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Nahuel Antuña: “La comunidad artística tiene que provocar un cambio de pensamiento”

El reconocido bajista de Vudú dará a conocer a fin de mes "Crónicas de los muertos de hambre", su tercera producción solista, con diez canciones que contaron con la participación de músicos invitados de Rosario y Buenos Aires. El material busca darle otro sentido al funk y repensar el presente


Franco Trovato Fuoco

Nahuel Antuña es uno de los bajistas más reconocidos de la ciudad; lleva 20 años al frente de la banda Vudú y desde 2006 se permitió experimentar en formato solista con La ley de Entropía, su primera placa. Más tarde llegó Sintético y en medio de la cuarentena ultima detalles de su tercer trabajo, Crónica de los muertos de hambre. La placa cuenta con diez canciones, grabadas junto a Álvaro Villagra en el estudio Del Abasto al Pasto y la participación de una gran lista de músicos en una producción que Antuña no deja de definir como “experimental”.

Sobre el título del disco, el bajista (quien también masterizó y mezcló el material) explicó que “remite a un encuentro de hace unos años en París con un personaje muy particular llamado Lucio Urtubia; un militante anarquista que pudo burlar al sistema financiero europeo, falsificando cheques de viajes, utilizando el dinero extraído para la acción revolucionaria antifranquista”.

Aquél encuentro que el músico recordó como breve le dejó dos enseñanzas: “Una es que no sólo el arte puede ser una herramienta de resistencia si no que cualquier cosa podría ser un disparador para generar el poder resistir a lo nefasto del sistema; sea un libro o un encuentro. La otra es que todo lo de nuestro alrededor lo hacemos nosotros, los muertos de hambre del mundo. Y las canciones de este disco son, para mí, hechos históricos. Por eso se me ocurrió darle un carácter de crónica porque las letras, en su gran mayoría, hablan de cuestionar y repensar las cosas que nos condicionan en relación con el poder y su verdad, las leyes, las drogas, las guerras, el sentido de repetición de los sujetos al seguir como ovejas al pastor y aceptar las injusticias y el genocidio recíproco tanto en su carácter económico como bélico”.

Jorge Araujo (batería), Silvio Bulasio (guitarras), Guillermo Codutti  (saxo tenor), Walter Galeazzi (hammond y Rhode), Alejandro Medina(voz), Pau Soka y Virginia Oliva (coros), Pablo Mariani (batería), Javier Martínez (voz), Eduardo Di Biasse  (voz), Silvio  Balacio (guitarras), Claudio Cardone (teclados), Bruno Lazzarini (trompeta), Matías Moro (saxo barítono) y el mismo Antuña (bajo), son algunos de los que aportaron su arte en estas Crónicas de los muertos de hambre, mientras que la tapa pertenece a la diseñadora Guillermina Gatti.

Respecto del disco, Antuña comentó que lleva varios años trabajando en estas canciones y quiso apostar a un funk más experimental. “Este es un disco que vengo trabajando desde hace muchos años, me gustan mucho los géneros que provienen de los afroamericanos y básicamente quería hacer un disco de música funk pero romper con ese funk que sólo habla de bailar en la discoteca, que no está mal, pero quise introducirle al género el sentido de cuestionamiento al poder y a los tabúes que generalmente nos impone su verdad. No es un disco totalmente experimental, pero hay cosas que me di el gusto de incorporar, como sampler en varios momentos, como el de mi perro cantando junto a Alejandro Medina en el tema «El Imbécil», o tocar junto a Maceo Parker en saxo alto en «Exceso de poder» o incorporar la voz de (Alberto) Olmedo y el padre Ignacio en «Non Preocupare»”, señaló.

A lo largo de los veinte años de carrera junto a Vudú, Antuña vio y valoró los proyectos individuales que encararon sus compañeros, tanto el disco de Ike Parodi como las participaciones que tuvieron los demás miembros de la banda con otros artistas en estos últimos años: “Yo los festejo, es necesario poder potenciar el trabajo compositivo en todos los aspectos. Por otro lado, siendo una banda independiente cuesta mucha plata poder salir de gira, así que cada oportunidad es bienvenida”.

Entre esas oportunidades, Nahuel Antuña ya cuenta con tres discos solistas, cuyos procesos de grabación fueron todo un juego para él. En La ley de Entropía (2006) contó con la participación de más de cincuenta músicos invitados y en su contenido buscó “generar nuevos audios con el bajo eléctrico usando slide o un nunchaku para algunas canciones”. “Fui creando todo al momento de grabar, o sea que los músicos iban a grabar sin saber lo que se había plasmado anteriormente”, recordó. Y lo comparó con su segunda placa solista, Sintético (2015): “Busqué la forma de jugar con el azar del sonido y toqué y compuse con un instrumento que no había usado nunca, como un teclado analógico Oberheim Obxa de 1980. Con esto quería probar que no hace falta ir a un conservatorio para tocar un instrumento, sino que hay que abordar experimentalmente cualquier instrumento usando la intuición más pura del sentido rítmico y musical del inconsciente. Así se llega a la música más sincera”.

En tanto, en su nueva producción, que verá la luz en las plataformas digitales a fin de mes, el bajista se animó a correr de lugar a un género identificado con la pista de una disco: “Con este nuevo trabajo me propuse insertar mensajes más pesados en términos sociales y preguntarme por cuestiones que generalmente en estos géneros nadie se pregunta. Más allá de este planteamiento, lo que más disfruto de los discos que hago es el valor humano de quienes comparten conmigo cada jornada de grabación. Les estoy muy agradecido. Incluso alguno de ellos no comparten enteramente mi pensamiento político,  pero están al pie del cañón para compartir la música conmigo y eso me hace sentir muy afortunado”.

Proponer desde el arte en cuarentena

Más allá del desafío musical que emprendió con esta placa, su lanzamiento también se realizará en un marco particular: en medio de una pandemia y sin show en vivo que lo dé a conocer a sus seguidores, por lo menos en los próximos meses. “Este disco, a diferencia de los otros dos, bien puede contar con un show en vivo para su presentación oficial pero será más adelante. Sobre el lanzamiento, los tiempos han cambiado desde La Ley cuando añorábamos tener el CD en batea. Hoy en día la desaparición de lo corpóreo es inminente, y las masas se vuelcan cada día más a las plataformas digitales, las nuevas generaciones escuchan todo por celular. Por eso cada vez más se masteriza el audio según la plataforma y si pensás en los altos costos de replicación de CD, que además ya no se venden, y del público reducido que tiene el vinilo, más allá de su resurgir, la mejor opción hoy son los almacenes digitales”, sostuvo.

Además, el músico se expresó sobre la situación actual: “Tengo sentimientos ambiguos, si bien creo que en este momento en particular el aislamiento social es eficaz para no enfermarse, creo que la responsabilidad individual y colectiva es esencial para la solidaridad y el cuidado de la comunidad en general, pero lamentablemente esto no se imparte desde las instituciones del Estado. Todo lo contrario: actúa como aparato de cultura represiva para generar adoctrinamiento y normalización a través de la pena ejemplificadora. El Estado dice que te está cuidando cuando en realidad no cesa de accionar utilizando todas sus herramientas represivas  sobre la población y con más intensidad sobre los barrios humildes. ¿Cómo mantenés en situación de encierro y de hacinamiento a ocho personas en una casilla de tres metros por tres, carentes de agua potable y cloacas? Es una situación bastante degradante y atravesada  por un clasismo estructural que no para de generar pobreza y castigar al que menos tiene. Sobre los músicos pasa lo mismo los llamados consagrados no están en la misma situación que en la que se encuentran los músicos del under, quienes no recibimos ningún tipo de ayuda, incluso mucho antes de cualquier pandemia”.

Sin embargo, remarcó que la crisis no se debe sólo al covid-19. “Si hay algo que esta pandemia nos exhibió fue la pésima situación en la que nos encontramos a nivel económico gracias al vaciamiento y la entrega de nuestro bienes naturales y culturales en estos últimos cuatro años de represión y degradación política. Tengo una mirada bastante pesimista de la actualidad y no espero un cambio estructural en políticas que beneficien a fondo a los músicos del país; lo que se debe hacer es pensar que el verdadero cambio se encuentra en nosotros «los muertos de hambre». Por eso hay que fortalecer los lazos en cada actividad como buscar la potencialidad de nuestra cultura generando obras para la transmisión de mensajes que propongan repensar nuestra vida para generar cambios de fondo. La comunidad artística tiene que provocar un cambio de pensamiento, si no seguiremos sufriendo la decadencia de nuestro tiempo”, concluyó el músico.

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