había recibido un balazo en la espalda que le fracturó una costilla y le afectó el pulmón derecho.

Los policías, que en ese entonces tenían un promedio de 25 años, no lograron dar con los asaltantes y tuvieron que enfrentar una causa penal por lesiones graves agravadas dónde la adolescente resultó lesionada. Una pericia balística determinó la existencia de 15 vainas servidas, 8 de las cuales pertenecían al arma disparada por Alonso y el resto a Romaldi. Si bien el dermotest dio positivo para los tres, Gonzalo A. declaró que al intentar disparar se le trabó el arma.

La jueza de sentencia María Isabel Más Varela condenó al trío policial a 2 años de prisión en suspenso por el hecho y este lunes la Cámara Penal, a través de los vocales Georgina Depetris, Guillermo Llaudet y Bibiana Alonso, resolvió confirmar la sentencia en forma parcial. Explicaron que los tiradores tuvieron finalidad lesiva al disparar, tiraron al menos 15 veces y no a los neumáticos. Tenían como objetivo herir a los ocupantes del auto.

Para los vocales los policías se encontraban habilitados para actuar y así lo hicieron pero el medio utilizado fue desproporcionado. Si bien los ocupantes del auto no acataron la orden de detenerse no hubo de parte de ellos una reacción que habilitara la balacera. “Los agentes no agotaron todos los recursos posibles a fin de detener e identificar a las personas”, aseguraron.

Hubiera bastado con seguirlos y pedir apoyo o averiar los neumáticos, explicaron. Si bien se verificó resto de pólvora en las tres armas, hubo dermotest positivo, y se probó a través del peritaje que sólo dos de ellas fueron disparadas.

Con este criterio los vocales resolvieron confirmar la sentencia condenatoria para Andrés Alonso y Mariano Romaldi y absolvieron por el beneficio de la duda a Gonzalo Ezequiel A. del delito de lesiones graves agravadas.