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Su pareja la recordó con amor

Nacida en Perú, abogada y 25 años en el Heca: la historia de Marleni, la enfermera muerta por covid

El esposo la recordó y contó el padecimiento por el que pasó durante el último mes, internada por una neumonía bilateral que terminó siendo fatal


De todas las formas que pensó Elmer Vargas para describir a Marleni Monzón, sobresale una: un gran amor. A medida que avanza en la conversación, la repite. También repasa otras formas de pensarla: honesta, generosa, buena, inteligente, capaz, emprendedora, luchadora. Algunas de estas palabras son también las que encontraron compañeros y compañeras de trabajo que esta mañana despidieron a Marleni que falleció el domingo por coronavirus. Tenía 52 años y hace 25 trabajaba en el HECA. También era abogada aunque este 2020 se dedicó de lleno a la enfermería por la pandemia, por la falta de personal, por las condiciones de precariedad a la que está expuesto el personal de salud y por compromiso ético y social.

Son horas difíciles para Vargas y toda su familia. Dice que no está condiciones de hablar pero que lo hace por ella, “por la mujer que era”. Repasa entonces su historia familiar: a los 3 años Marleni perdió a su papá, creció en una familia de escasos recursos de Perú donde la madre hizo lo posible por ayudar a sus hijos a que puedan estudiar y ser profesionales. Pero su enseñanza más importante para Marleni fue que siempre pusieran su saber en favor de quienes más lo necesiten: “Que los pobres tengan derechos y se los respeten. Por esto luchaba y por esto estudió abogacía”.

La pareja vino a Rosario desde Cuzco, Perú, donde se conocieron hace 35 años. Hace casi 30 decidieron construir juntos un una vida en esta ciudad, de a poco. Como enfermeros los dos trabajaron largas jornadas hasta que pudieron comprar su propia casa, a solo tres cuadras del HECA. En el camino, ella estudio Derecho, se recibió y con un grupo de colegas armó un estudio en su propia casa. Actualmente él trabaja en el centro de rehabilitación municipal ILAR.

“Pensaba que iba a volver”, dice con la voz entrecortada del otro lado del teléfono. Hace un poco más de un mes Marleni empezó con los síntomas de tos y fiebre que se fueron agravando con dificultades respiratorias. Atención en la guardia, internación, aplicación de plasma, traslado a Unidad de Terapia Intensiva y una traqueotomía. Son los distintos momentos por los que pasó Marleni en el último mes. Finalmente la lesión en el pulmón izquierdo fue más de lo que su cuerpo pudo soportar, había desarrollado una neumonía bilateral. Desde que su marido la dejó en el HECA no volvieron a verse.

Vargas cuenta que en los últimos meses le pedía a su esposa que no fuera a trabajar o que fuera menos horas, que no pasara tanto tiempo expuesta a un posible contagio. Ella estaba enojada por las flexibilizaciones y aperturas anunciadas, sin embargo siempre dio la misma respuesta: falta personal, hay muchos pacientes, nos necesitan.

Monzón era también delegada de sus compañeras y compañeros de trabajo. Fue una de las que peleó por el reconocimiento del personal de enfermería como profesionales que aún no se efectiviza. Cuando se recibió de abogada en la Universidad Católica Argentina -UCA- su tesina se tituló “La violencia ejercida contra los trabajadores de la salud. Prevención de daños físicos y psíquicos”.

Dos ciudades enfrentadas

Por otra parte, una de las hermanas de la enfermera del HECA, Priscila, dijo en declaraciones radiales que hay falta de compromiso político y social del gobierno municipal y provincial al no ejercer tareas de control y realizar más aperturas que restricciones de actividades en un contexto en el que si bien los contagios disminuyeron en la última semana siguen siendo altos para una ciudad con la cantidad de habitantes que tiene Rosario.

Ella también es enfermera, en el sector público, y habló de la gravedad de la situación en la que están.

“No pueden dejar que la gente elija qué hacer, es una pandemia, hay una responsabilidades de quienes tiene que tomarla y asumir las consecuencias. Tienen que hacerse responsables. Quieren abrir todo y no planifican cómo tiene que ser esa apertura. No pueden priorizar cualquier otra cosa antes que la vida de las personas. Esta vez son los equipos. Es una enfermera la que murió”, relató.

Además dijo: “Una persona joven dejó de estar entre nosotros. Ella se contagió trabajando, no iba a bares, no quería cruzar a la isla y cumplió todos los protocolos. Desde marzo solo iba a trabajar”. Insistió en que no basta con apelar a la conciencia social, los gobernantes deben aplicar medidas concretas para salvar vidas.

Habló así del colectivo de trabajadoras y trabajadores que hace un mes reclaman la aplicación de un botón rojo para frenar la curva de contagios y descomprimir el sistema de salud. Hace tiempo advierten que están ocurriendo muertes evitables por el nivel de agotamiento que sufre el personal de salud y la falta de personas que puedan rotar en circunstancias tan adversas. Además, dijo que la mayoría de los trabajadores está en condiciones de precariedad por la cantidad de horas de trabajo y, en el caso de los enfermeros y enfermeras que no son reconocidos como actividad profesional.

Finalmente Priscila habló de la indiferencia de una parte de la sociedad que hace que parezca que hay dos ciudades distintas: “Mientras a nosotros nos leían el parte de que había fallecido mi hermana, veíamos las imágenes de gente haciendo cola porque no puede estar en su casa y no aguanta más. Es muy duro”. “Tenemos que ser solidarios, estamos perdiendo vidas, no podemos naturalizarlo y que quede en números. Esto le puede pasar a cualquiera”, manifestó.

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