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Nicki Nicole jugando de local: la aparición de Trueno y la emoción de cumplir un sueño

Con lagrimas en los ojos y una genuina sonrisa, la rosarina completo dos de las tres fechas en Rosario en las que pasado y presente se unieron en comunión. El lunes, la interpretación junto a su pareja de “Mamichula”, dejo atónitos a los presentes que lo agradecieron gritando de emoción


Cuando la pantalla gigante del fondo cerró el plano y se pudieron ver de cerca los ojos de la rosarina Nicki Nicole llenos de lagrimas todo lo que estaba pasando cobró otro sentido. Este lunes por la noche, en su segundo show en Rosario y durante la interpretación de “Parte de mí”, la joven cantante que en dos años se convirtió en una estrella internacional dejó salir la emoción de estar en su casa, como ella misma dijo, en una de sus primeras presentaciones en vivo, en un escenario, frente a su público, sus amigos y su familia.

Aquella joven que tenía el sueño de ser artista, que recorría las calles de Rosario con su bici y que subió “Waco traquetero” a YouTube sin imaginar lo que iba a pasar, agotó tres fechas en el teatro Broadway (este martes tendrá lugar la última) después de compartir estudio con Christina Aguilera, participar del show de Jimmy Fallon y hacer dueto con otros reconocidos artistas nacionales e internacionales. Pero estaba ahí haciendo lo que le gusta con un despliegue que incluyó una cuidada puesta de luces, seis talentosos bailarines, virtuosos instrumentistas, las increíbles voces de Ayelen Zuker y Camila Ibarra en coros y hasta papeles de colores que llovían sobre la platea.

Sin embargo, la atracción máxima fue la sonrisa disimulada que se le escapaba cuando parecía sorprenderse con lo que estaba pasando. “Pensé que sólo me iba a pasar la primera vez”, dijo sobre su emoción cuando terminó de cantar el tema con el que aprovechó para agradecer: “Les debo todo”, dijo Nicki y estalló el aplauso.

 

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El lunes, la joven de 21 años, transitaba la segunda fecha de sus presentaciones en la ciudad que habían comenzado el sábado y que el domingo la llevaron a Córdoba. Fue el inicio de una gira que la llevará a Buenos Aires para después recorrer diversos países pero ella decidió que comenzara en Rosario, su ciudad natal.

Un rato antes de todo eso, cuando los vendedores de remeras y vinchas todavía seguían atendiendo a la gente que entraba por la puerta principal del teatro de San Lorenzo al 1200, y después de la apertura de Nasir Catriel y Fasciolo el telón se levantó y dejó ver la puesta. Los músicos ya tocaban, apenas habían pasado las 21 y la pantalla de fondo marcaba el camino. El público gritaba con cada movimiento pensando que era ella que, vestida con ropa ancha, blanca e intervenida con los títulos de su último disco (Parte de mí), ingresó un rato después cuando el escenario explotó en humo.

Fotos: Franco Trovato Fuoco.

“Colocao” fue el primero de muchos hits que se sucedieron como “Mala vida” o “Tengo to”. Ella canta y los seis talentosos bailarines y bailarinas que la acompañan se despliegan alrededor, por momentos, coreografiados como si estuvieran en un videoclip. Si de baile se habla, una de las perlas de la noche fue la aparición de María Elena y Aníbal. El guiño al tango con “Perdido”, tema que forma parte de su último disco, interpretado con bandoneón y dedicado a sus abuelos, que estaban entre el público, comenzó con dos jóvenes bailarines de tango que recorrieron el escenario y se fueron. María y Aníbal entraron entre los gritos de los presentes y bailaron uniendo generaciones y ritmos que parecen muy distantes pero que no lo son.

A lo largo de las dos horas que duró el show, los pilusos de colores y los cuatro cambios de vestuario que tuvo la artista dieron cuenta del lugar al que llegó, pero su alegría cuando el público cantaba, el saludo tímido cuando veía a alguien que conocía entre los presentes o frases como: “Perdón, es que estaba mi mamá ahí”, que lanzó con ternura cuando se demoró saludando a las primeras filas, daba cuenta de su particular estado de emoción.

Como una reunión de amigos a los que se llega desde lejos a mostrar lo que se consiguió, Nicki hizo duetos con los artistas con los que grabó estos años, ellos aparecían en la pantalla gigante del fondo e interpretaban sus líneas. Con todos, menos con uno.

“El es el amor de mi vida”. Así lo presentó, y el grito del público fue ensordecedor. De short deportivo, Trueno apareció por atrás y fue la gran sorpresa de la noche del lunes. Interpretando “Mamichula” juntos y con un beso que enamoró a todos, el reconocido artista urbano compartió escenario con su “prometida”, que aunque suene un término viejo y pasado de moda, estos dos traperos de ropas anchas se aman, lo dicen y se van a casar.

“Me asusté, pensé que era la última”, dijo Nicki mucho antes de que sonara la última canción de la noche, que no podía ser otra que “Waco Traquetero”. Con ese tema y los papeles de colores volando por la sala que indicaban el final de una fiesta cerró el recital como empezó la carrera de Nicki, con el tema que grabó por primera vez en el estudio de Cocodrilo R&B, en Rosario, con el pelo corto y andando en bici, sonando ahora con el pelo más largo y rodeada de tecnología y el despliegue que permite la industria pero con la misma sonrisa de siempre.

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