El Hincha

Fiesta en el Parque

Newell’s se quedó con una gran victoria ante San Lorenzo y estiró su buena racha en el Coloso

El paraguayo Jorge Recalde anotó la única emoción de la tarde noche en el Parque Independencia, donde el equipo de Gabriel Heinze cosechó tres puntos de oro ante el Ciclón de Rubén Darío Insúa, que había empezado la fecha como único puntero del campeonato

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Crédito: Juan José García

Iluminado, como el Coloso, que lució unas luces led que encandilaban. Imbatible en casa, donde ganó los cuatro partidos que jugó. El Newell’s de Heinze mostró su mejor versión, desdibujó al encumbrado San Lorenzo y metió un triunfo lleno de entusiasmo en el inicio de una seguidilla de partidos que tiene al Clásico a pocos metros. Fue 1-0 con un gol del paraguayo Recalde para ilusionar al hincha, el cual otra vez se fue feliz del Parque.

Decir que la Lepra jugó un primer tiempo perfecto puede parecer una exageración. Pero irse al vestuario igualado con el Ciclón fue toda una injusticia futbolera. Sólo en la ineficacia rojinegra  para anotar se pudo explicar el 0 a 0 de los primeros 45 minutos. Fueron cuatro o cinco chances claras y varias aproximaciones más. Mucho desperdicio frente a un rival que pelea arriba, aunque fue superado tácticamente frente al planteo de Heinze.

Newell’s anunció temprano que iba a molestar a Batalla. San Lorenzo se replegó, pero la Lepra igual encontró espacios, en especial por derecha, donde el tándem Mosquera-Aguirre fue un dolor de cabeza para la visita.

Esta vez la tenencia no fue exagerada y Newell’s buscó verticalidad con pases profundos de Ditta o Mansilla, por adentro o por afuera. Así apareció una chance clara con Ferreira bajando la pelota en el área y Batalla atorando justo un remate con destino de red.

Una por adentro, dos por afuera. Las siguientes chances llegaron por derecha, con un desborde de Aguirre que culminó en un toque algo displicente de Recalde, despejado por Gattoni; y una subida con dribbling de Mosquera, que Batalla neutralizó antes de que el delatero paraguayo empujara la pelota a la red.

El dominio táctico abrumador obligó a Insúa a meter un cambio tempranero. Sacó a Cerutti por Luján. Un delantero menos, más marca para intentar frenar a la Lepra. También hubo un par de decisiones erróneas de Aguirre al aproximarse al área, más apurado que inteligente. Y eso postergó ese merecido gol local.

Pero Newell’s no claudicó en la búsqueda. Nunca se resignó a la injusticia del resultado. Fue y fue. Con una mezcla justa de orden, precisión y vértigo. Y Heinze movió el banco y metió a Pablo Pérez y al pibe Pérez Tica. La sensación era que el gol podía llegar. Por juego, por una pelota parada o simplemente por el aura de imbatibilidad que presenta el Coloso en este ciclo. Y algo de eso sucedió: Pérez Tica metió un centro cortado y Recalde, intuitivo, se desprendió de los zagueros llegando desde afuera y mandó la pelota a la red con un toque de volea lleno de gol.

Y fue tal la supremacía táctica, futbolística y mental de Newell’s que ni siquiera sufrió en el final, cuando San Lorenzo, obligado, quiso buscar un empate que a esa altura era imposible. Porque la Lepra tenía una noche iluminada y con tanta claridad, ganar fue una consecuencia de lo hecho en la cancha.

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