Ciudad

Ni el agua detiene la fe

Por Pablo Moscatello.- Miles de rosarinos volvieron a venerar a San Cayetano, patrono del pan y del trabajo. A pesar de la lluvia la presencia de fieles casi no se resintió, pero el arzobispo Mollaghan ofició misa dentro de la iglesia.


Una multitudinaria movilización de fieles coronó ayer una vez más la festividad de San Cayetano en la ciudad. La lluvia caída durante gran parte de la jornada obligó a recortar el recorrido habitual de la procesión y modificar el escenario de la misa de campaña celebrada por el arzobispo José Luis Mollaghan, pero no ahuyentó a los devotos: según fuentes policiales y municipales que participaron del operativo de seguridad y de tránsito la marea humana fue similar a la de años anteriores y se contó por miles de personas.

Este año la festividad del Patrono del Pan y del Trabajo en la ciudad tuvo a la lluvia como uno de los protagonistas centrales. Sin embargo, el agua (de acuerdo con información que entregaron tanto la Policía como los agentes de la Dirección de Tránsito municipal) no logró hacer mermar demasiado la presencia de fieles. Desde la Unidad Regional II estimaron que “entre 20 y 30 mil personas” pasaron durante el día (se ofreció una misa por hora durante casi toda la jornada) por la iglesia ubicada en Buenos Aires al 2100.

Sin embargo, el momento más emotivo se produjo ya cerca de las cuatro y media de la tarde, cuando la imagen del santo salió escoltada de la iglesia para dar inicio a la procesión. Si bien la idea era llegar desde el santuario hasta la plaza Libertad (ubicada en Mitre y Pasco y donde Mollaghan iba a oficiar la misa central), finalmente la “vuelta” fue más breve y por la lluvia sólo se recorrieron 400 metros: la manzana donde está el situado el templo. La llovizna también obligó al arzobispo de Rosario a trasladar su ofrenda al interior de la basílica.

Lo cierto es que pesar de las inclemencias del tiempo la procesión tuvo una vez más una gran cantidad de asistentes. Tanto, que llegó a cubrir unos 300 metros de largo, ocupando el ancho total de las calzadas. Si bien predominaron mujeres de mayor edad, no fueron pocos los jóvenes que participaron. La imagen que reinó a largo de todo el trayecto fue la de miles de personas portando el imperioso paraguas, quienes a la vez saludaban (en algunos casos hasta con lágrimas en los ojos) al santo con flores y pañuelos.

En el recorrido, El Ciudadano fue oído de varios relatos e historias. “Cuando hay trabajo la mayoría viene a agradecer”, sintetizó Jorge, de unos 50 años, quien llevaba una imagen de San Cayetano en la mano. Tal vez esa frase sea el mejor resumen de las tantas que se escucharon en la jornada.

En tanto, algunos metros más atrás, María Sánchez, una jubilada de 82 años, agradeció que toda su familia tenga “hoy al menos” un empleo. “Es una emoción festejar eso”, decía, al tiempo que confesó que se acerca los 7 de agosto desde hace 23 años. “En su momento me hizo muy mal el despido de mi marido y algunos de sus compañeros de trabajo. Pero por suerte eso cambió hace ya algunos años. Y si bien la plata no siempre alcanza no es poco tener trabajo”, expresó al tiempo que vivaba con fuerza la imagen de San Cayetano.

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