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Néstor Sánchez Sotelo: “Todas las familias guardan secretos”

El director habla de “El día que me muera” una comedia argentina con toques de grotesco, protagonizada por Betiana Blum, que desde el jueves último se puede ver en los complejos de cine locales


La película El día que me muera, de Néstor Sánchez Sotelo, que desde el jueves último se puede ver en los complejos de cine locales presenta un gran elenco de actores consagrados que dan vida a una comedia familiar con toques de grotesco en la que las mentiras y los enredos entre padres e hijos surgen bajo la luz de la muerte.

Betiana Blum (Dina) vive en Buenos Aires mientras sus hijos hicieron sus vidas en otros países y sin mucha conexión con ella que es fóbica a los aviones. Con el sopeso de las ausencias, la protagonista se deja llevar por las historias de éxitos de sus hijos, quienes, por el contrario, guardan sus secretos más íntimos un poco por pudor y otro poco por mantener esa libertad frente a su posesiva madre.

“Este es un guión de Gabriel Patolsky y Veonica Eibusik. La idea es de ellos y apenas me la contaron me pareció genial. Entonces ellos trabajaron el guión en varias versiones hasta llegar a la de rodaje, y el resultado es este disparate que provoca carcajadas sin parar”, reflexionó el director Néstor Sánchez Sotelo en una entrevista con la agencia de noticias Télam.

El elenco multiestelar cuenta con Roberto Carnaghi, Alejandra Flechner, María José Gabin, Lucas Ferraro, Gipsy Bonafina, Soledad García, Hernan Chiozza, Regina Lamm y Alan Sabagh, con la participación especial de Mirta Busnelli, quienes dan vida a un ficticio velorio en un pelotero infantil para que Dina, desde atrás de un vidrio, observe las reacciones de sus hijos frente al cajón vacío.

Un elenco de figuras

Respecto de cómo fue la convivencia con un elenco de grandes nombres de la escena nacional con tantos años de rodaje y experiencia en la profesión, Sánchez Sotelo evaluó: “Más allá del cartel de algunos actores buscamos un ambiente saludable de trabajo. Se revisan experiencias previas y tratamos de ser muy claros en la propuesta acerca de cómo se realizaría el rodaje. Eso funciona muy bien ya que entendemos que esa premisa también se refleja en la pantalla y la percibe el espectador.

Así es que le damos a los actores todas las facilidades que estén a nuestro alcance y ellos nos devuelven más de lo mismo. En esta película pudimos conformar un elenco soñado de comediantes exitosos, quienes no plantearon ningún conflicto con el público. Fueron más que generosos potenciando cada plano con sus propios aportes desde las improvisaciones. Y eso se nota en el producto final ya que la comedia funciona de manera excelente”.

En la comedia, heredera de otros clásicos del cine nacional como la indeleble Esperando la carroza, la llegada de los hijos para despedir a su madre que supuestamente ha muerto termina dejando a la luz una serie de secretos familiares que habían estado ocultos por muchos años. En relación con este tema, el director se explayó: “Todas las familias guardan secretos; todas. El ser humano es muy complicado y en la mayoría de los casos guarda secretos a la persona más amada. Entre parejas, hijos y padres. Guardar secretos está en nuestra naturaleza como especie misma y es el combustible de la célula familiar. Y en El día que me muera encontramos la fórmula para reírnos de todo eso”.

El director también dio su opinión acerca de si puede haber reconciliaciones después de mentiras tan profundas como la de plagiar una muerte. “Perdonar tiene mucho que ver con amar; hablo del amor al otro y a nosotros mismos”, dijo. Y continuó: “Hay quienes perdonan traiciones enormes, sería contradictorio que estos hijos no puedan o quieran perdonar a una madre que sólo ha hecho barbaridades pero siempre por amor a ellos”.

“El personaje de Betiana –profundizó– es el de una madre omnipresente e imparable. Y seguramente asfixiante. A sus hijos sólo les quedó escapar de ella y mentirle a la distancia. Buscaron esa forma de auto preservarse y de hacer que algo de esa relación sobreviva de alguna manera. Pero bueno, también estos tres personajes que son los hijos (Alan Sabbagh, Lucas Ferraro y Soledad García) tienen vidas ocultas como para dinamitar a la pobre «idishe mamme»”.

MENTIRA IMPIADOSA

En mayo pasado se cumplieron 34 años del estreno de uno de los films clásicos del cine argentino, Esperando la carroza, en el que Betiana Blum, como parte de un elenco de grandes actores, compuso a una nueva rica, snob y disparatada, que aún hoy hace reír cada vez que el film reaparece en la tevé. Con ese tono aunque con un personaje marcadamente diferente, la reconocida actriz argentina volvió a la pantalla grande de la mano de la comedia El día que me muera, cuyas imágenes parecieran coquetear con aquél gran clásico del cine nacional dirigido por Alejandro Doria. Ahora bajo la dirección de Néstor Sánchez Sotelo, también autor de Los Nadies y Caída del cielo, Blum es Dina Foguelman, una madre judía muy controladora con sus hijos. Después de padecer sus persecuciones por años y aprovechando que Dina sufre de aerofobia, es decir miedo a volar, ellos deciden armar sus vidas fuera del país y de su mirada y control. De todos modos, Dina habla regularmente por teléfono con sus hijos pero los extraña, hasta que un día, una de sus amigas se muere y ella es testigo de la cantidad de gente que se acerca al velatorio: toda la familia reunida para despedirla. Es así como se le ocurre lo que será su última chance de volver a ver a sus hijos reunidos: fingir su propia muerte para ver cómo sufren por su inesperada pérdida.

Para agendar 

La película El día que me muera, de Néstor Sánchez Sotelo, se puede ver desde el jueves último en los complejos locales Showcase y Hoyts

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