Las realidades de Newell’s y Central lejos están de lo que supieron ser. Las “miserias” de hoy cada vez son mayores y parecen haber llegado para quedarse, al menos hasta que haya serios replanteos en ambas instituciones.
Decir que atraviesan el peor momento de su historia puede sonar a mucho, pero en conjunto habrá que remontarse en el tiempo para encontrar un escenario similar. Si hasta en el anterior descenso de Central el equipo fue protagonista permanente del ascenso, cosa que en este Nacional B nunca logró; y Newell’s terminó detrás de River en primera, bien distinto a esta realidad.
Esta columna bien podría hacerse por separado, pero la actualidad de uno y otro tienen tantos puntos en común que hasta parece un juego del destino.
La falta de categoría en cada plantel es alarmante. Sólo un puñado de jugadores logra salvarse del aplazo general y da la talla a una primera división profesional.
Casualidades o no, con errores pero con más aciertos los dos arqueros, tanto Peratta como Broun en la mayoría de los casos están a la altura de las circunstancias. Luego hay que buscar mucho y ser muy benévolos a la hora del análisis individual para salvar a otros futbolistas.
Los dos se muestran con horrores defensivos más propios de un rejunte de amigos en un parque que de un equipo profesional. Ni la experiencia (Schiavi y Fuentes por un lado; Peppino y Braghieri por el otro), ni la juventud (Lema o Valentín) se salvan. Ni hablar de Vella o Chitzoff; Cichero o Shaffer, cuatro nombres que en un equipo serio no podrían jugar.
Ambos se equivocaron a la hora de contratar los refuerzos, porque casi ninguno rindió. Ni el tan pedido Bieler o el solicitado Biglieri, ni los regresados al primer amor como Fuentes o Rivarola, ni las apuestas como Camacho o Vismara. Ninguno dio la talla.
Juveniles por ambos lados más cerca de estar tirados a la cancha por las urgencias que por el convencimiento. Y cuando esto pasa, se corre el serio riesgo de terminar quemándolos. Así Lema, Villalba, Tonso, Faravelli por un lado; Carrizo, Ballini, Coniglio, Delgado por el otro, parecen poca cosa pero dentro de un contexto que les juega en contra de forma permanente.
El fin de semana volvió a marcar la realidad del presente rosarino. Newell’s tan lejos de Vélez que por momentos pareció un entrenamiento de entresemana entre la primera y la cuarta. Central tan lejos de Merlo que no fue capaz de crearle una clara situación de gol a un voluntarioso pero limitadísimo equipo.
Tan parecidos son que hasta en la impotencia que muestran en la cancha van a la par. No sólo a la hora de jugar y buscar respuestas. Sino también al momento de reaccionar de manera más propia del campito, que de profesionales como hicieron Peppino y Estigarribia con sendas groserías para dejar a sus equipos en inferioridad numérica.
Y tanto parecen tocarse las realidades de leprosos y canallas que hasta en el único punto que no coincidían ahora también van por el mismo camino. Con la renuncia de Sensini tras la paupérrima actuación ante Vélez, Newell’s deberá cambiar de entrenador. Algo en lo que Central ya es todo un experto tras los pasos de Merlo, Rivoira y ahora Palma.
Las realidades leprosas y canallas golpean, y bien fuerte, en cada uno de sus hinchas. Claro que por estos días de manera negativa. Newell’s que sólo no es último por la presencia de Quilmes que ya parece haber sellado su pasaporte de regreso al Nacional B. Central que lejos de pelear por el ascenso se desangra fecha tras fecha y hasta lograr un lugar en la promoción cada vez parece más una utopía que una posibilidad concreta.
Con “miserias” propias, parecidas y hasta similares; Newell’s y Central atraviesan momentos oscuros de sus historias que hasta provocan dolores de ojos cada vez que se es testigo de una presentación.
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